miércoles, 30 de noviembre de 2022

Introducción temática

 A continuación el enlace a la introducción temática de las próximas lecciones en el cuarto trimestre 2022 en la Escuela Bíblica Dominical, echa un vistazo 

https://www.ministeriotv.com/video/introduccin-temtica-25568

Pablo pide oración

“Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta” (Rom. 15: 30, 31).


Lectura: Romanos 15: 28-33.


Pablo desea visitar a los hermanos de Roma para aportarles bendición. Les dice que llegará “con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo” (v. 29). ¡No les va a conceder una bendición papal!, sino la bendición de conocer más a Cristo por su enseñanza y por su vida. Será un enlace entre ellos y las iglesias que él ha plantado. Les compartirá como van los creyentes en otras regiones y qué pueden aprender de ellos. Hará que ellos se sientan parte de la gran Iglesia de Dios por todo el mundo, íntimamente relacionados con hermanos de otros lugares a los que nunca han conocido. Pablo está convencido de que su visita les va a traer abundancia de bendición. Pero no solo dará bendición, sino que él también la recibirá: “para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros” (v. 32). Pablo no se cree un superhombre autosuficiente, sino un creyente necesitado del calor de los hermanos, de su amor, y también de sus oraciones.


Usa palabras muy fuertes que para animarles a orar por él: “Os ruego, hermanos por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu” que oren. Necesita sus oraciones. Pablo mismo podía orar y sería suficiente, ¿no? Hace falta que ellos oren, porque la oración les unirá a él y a los hermanos de Jerusalén. Fortalecerá los vínculos de amor entre hermanos. Comunicará amor a aquellos por los cuales están orando: “Siento tu amor cuando oras por mí”. Pablo daba amor y lo quería recibir también, porque todos necesitamos ser y sentirnos amados.


Él tiene dos peticiones de oración. Pide que Dios le proteja de los enemigos de Cristo que están en Jerusalén, a quienes les gustaría mucho verle muerto. Su vida está en gran peligro en Jerusalén, porque es un muy conocido renegado de los fariseos y un poderoso hereje, según la forma de pensar de los judíos de Jerusalén. La segunda cosa que pide que oren es que los creyentes de Jerusalén acepten su servicio. ¿Por qué no lo aceptarían? Por desconfianza. Por temor. Ellos están sufriendo persecución y puede ser que no se fíen totalmente de él, porque ha venido de fuera y no le conocen. No es fácil llegar a una iglesia donde no te conocen y ministrar con total aceptación. Si ellos le admiten y se dejan enseñar por él, Pablo llegará con gozo a los creyentes de Roma (v. 32) y podrá aportarles aún más bendición.


Pablo irá a Jerusalén con una ofrenda para los pobres de la iglesia, sin estar seguro si van a aceptar su ministerio, y con gran peligro a su vida. Es una visita arriesgada, pero no por ello dejará de ir. Pero por estos motivos pide oración. ¡Necesita el calor y el apoyo en oración de los hermanos de Roma al ir a su propio pueblo! Irá a Jerusalén a gran coste personal. Este es Pablo. Ahora no necesita nuestras oraciones; no obstante, ¡podemos recordarle en nuestras oraciones, dando gracias a Dios por tan gran hermano en la fe!


Enviado por el Hno. Mario Caballero

lunes, 28 de noviembre de 2022


 

Invitación

 Separa, invita y participa todos los detalles disponibles siguiendod el enlace provisto a continuación, te esperamos:

https://www.ministeriotv.com/video/invitacion-25555

La obediencia, un ingrediente del carácter santo

 Tema de enseñanza en la Escuela Bíblica Dominical que puedes accesar visitando el enlace a continuación

https://www.ministeriotv.com/video/la-obediencia-un-ingrediente-del-carcter-santo-25550

El tiempo

 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).


Lectura: Salmo 105:16-22


Has llevado años/décadas orando acerca de cierta situación. Y con el paso de los años, la situación ha ido a peor. Una hermana que es una verdadera sierva del Señor lleva años orando por su hijo que ahora está en el alcohol. Ha ido viendo su vida deteriorarse cada vez más hasta llagar al límite, y ella siempre orando. Dice: “Creo que es lo que el Señor está usando para mi santificación”, y es así. Es terriblemente duro ir viendo a su hijo en estas condiciones. Desgasta, pero la fe crece para estar a la altura de la prueba, y el conocimiento del Señor, su gracia y presencia son un bálsamo indescriptible, precisamente debido a lo que está pasando. La prueba tiene que estar al nivel de nuestra espiritualidad, o no sería prueba; Jesús pasó el peor de todas las pruebas. Una de las maneras que Dios usa para probarnos es una situación dolorosa prolongada. Cuánto más tiempo dura la prueba, mayor llega a ser nuestra fe.


Nosotros medimos el tiempo en término en años, ¡mientras Dios lo mide en años luz! Él ha creado y habita un universo en que así se mide el tiempo. Cualquiera cosa que ocurre en este planeta es breve, infinitésima en la mente de Dios. ¿Cuánto tiempo tarda la luz del sol en llegar a nosotros? ¿Cuál es la distancia? ¿Y la luz de la estrella más lejana? Viendo videos acerca de la creación, las distancias son astronómicas, ¡pero Dios lo tiene diseñado para que la luz de estas estrellas nos llegue para alumbrar nuestra noche! Tiene todo bajo su preciso control.


Los años que José pasó en la cárcel le habrán parecido interminables mientras esperaba el cumplimiento de la promesa de Dios: “José fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho del Jehová le probó” (Salmo 105:17-19). Dios tardó el tiempo exacto necesario para obrar en él y en su familia los cambios necesarios para su reconciliación.


Pedro dice que el Señor cumple su promesa, que no tarda. La venida del Cristo se demora porque el tiempo de la demora es necesario para la salvación de más almas. Dios emplea bien el tiempo de lo que nosotros consideramos como “la tardanza”. La promesa llega en el momento preciso. Alabado sea nuestro Dios. Vive fuera del tiempo, pero lo comprende y lo controla. El tiempo es una creatura de su creación que Él emplea para llevar a cabo sus propósitos.


“En tus manos están mis tiempos” (Salmo 31:15). Déjalos allí. Están en buenos manos.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Nuevo audio

Nuevo mensaje bajo el tema Como un niño en voz del Pastor Maldonado, lo escuchas aquí

    https://www.ministeriotv.com/video/como-un-nio-25551 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Cuánto amo tu Ley

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos… Los juicios de Jehová son verdad, todos justo. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Salmo 19:7-10).


Puesto que ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia, algunos piensan en la ley como algo negativo: anticuada, desfasada, legalista, que no tiene nada que ver con nosotros; pero nada podría estar más lejos de la verdad. La ley moral del Antiguo Testamento todavía es vigente y más necesaria que nunca en nuestros días. La actitud de los escritores bíblicos es admiración hacía la ley, por su perfección y su justicia. Escribieron: “¡Cuánto amo tu ley!” (Salmo 119:97). “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno… La ley es espiritual… Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Romanos 7:12, 14, 22). “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo” (3:24). Y sigue siendo la revelación de Dios de lo que es una vida justa. Ahora que somos del Señor tenemos la ley de Dios escrita en nuestro corazón (Jer. 31:33) y el poder del Espíritu Santo para cumplir con el espíritu de la ley, que es amar al prójimo como a nosotros mismos (Lev. 19:18).

Se puede dividir la ley en tres partes: la ley ceremonial con las instrucciones en cuando el tabernáculo, el sacerdocio, y los sacrificios para el pecado; la ley cotidiana que gobernaba el país de Israel; y la ley moral, los Diez Mandamientos, etc. El día 8 de Marzo se celebró el día nacional de la mujer, y lo que vimos en la televisión fue un total abandono de la ley de Dios, de la santidad, el pudor, la prudencia, la discreción, la modestia, la femineidad, el respeto para el hombre y el lugar que Dios ha asignado a la mujer. La ley estipula las normas de la sexualidad (Lev. 18), de las sanas relaciones familiares, normas justas de la convivencia en la sociedad, el trato de gente marginada, y el buen trato al prójimo (Lev. 19). No hay ningún problema con la ley. El problema es con el hombre que necesita un nuevo corazón para poder cumplirla.

El Salmo 119 alaba la ley de Dios. Su ley nos da gozo, esperanza, sabiduría, confianza, dirección, paz, seguridad, conocimiento y entendimiento. Nos enseña la voluntad de Dios, cómo vivir justamente. Oramos: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). “Dame entendimiento, y guardaré tu ley” (v. 34). “Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente” (v. 44). “Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardaré tu ley” (v. 55). “Mejor es la ley de tu boca que millares de oro y plata” (v. 72). “Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley es mi delicia” (v 77). Nuestro testimonio es: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido” (v. 92). “¡Oh cuánto amo yo tu ley! ¡Todo el día es ella mi meditación!” (v. 97).

En cuanto a los que la aborrecen, el salmista dice: “Los soberbios se burlaron mucho de mí, mas no me he apartado de tu ley” (v. 51). “Horror se apoderó de mi a causa de los inicuos que dejan tu ley” (v. 53). Esto ha sido nuestra experiencia, no obstante podemos decir con el salmista: “Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado” (v. 70). Vemos como nuestra sociedad se aparta a marcha forzada de la ley de Dios, pero seguimos adelante con ella como nuestro norte, deleitando y regocijándonos en ella.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Cómo le expresa usted gratitud a Dios

 Escuche el tema siguiendo el enlace

https://www.ministeriotv.com/video/cmo-le-expresa-usted-su-gratitud-a-dios-25540

Jesús y el ayuno

“Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en estos días ayunarán” (Marcos 2:20).

Lectura: Marcos 2:18-22


En este pasaje, Jesús contesta una pregunta sobre el ayuno y, al hacerlo, revela su identidad divina y la diferencia que su venida marca entre la vieja dispensación de la ley y la nueva dispensación que él mismo introducía.


        La pregunta viene de parte de los discípulos de Juan y los fariseos: “Vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?” (v. 18). Jesús responde que no necesitan ayunar para ponerse en contacto con Dios, ¡porque ya está con ellos! El ayuno forma parte de la espiritualidad del Antiguo Testamento. Los profetas hablaban de él, y también de la observación del día de reposo, el otro tema de este capítulo ¡y también de Isaías 58! Son dos temas que no preocupan al pueblo de Dios de ahora para nada, pero siempre han formado parte de la vida espiritual de los santos de todos los tiempos. Jesús dice que cuando él sea quitado su pueblo ayunará (v. 20).


        Lo sorprendente de su respuesta es cómo se refiere a sí mismo: “¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo?” (v. 19). ¡Jesús es el Esposo! Esta respuesta habría ofendido mucho a los fariseos, porque sabían que Dios se refería a sí mismo como el Esposo de su pueblo: “Porque tu Marido es tu Hacedor; Jehová delos ejércitos es su Nombre” (Is. 54:5). ¡Jesús pretende ocupar el lugar de Dios y espera que su estancia entre su pueblo sea celebrada, como en una fiesta de bodas! Dios ha venido a la tierra para hacer los preparativos para su boda que incluyen el santificar y purificar a su Novia por medio de su muerte expiatoria y el don del Espíritu Santo, “para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:25, 26). Sí, Dios ha venido, pero su venida no será permanente, porque “les será quitado” (v. 20), pero vendrá otra vez para celebrar la fiesta de Bodas, las Bodas del Cordero.


        La venida de Jesús ha introducido una nueva dispensación. De esto habla ahora: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo” (v. 21). Él es el paño nuevo y el judaísmo es el vestido viejo que pronto será desechado. Estamos revestidos con ropas blancas de gala (Zac. 3:4) representando la justicia de Cristo. Jesús no es un apaño, ni un parche, sino el nuevo Camino de acercamiento a Dios, que es por medio de su Sangre, la sangre del Nuevo Pacto (Heb. 10:19, 20). Y después de su partida al Cielo, enviaría el Espíritu Santo, el vino nuevo que ha de depositarse en odres nuevos, es decir, en corazones regenerados (v. 22). Es el nuevo nacimiento por el Espíritu Santo quien residirá en corazones limpios y transformados. Aquí en el paño nuevo y el vino nuevo tenemos la Crucifixión y Pentecostés, la Cruz y el Espíritu Santo, el perdón de pecado y la santificación, los dos preparativos necesarios para las Bodas del Cordero del Divino Hijo de Dios. En aquel día no ayunaremos, porque estaremos de fiesta, resplandecientes. ¡Cuánto dijo Jesús en dos palabras! 


Enviado por el Hno. Mario Caballero

martes, 22 de noviembre de 2022

La venganza

 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Romanos 12:19)


Lectura: Romanos 12: 17-21.



Hay muchas maneras que tenemos a nuestra disposición para vengarnos, algunas muy finas. Podemos hacer caso omiso de la persona que nos ha ofendido. Podemos girar la cabeza con le vemos, hacer ver que no le hemos visto. Podemos ponerle una cara que lo dice todo sin abrirnos la boca. ¡Podemos pedir oración por él! Podemos hablar mal de él en confianza con nuestros amigos. Podemos guardar rencor en nuestro corazón. Podemos desearle mal. Podemos tener conversaciones con él en nuestra cabeza en que le dejamos sin nada que responder. Podemos orar al Señor para que le castigue. Estas son algunas de las maneras más sutiles. Las hay más agresivas. Podemos insultarle, pegarle, hacer daño a sus hijos, denunciarle ante la ley, o pensar en maneras de hacerle daño. Toda conducta de esta clase no es propia de creyentes. Es como los del mundo actual cuando están ofendidos. Si queremos ser como nuestro Padre que está en los cielos, hemos de devolver bien por mal.

Pedro escribe de cómo actuó Cristo cuando fue maltratado: “¿Qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo buen sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas: el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecía, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:20-23). ¡Cuánta enseñanza hay aquí! Cristo dejó la venganza en manos del Padre, el Juez Justo, que se encarga de nuestra causa y mide justamente la retribución. Él sabe toda la verdad y es el único que puede juzgar, ¡y lo hace! Ha dado palabra que lo hará cuando firmó su nombre: “Yo Jehová”. Esta es la promesa de Dios que hará justicia en su momento (Deut. 32:35).

Si nosotros intentamos hacer justicia por nuestra cuenta para defendernos, somos un estorbo, pues no dejamos lugar a la ira de Dios. Nos ponemos en medio, intentando hacer las veces de Dios. Esto es un error muy grave, porque muestra que no tenemos confianza en que Dios es el Juez Justo, nos creemos más justos que Dios. Muestra también que no tenemos paciencia, y que creemos más en nuestra propia justicia que en la de Dios. También muestra que no hemos perdonado, y si queremos que Dios nos perdone, tenemos que perdonar nosotros (Mateo 6:14, 15).

Así que el agravio por parte de otra persona pone a prueba nuestra fe y confianza en Dios. Nos da la oportunidad de poner en práctica lo que hemos aprendido del ejemplo de Dios Padre (Mat. 5:45) y del Señor Jesucristo (1 Pedro 2:20-23). Por tanto, gracias a Dios por estás pruebas, que son una oportunidad para glorificar a Dios al mostrar cómo es Él a los que nos hacen daño. ¡Qué el Señor les bendiga!


Enviado por el Hno. Mario Caballero

lunes, 21 de noviembre de 2022

Llamados a reflejar la luz de Cristo

 Dios te bendiga, linda semana

Te comparto el enlace hacia la lección de la Escuela Bíblica Dominical más reciente

https://www.ministeriotv.com/video/llamados-a-reflejar-la-luz-de-cristo-25535


Amar a Jesús: La prioridad

 “Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque los pobres siempre tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis” (Juan 12:7, 8).

Lectura: Mateo 26:6-13.


        Lo que hizo María trajo gozo al corazón de Jesús. Su comentario fue: “Ella ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho para memoria de ella” (Marcos 14:8, 9). No lo dijo de ningún otro acto que hizo ninguna otra persona para él. La devoción de María fue extraordinaria y ejemplar.


        ¿Qué le había pasado que le llenó de tanto amor para el Señor? Pues, en los relatos de ella y su hermana se nota cierta tensión. Marta le censura, le dice a Jesús que la corrija, pero Jesús responde con: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lu. 10:41, 42). La prioridad no es el servicio, sino la devoción. Lo mismo dice el Señor con referencia a los pobres. Él mismo atendía a los pobres, pero la primera prioridad era él, no los pobres (Juan 12:8). Cada cosa en su sitio.


En la muerte de su hermano Lazaro, no vemos a las dos hermanas llorando juntas y consolándose mutuamente, sino aparte. No es de sorprender si María dejó la familia para meterse en una vida de perdición. Ha pasado a muchas jóvenes formadas en buenos hogares. A María le pasó algo que la llevó muy lejos de la buena formación espiritual que había recibido. Pudo ser un desencanto amoroso, o que sufriera un abuso, no se sabe qué, pero pasó algo que le precipitó a la inmoralidad. Acabó practicando la prostitución en el pueblo de Magdala, cerca de la ciudad romana llamada Tiberias, donde había muchos soldados romanos buscando diversión. Cuando una persona se abre al mal, el diablo se aprovecha y procura la destrucción de esta vida. Ella abrió la puerta al diablo y le entraron siete demonios (Lu. 8:2). Magdalena no era su apellido, sino un apodo peyorativo significando que procedía de Magdala, un lugar de mala fama.

Cuando Jesús la encontró fue una mujer poseída, destrozada, una piltrafa de mujer, fuera de sí, menos que humana, llevada a la voluntad y el placer del diablo. Al sacar fuera los demonios, el Señor restauró su humanidad, su dignidad de mujer, su motivo de vivir, su esperanza y su ilusión. Él llegó a ser su vida, y ella no quiso apartarse nunca de él: “Aconteció después que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con el y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades; María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza…” (Lu. 8:1-3). Ella le siguió hasta la cruz, desde la cruz hasta la tumba, y fue la primera persona para recibirle vivo después de la resurrección. Se agarró de él y no quiso soltarle, pero el Señor le dijo que no le retuviese, que tenía que ir antes a su Padre (Juan 20:17). Otro día volvería y estarían siempre juntos, pero ese día no era ahora. Ahora lo que debía hacer era llevar el evangelio a los que lo necesitaban oír: “Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor” (Juan 20:18). Y así nos despedimos de ella, amando al Señor, activa, sirviéndole, un ejemplo a seguir.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Promesa

 


Evento de noviembre

 




Tema de Noviembre

 




Tema de noviembre

 




viernes, 18 de noviembre de 2022

La verdad y mis intereses

 “He aquí tu amas la verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6).

Lectura: Gen. 3:1-9

Si realmente amamos la verdad y queremos ser consecuentes con ella, nos va a costar caro en algunas ocasiones.

Cuando hay un conflicto entre dos personas y las circunstancias nos obligan a tomar parte de una o de la otra, ¿decidimos en basa a la verdad, o en base a nuestros intereses; en base a la verdad o lo que nos conviene? Cuando Pilato tuvo que tomar una decisión en cuanto a Jesús, no optó por la verdad, sino por sus intereses para mantener su posición como gobernador de Israel. Despreció la verdad con ironía diciendo: “¿Qué es la verdad?”. No le interesaba saberla. ¿Te interesa a ti? ¿Hasta qué punto?

Si eres pastor de una iglesia, ¿puedes tomar la parte de un hermano sencillo que tiene razón aunque te cueste el rechazo de otros pastores? ¿Cómo miembro de una iglesia, ¿te pondrías de parte de alguien en la congregación que cae mal al pastor aunque te cueste la pérdida del favor de este? ¿Te pondrías de parte de una persona cuando tus amigos o tu familia esta de la otra banda? ¿Escuchas las dos versiones de lo que pasó, o decides solo escuchando la parte que te interesa? ¿Hasta qué punto vamos a ser leales con la verdad?

Necesitamos discernimiento. Era lo que Eva buscaba cuando cayó en la trampa el enemigo. Le dijo: “En el día que comáis de, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gen. 3:5). Era una mentira, porque no se discierne el bien y el mal buscando tus intereses, que es lo que Eva hacía. Le interesaba tener más poder, más autoridad, más rango, “ser como Dios” (Gen. 3:5). ¿Qué es lo que te interesa, la posición que ocupas o la verdad? El salmista dijo: “He aquí tú amas la verdad en lo íntimo”. ¿Y tú?

¿Cómo reconocemos la verdad? Por tener un corazón limpio, motivaciones puras, y la disposición a sufrir por ella si hace falta. Necesitamos conocer las Escrituras y la tener la capacidad de oír la voz del Espíritu Santo hablando por medio de ellas para discernir la verdad.

El camino de la verdad no es el camino de la popularidad, ni el camino de la ganancia personal. Negarla para quedar bien con otros puede favorecer nuestras intereses inmediatos, pero en el día en que estamos delante de Dios nos delatará como una persona que nunca ha conocido la Verdad, porque la Verdad resulta ser una Persona (Juan 14:6). Si la negamos nos delatamos como hijos del diablo, dignos de oír lo que dijo Pablo a Elimas quien resistía la verdad: “¡Oh lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (Hechos 13:10). Y nos delatamos como personas que no conocemos al Espíritu Santo, “el que guía a toda la verdad” (Juan 16:13).

Que yo también “ame la verdad en lo íntimo”.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

jueves, 17 de noviembre de 2022

Gozo, paciencia y constancia

 “Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Romanos 12:12).

Lectura: Romanos 12: 9- 13.

Este es un bonito trío: gozoso, sufrido, constante. Las tres cosas están relacionadas. Primero: “Gozosos en la esperanza”. El creyente tiene una hermosa esperanza: un día va a estar en mundo sin dolor, sin disgustos, sin nadie que la haga daño, sin enfermedades, sin la muerte. Estará en un reino de justicia perfecta con la naturaleza redimida y todo funcionando mejor de lo que jamás ha visto aquí y ahora, en el mundo caído. Esta es su esperanza, y si es real y viva, le proporciona gozo y consuelo en medio de su tribulación.


La tribulación sale en la frase siguiente: “sufridos en la tribulación”. El contexto de nuestra esperanza es en medio de la tribulación. Hay tantas posibilidades para sufrir que es fácil que estemos atribulados ahora. Pero si tenemos un gozo en lo que nos espera, aunque sea latente, esto nos ayuda a ser sufridos en la tribulación, porque sabemos que lo de ahora no es eterna. Un día acabará. Hemos de tener paciencia y mantener viva nuestra esperanza. Ser sufrido es tener paciencia a largo plazo. Es resistir la tentación de desesperarnos. La persona que es sufrida con gozo es un gran testimonio al poder de Dios.

El ser “constantes en la oración” tiene mucho que ver con la tribulación y la esperanza. Mientras el creyente va sufriendo, va orando. Encomienda su causa al Señor. Y el Señor le consuela recordándole su hermosa esperanza y dándole Su mismo gozo, el gozo de Dios. Con este gozo recibe ánimo para continuar orando por las necesidades de otros. Ora cuando sufre y cuando no sufre. El sufrimiento no frena la oración: la oración es un constante en la vida del hijo de Dios.

Así que, el creyente está esperanzado mientras sufre con paciencia. O está orando mientras espera gozoso su herencia. O está orando con paciencia y gozo en medio de la tribulación. Hay muchas combinaciones posibles, pero todas ellas glorifican a Dios, porque son obras sobrenaturales de su abundante gracia.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

miércoles, 16 de noviembre de 2022

La oración no tiene límites

 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos desaparecerán con gran estruendo, y los elementos se disolverán con el intenso fuego, y la tierra y las obras que en ella hay serán descubiertas. Puesto que todas estas cosas han de ser disueltas, ¡qué clase de personas es necesario que seáis en santa y piadosa manera de vivir, aguardando y apresurando el advenimiento del día de Dios!” (2 Pedro 3:10-12).


La frase que vamos a meditar es: “apresurando el advenimiento del día de Dios”, pero el contexto es necesario para que sepamos a qué se refiere. El apóstol está hablando acerca del fin del mundo y la venida del Señor. Su motivo para hablar de estas cosas no es para que tengamos una escatología bien construida, sino para que, motivado por este conocimiento, vivamos una vida santa. Mucha tinta se ha gastado hablando de diferentes interpretaciones en cuanto a cómo se desarrollarán los últimos tiempos, y hay distintos escuelas de teología bien detallados en cuanto al orden de los eventos, pero sea cual sea nuestra interpretación, la finalidad de este conocimiento es para motivarnos a vivir una vida santa y piadosa: ¡qué clase de personas es necesario que seáis en santa y piadosa manera de vivir! Esto es lo que dice el apóstol Pedro. ¡Discutiendo teología no es una santa manera de vivir!

Con esto en mente, vamos a mirar lo que él nos dice: ¡apresurando el advenimiento del día de Dios! ¡Está diciendo que nosotros debemos estar adelantando la venida del Señor! Es una enseñanza tan fuerte que los traductores de nuestras Biblias han buscando otra manera de traducir esta frase para quitarle el sentido original que parece imposible. Estamos usando la Biblia Textual y varios comentarios y esto es lo que el apóstol dice. ¿Cómo podemos nosotros apresurar el advenimiento del día de Dios? ¿No dice el Señor Jesús que esta fecha ya está fijada? “Pero acerca de aquél día y hora, nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt. 24:36). “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Y: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra… de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado en orden de los tiempos, y los límites de su habitación…” (Hechos 17:24-26). Si ya está fijada la hora, ¿cómo podemos nosotros adelantarla?

La respuesta a esta pregunta nos revela cuánto poder tiene la oración. ¡Cuando Dios en su soberanía estableció la fecha para el retorno de su Hijo tomó en cuenta nuestras oraciones e incorporó la respuesta a ellas en el día que Él determinó! ¡La oración cuenta! ¡Tiene un poder incalculable! Si puede influir en esto, puede influir en todo. La Biblia nos enseña a orar para que Cristo venga pronto: “El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven!” (Ap. 22:17). Esta es la última oración de la Biblia. No son meras palabras como: “¡Ojalá que viniese pronto!”; sino una oración poderosa e insistente. ¡Dios quiere que le pongamos presión! Quiere que oremos para que Cristo venga lo antes posible y que adelantemos la hora por medio de nuestras oraciones y nuestra evangelización, para que la última persona que se tiene que salvar se salve y Cristo venga a su iglesia ya acabada. ¡Apresurando el advenimiento del día de Dios! El apóstol Pedro está diciendo: “Hermano, ¡ponte a orar para que Cristo venga antes!


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Oremos

 


B.O.A.

 




martes, 15 de noviembre de 2022

Paz

 “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos” (Romanos 12:18, 19).

Lectura: Romanos 12: 14-19

El contexto es uno de persecución de fuera y unidad por dentro. Si el creyente lo está pasando mal debido a su fe, lo que necesita es el apoyo y consuelo de sus hermanos. Por eso es tan importante la unidad dentro de la iglesia: “unánimes entre vosotros” (v. 16). “Llora con los que lloren” (v. 15). Lo que el apóstol está pidiendo es que los creyentes procuren estar en paz con todos los hombres, tanto con los de fuera de la iglesia, como con los de dentro. Necesita a los de dentro, y espera persecución de parte de los de fuera. No obstante, intenta estar en paz con ellos y no vengarse de sus maldades. Es muy difícil estar en paz con alguien que te está insultando y haciendo la vida imposible debido a tu fe. Lo más fácil es tratarle como te está tratando a ti, hablar mal de él, y odiarle. Esta es nuestra carne. El Señor nos enseña a devolver bien por mal. Es la única manera que tenemos para estar en paz con los de fuera.

Cuando el mal viene de los de dentro, ¡es una pena muy grande! No esperamos malos tratos de parte de nuestros hermanos. Desde luego, ¡no es lo que Dios quiere para su iglesia! Pero hoy en día, en nuestras iglesias, a veces ocurre. ¡Quizás necesitemos más persecución de fuera para estar más unidos por dentro! Pues, los mismos principios que tienen que ver con el mal de fuera se aplican si estamos recibiendo mal de parte de los de la congregación. Tenemos que bendecir a los que nos persiguen y no maldecirlos. Hemos de ser humildes y no altivos, no sabios en nuestra propia opinión, pensando que tenemos razón y el otro está equivocado. Con humildad pedimos luz de parte de Dios para entender lo que le pasa al otro. No debemos pagar mal por mal, sino devolver bien por mal, y no debemos vengarnos, sino dejarlo todo en manos de Dios, quien pagará el agravio cometido contra nosotros (vs. 14-19).

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Nosotros no somos culpables si hay guerra, si hemos hecho todo lo posible para estar en paz con todos los hombres. A veces el enemigo nos culpa por cosas que no podemos remediar, porque no está en nuestro poder remediarlo. Hemos procurado estar en paz. El otro no ha respondido. Así, hemos cumplido con nuestra responsabilidad. Lo que nos queda es practicar lo que el Señor nos enseña que tenemos que hacer en estas circunstancias: “Pero yo os digo: amad a vuestro enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mat. 5:44, 45). Cuando practicamos estos principios somos parecidos a Dios, verdaderos hijos de nuestro Padre. Dios no persigue a sus enemigos con sequías; les bendice con la lluvia. Seamos como Él, aun cuando el mal viene de parte de los que deberían estar de nuestra parte. Y el Señor nos bendecirá. Él se encargará de ellos, y nosotros habremos ganado al parecernos más a Él.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

lunes, 14 de noviembre de 2022

El carácter del cristiano incluye ser generoso

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https://www.ministeriotv.com/video/el-carcter-cristiano-incluye-ser-generoso-25503

Gloria a Dios

 Gloria a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que podemos retomar las publicaciones luego que por causas ajenas a nuestra voluntad estuvimos sin poder conectar. Sigan siendo bendecidos y  gracias por las oraciones así como apoyo.

Bendecid

 “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis” (Romanos 12:14).

Lectura: Romanos 12: 10-16.

La persecución es un factor que se da por sentado. Nuestro texto cuenta con ella. “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tim. 3:12). El Señor Jesús nos dijo: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: el siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). Aquí el apóstol nos está enseñando cómo hemos de tratar a nuestros perseguidores: “No seáis vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (v. 21). Él mismo sufrió persecución sistemáticamente en todos los lugares a donde llevaba el evangelio. En Filipos, por ejemplo, un lugar donde fue perseguido, bendijo al carcelero quien le maltrató: primero, por rogarle que no se matase, salvándole así la vida; segundo, por darle el evangelio y salvarle el alma; y tercero, por discipularle y prepararle para la vida cristiana (Hechos 16). Bendecir a alguien que nos maltrata no es simplemente decirle: “Qué Dios te bendiga”. Va más lejos. Es ofrecerle el evangelio y darle la posibilidad de ser salvo. Claro, esto no es natural. Nuestra carne busca venganza. No nos importa que nuestros maltratadores vayan al infierno; pensamos que lo merecen; pero esta no es la actitud que un creyente debe tener, sino la de bendecir a la persona con la posibilidad de salvación, o bien por lo que decimos, o bien por nuestras oraciones a favor de su bien eterno.

Aquí en este contexto hay una serie de instrucciones que tienen que ver con los que nos tratan mal por nuestra fe en Cristo: “No paguéis a nadie mal por mal” (v. 17); “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagare, dice el Señor” (19). “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (v. 21). El cristiano va a sufrir persecución y va a ser maltratado por su fe. La tentación es pagar con la misma moneda, devolver mal por mal, vengarnos. Si lo hacemos estamos permitiendo que el mal nos venza, quedamos llevados por su influencia, perdemos nuestra libertad de actuar, damos mal testimonio, y mostramos que no somos mejores que nuestros maltratadores. En cambio, si reaccionamos bien, sorprendemos, damos a conocer a Cristo, y abrimos la puerta y la posibilidad de salvación para la otra persona.

El Señor Jesús es el primer ejemplo de uno que devolvió bien por mal. Nosotros le insultamos, le calumniamos, le acusamos falsamente, le rechazamos como criminal, escupimos en su cara, le azotamos, pedimos su crucifixión, y mientras moría, nos burlamos de él y nos reíamos de él, diciéndole lo que más podía dolerle. Él, en cambio, perdonó y ofreció su vida para salvar a sus perseguidores y sus maltratadores. Como dice el viejo himno: “¿Alguna vez ha habido una travestía de justicia tan acusada que cuando Cristo sufrió injustamente por todo nuestro pecado?” Para el peor mal Él devolvió el mejor bien. Y somos sus seguidores. Qué Dios nos dé la necesaria gracia para seguir en sus pisadas.


Enviado por el Hno. Mario Caballero