jueves, 20 de octubre de 2016

Sacando un Aprobado

SACANDO UN APROBADO

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falta cosa alguna” (Stg. 1:2-4). 


Una apreciada hermana se encontró en una prueba tan dura que su mismo amor por el Señor estaba en juego. Toda ella fue sacudida en una prueba hecha a su medida, porque es una gran mujer de fe, ¡y la prueba fue tan grande como su fe! Si no es así, casi las podemos superar con nuestras propias fuerzas.

Durante esta prueba, ella pasó mucho tiempo con el Señor en oración, a solas con Él, y nadie más. El Señor habló a su alma: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido” (Ap. 5:5). Iba recibiendo promesas y lecciones de la Palabra e iba anotando la relación de los versículos y lecciones aprendidas en un cuaderno. Lo que aprendió llegó a formar parte de ella, parte de su carácter. Ha cambiado para siempre. Esta mujer de Dios creció aun más en medio de su gran sufrimiento. Se refinó como el oro. Pudo decir al final: “Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia” (Salmo 66:10-12).

La meta de nuestras pruebas es salir aprobadas. Necesitamos pasar mucho tiempo escuchando al Señor. ¿Qué me está diciendo por medio de su Palabra? ¿Qué tengo que hacer en obediencia a ella? Puede ser una relación que te está haciendo sufrir. ¿Necesitas aprender a amar a tus enemigos, orar por ellos, hacerles bien (Mat. 5:44)?  ¿Necesitas ver cómo tus enemigos prosperan y no tener envidia de ellos (Salmo 73)? ¿Necesitas aprender que la fuerza del Señor es suficiente en tu debilidad (2 Cor. 12:9)? ¿Necesitas aprender a gozarte en tus angustias, y no hundirte (2 Cor. 12:10)? ¿Necesitas sentir la presión de la mano de Dios sobre ti y reconocer que es una muestra fehaciente de su amor por ti (1 Ped. 5:6)? ¿Necesitas aprender a ayunar (Esdras 8:21)? ¿Necesitas aprender a vivir de la Palabra de Dios y no de tus sentimientos (Deut. 8:3)? ¿Necesitas aprender a esperar en el Señor (Salmo 31:24)?
Estás en esta prueba para aprender y cambiar. Nuestra actitud en la prueba es esta: “De esta prueba me tengo que salir aprobada. Voy a aplicarme.”

 Enviado por Hno. Mario

lunes, 17 de octubre de 2016

Hoy

Hoy
Vivimos en el tiempo, maravilloso regalo de Dios. Él nos da un tiempo para cada cosa, así que no debemos despilfarrarlo.
A menudo oímos decir: «Tengo prisa; la vida es demasiado corta». La gente se queja del estrés, esa enfermedad moderna.


Dios le da cada instante, cada día; es un regalo muy valioso que usted posee: hoy puede ser feliz, pero no puede hacer nada con el ayer, ni con el mañana. La mayoría de nuestros males provienen del recuerdo de los fracasos del pasado o del miedo al mañana.




Viva el “hoy”, y vívalo de verdad. Los «ayeres» Dios se los llevó, y los «mañanas» aún están en sus manos. Utilice el hoy para amar a Dios, para dialogar con él. Dios le hablará mediante la Biblia, y usted le responderá por medio de la oración. Muéstrele que le ama aprovechando cada oportunidad para servir a su prójimo, pero no tomándolo como una obligación, sino por amor, porque usted mismo es amado por su Padre celestial. Aproveche cada hora y cada minuto para hacer el bien, y por la noche no olvide decirle: ¡Gracias, Señor, por este hoy!


«Señor, ayúdame a apartar cada día un momento para estar contigo, el tiempo necesario para escuchar a los demás, para admirar, reflexionar, sonreír, sin olvidar preciosos instantes para dar las gracias, perdonar, amar y orar».
“Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). “Aprovechando bien el tiempo” (Efesios 5:16).


Enviado por Hno. Mario

viernes, 14 de octubre de 2016

Mi pequeño ...

Mi pequeño instrumento en su gran orquesta
Michael Costa dirigía su célebre orquesta cuando, durante un ensayo, mientras las trompetas sonaban, los címbalos reteñían y los violines cantaban, el que tocaba un pequeño instrumento, el piccolo, se dijo: «¿Para qué sirvo? Es igual que toque o que no toque; de todas formas nadie me oye». Entonces dejó el instrumento en la boca pero paró de tocar. Unos instantes más tarde el director de la orquesta exclamó: «¡Parad! ¡Parad! ¿Dónde está el piccolo?». El oído del maestro había notado su falta.





Hay períodos en nuestra vida en los que nos sentimos insignificantes e inútiles. Estamos rodeados de personas que tienen mayores talentos que nosotros, y a veces, en momentos de debilidad, nos dan ganas de retirarnos y dejar que otro haga nuestro trabajo. Nos decimos que, de todos modos, nuestra contribución no cambiará gran cosa. Olvidamos lo que sugirió nuestro Señor cuando utilizó cinco panes y dos peces que un niño le llevó para alimentar a toda una multitud (Jean 6:5-11).

Fue el Señor quien nos puso donde estamos. Él distribuye las tareas y da los medios para cumplirlas. Que hayamos recibido pocos o muchos talentos, no nos corresponde a nosotros considerar la importancia. Pongamos sencillamente a su servicio lo que recibimos. Él siempre está atento a la manera como cumplimos lo que podríamos llamar nuestra prestación de servicios diaria. “A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad” (Mateo 25:14-30).

Enviado por Hno. Mario