miércoles, 25 de mayo de 2022




 

Cuando la oración no sale

 “Permaneced en mí” (Juan 15:4).

Esta es nuestro desafío diario, el de permanecer en Cristo continuamente. Surgen cosas y, de repente, perdemos el equilibrio espiritual. Nos descentramos. Hay muchas maneras de decir lo que pasa cuando algo interrumpe nuestra comunión con el Señor: Empezamos a funcionar en una onda equivocada; estamos con la mente desenfocada; va por el derrotero equivocado; tenemos una actitud que no es la correcta. Estamos enganchados en una actitud en que la oración no encaja. No nos apetece. No se nos ocurre orar. No estamos pensando en las cosas de Dios, porque están muy lejos de nuestros pensamientos. Ha habido una interferencia. Somos como el móvil sin cobertura. No va. Dios parece muy lejos y el mundo presente muy cercana.


¿Qué puede ocasionar este bajón espiritual?
Alguien hace algo que no estamos de acuerdo con ello.
Estás de viaje y no puedes encontrar un tiempo para orar.
La casa se queda sin luz o agua caliente, y ya estamos de mal humor.
Alguien te interrumpe e interfiere con tus planes.
Tienes que atender un niño pequeño o una persona mayor y no puedes estar por la lectura de la Palabra.
Estás en medio de un mal ambiente todo menos propicio para orar.
No te encentras bien de salud.
Decimos lo que no debemos.
Pecamos sin querer.
Sea lo que sea, no estamos por la labor. No nos resulta natural hablar de Dios, no sale la oración espontanea, no hay ningún cántico espiritual en nuestro corazón, y no tenemos poder espiritual. Se nos ha ido el gozo y la paz.


Normalmente sabemos cuál ha sido la causa, pero si no, hay que averiguarlo, o este estado puede durar días. La comunión con el Señor es demasiado valiosa para dejar pasar el tiempo con este enfriamiento espiritual. No estamos hablando de pecados gordos, sino de trabas o estorbos en la vida de una persona que normalmente camina con el Señor. Ya ha cultivado cierta sensibilidad y se da cuenta cuando se le ha ido el gozo. Sirve como termómetro para tomarse la temperatura espiritual. El estado normal de un creyente es estar lleno del Espíritu Santo. Esto se manifieste en los frutos del Espíritu, y también en una comunión continuada con el Señor que el creyente nota y cuida, como cuida todas las relaciones que valora. Pues, este creyente, cuando sabe lo que le ha pasado, acude al Señor y le pide perdón por permitir que algo haya interferido con su comunión con Él, y rectifica lo que está mal. Luego continúa su camino, como siempre, con el Señor muy presente en todo lo que hace, oyendo su voz, y hablando con Él, felizmente, como siempre.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

El fundamento

 Escucha el tema en esta hermosa poesía visita

https://www.ministeriotv.com/video/el-fundamento--24796

martes, 24 de mayo de 2022




 

Una revelación de Dios

 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, cuyo nombre es el Santo: yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Is. 57:15).

Aquí tenemos una revelación de Dios para guardar en nuestro corazón e ir meditando en ella. Dios se revela con tres nombres. El es el Alto y Sublime. Está más allá de nuestra comprensión y más allá de nuestra condición como los mortales caídos y limitados que somos. Él es el Santo. Es perfecto, puro, recto, sin mancha alguna en su carácter. Tiene todas las virtudes: es prudente, leal, fiel, admirable, justo, veraz, sereno y humilde. Esto nos tiene que chocar. Sí, Dios es humilde, y como tal, solo puede tener comunión con seres humanos quienes también lo son. No hay nada de prepotencia, altanería, o soberbia en Él.
Busca comunión con personas que tienen la humildad en común con Él: Dios vive “con el quebrantado y humilde de espíritu”. Jesús siendo el vivo reflejo de su Padre, también es humilde. De sí mismo dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mat. 11:29). También está quebrantado. Es “experimentado en quebranto… Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto” (Is. 53:3). “Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento” (Is. 53:10). Este salmo profético habla de su quebrantamiento: “El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Salmo 69:20, 21).
Si deseamos que Dios viva con nosotros, también hemos de ser quebrantados y humildes. En nuestro sufrimiento nos preguntamos por qué esto me está pasando a mí, y aquí tenemos la respuesta: Es para que lleguemos a ser como Cristo, para que Dios pueda convivir con nosotros, las dos cosas. Igual que en el caso de Cristo, fue Dios quien te quebrantó. Tú pensabas que era tu jefe o tu padre, pero ellos solo eran los instrumentos humanos; detrás estaba la mano de Dios humillándote. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5:6). Ha sido duro; has estado hecho polvo, pero era necesario para poder moldearte.
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, cuyo nombre es el Santo”. Él es “el Santo”. ¿Estás viviendo en santidad? Es necesario para que Dios viva contigo. El vive con los humildes, los quebrantados de corazón, y con los santos.
Pero notemos que Dios no nos deja destrozados. Tampoco lo hizo con su Hijo. Lo resucitó. Dios nos hacer pasar por el proceso de quebrantamiento “para hacer vivir el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de lo quebrantados”. No nos deja en el polvo de la muerte; nos resucita. Nos da abundancia de vida interior, vida de resurrección. Pone su vida en nosotros. Es una vida vencedora que nada puede parar, una vida victoriosa en Cristo. Esta es la finalidad de nuestro quebranto, para después ser vivos y enteros en Cristo, puros y humildes para que Dios pueda tener comunión y convivir con nosotros en santidad. Esta es la finalidad de su hermosa obra de salvación y santificación.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

lunes, 23 de mayo de 2022




 

La Iglesia y las bodas del Cordero

 Te comparto el enlace hacia el tema pastoral de bendición a tu vida, clic en el vínculo para ir y escuchar

https://www.ministeriotv.com/video/la-iglesia-y-las-bodas-del-cordero--24782


Las señales de los tiempos

 Ya está disponible la enseñanza de la Escuela Bíblica Dominical, clic en el siguiente enlace para ir y escuchar

https://www.ministeriotv.com/video/las-seales-de-loso-tiempos-24781


Quién tiene el control

 Deseo hacerle una pregunta: ¿Quién está en control de todo lo que pasa en el mundo? ¿Dios o Satanás? Mucha gente piensa que Dios es solamente rey en el cielo, pero no piensa que El es el creador del mundo y tampoco creen que El controle todas las cosas que ocurren en él. Algunas personas piensan que el mundo funciona como una máquina obedeciendo las leyes de la naturaleza. Otros consideran que el hombre puede controlar lo que le sucede usando su propio libre albedrío. Pero déjeme hacerle nuevamente la pregunta: ¿Quién tiene el control de lo que sucede en el mundo? ¿Es Dios o Satanás? Cuando nos fijamos en lo que pasa en el mundo, fácilmente podríamos concluir que Satanás está en control, esto debido a que existe tanta confusión y pecado. Vemos que las cosas van de mal en peor; continuamente oímos de guerras y revoluciones; sabemos que hay una gran inquietud y temor en el mundo. La mayoría de las personas permanecen en la ignorancia respecto a la verdad de Jesucristo, y muchos piensan que el cristianismo es un fracaso. Aún algunos que se identifican como creyentes, han sugerido que aunque Dios quiere salvar a las personas, no puede hacerlo, ¡porque estas mismas personas no se lo permiten! Todo pareciera indicar que Satanás tiene control de lo que ocurre.

Los creyentes, más que ningún otro, no deberían pensar de esta manera. Los creyentes no deben interpretar lo que sucede sólo por lo que sus ojos ven, sino que deben interpretar las cosas a través de la fe. («…andamos por fe no por vista.» 2 Cor.5:7) Los creyentes creen lo que Dios ha dicho en la Biblia, y la Biblia siempre ha advertido que lo que está sucediendo en el mundo es lo que tenía que suceder (porque así lo había determinado Dios desde el principio). La Biblia dice que la gente inconfesa siempre estará en rebeldía contra la autoridad y la ley de Dios. Así que, no debería sorprendernos cuando la gente desprecia a Dios mismo, porque El es la autoridad suprema y el dado de la ley. La Biblia anuncia que es Dios y no Satanás quien esta controlando lo que acontece en el mundo. La Biblia nos enseña que Dios creo todas las cosas y que El ejerce un control completo y soberano sobre todo lo que hizo. La voluntad de Dios no puede ser cambiada. El es Rey soberano sobre todas las cosas y nunca puede ser sorprendido por nada de lo que acontece. El reina sobre todo, haciendo que todas las cosas obren juntas para el bien de todos aquellos que le aman y que han sido llamados por El para ser su pueblo.

Aunque todas estas cosas son verdaderas, solamente podemos entenderlas y disfrutarlas si somos creyentes en Dios. Tenemos que llenar nuestras mentes con conceptos verdaderos acerca de Dios, su naturaleza y su carácter. Solo entonces, podernos aceptar con sumisión y confianza todo lo que nos acontezca, sean decepciones, dificultades o tristezas, porque sabemos que todas las cosas incluso estas, son controladas por un Dios tan sabio que no puede equivocarse, y demasiado amoroso para ser cruel. La gente necesita escuchar estas verdades acerca de Dios; la predicación superficial y vaga no basta. Así que, permítame hacer la observación de nuevo: Dios todavía vive; El ve todo lo que sucede y está en completo control. Cuando pensamos acerca de lo que está pasando en el mundo, no deberíamos comenzar a explicarlo desde una perspectiva meramente humana, porque si lo hacemos así, jamás entenderemos esta vida. Existen muchas cosas en la vida que encontramos extrañas y difíciles de entender, pero a través de la Biblia Dios nos da entendimiento. La Biblia es la Palabra de Dios, la revelación divina para nosotros. Así que, si queremos entender lo que pasa en el mundo, tenemos que comenzar aprendiendo lo que la Biblia dice acerca de Dios.

Este es el lugar correcto para comenzar. Si tratamos de explicar las cosas partiendo del estado actual del mundo y luego intentamos conectarlo con Dios, concluiremos que Dios tiene muy poco que hacer con el mundo tal como nosotros lo conocemos ahora. Hay dos maneras para responder a mi pregunta acerca de quien esta en control. La persona que no cree en Dios considera todo desde su propio punto de vista humano. Empieza con el hombre y es por eso que no puede entender el como Dios puede estar en control. Por otro lado, la Biblia nos dice que los pensamientos de Dios no son los nuestros, y que los caminos de Dios no son como los de nosotros. La persona que no cree en Dios siempre pensará que es tonto decir que Dios controla todo. Sin embargo, el creyente sabe que Dios está en control porque así lo ha dicho Dios en la Biblia. El cristiano comienza con Dios. Aunque hay mucho pecado y sufrimiento en el mundo, lo cual causa tristeza al creyente, sin embargo él no dice «Si yo fuera Dios no lo permitiría». El cristiano cree que los caminos de Dios son inescrutables e incomprensibles. Dios ha ocultado muchas cosas de nosotros con el propósito de probar nuestra fe, para fortalecer nuestra confianza en su sabiduría y para ayudamos a aceptar su voluntad. El cristiano confía en Dios y trata de interpretar todas las cosas desde el punto de vista de Dios. El creyente confía en Dios y acepta lo que ocurre, porque sabe que viene de El. Puesto que confía en Dios, su corazón puede estar tranquilo en medio de la tormenta. Confiando en Dios, se regocija porque sabe que al fin de todo verá la gloria de Dios. En el siguiente capítulo aprenderemos más de lo que la Biblia quiere decir, cuando afirma que Dios está en control de todas las cosas.

Por Arthur .W. Pink

Enviado por el Hno. Mario Caballero

Promesa

 




martes, 17 de mayo de 2022




 

Y si no

 “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo… y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses” (Daniel 3:17, 18).

Puede ser que hayas tenido una idea de Dios muy soleada, que es un Dios que siempre cuida de ti de manera que no permitiría nunca que te pasase una desgracia, porque eres la niña de sus ojos y te cuida entre algodones. No estás nada preparada para ninguna desgracia, y luego, uno ocurre: tienes un aborto y no puedes tener más hijos, tu marido es infiel, te dice que no te quiere, se va con otra; tus hijos se apartan de Dios a pesar de haber sido enseñados en sus caminos toda la vida; te nace un niño con problemas muy serios; tu marido se muere de cáncer; tu hijo se declara homosexual y se casa con otro; tu hija se divorcia; tu hijo cae en la droga o en el alcohol; después de casarte descubres que tu marido realmente no es convertido; tu pastor abandona la familia y se casa con otra mujer… Como creyentes no somos exentos de pasar por ninguna de estas cosas. Personalmente tengo amigas creyentes que han pasado y superado todos estos problemas por la gracia de Dios. Nunca pensaban que les podría pasar tal cosa, sin embargo, pasó. No son cosas que se pueden aceptar fácilmente, sobre todo si tu concepto de Dios no lo admite.


En la historia de Job vemos que Dios permite todas las clases posible de sufrimiento en la vida de sus hijos. ¿Tú puedes aceptar esto? Su propio Hijo pasó por el rechazo de parte de sus hermanos, fue malentendido por la familia, sufrió persecución de los más religiosos, de hombres que profesaban fe en el mismo Dios, fue calumniado, fue tomado por loco, vivía en la pobreza, no tenía posesiones materiales, nunca se casó, hubo atentados contra su vida, un amigo íntimo se murió, pasó por el dolor físico, sufrió la traición de un amigo íntimo, otro le abandonó en su hora de necesidad, el diablo fue a por él con toda la fuerza del infierno, y no hubo nadie que le entendía. “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:12).


Como dice Oswald Chambers, Dios no nos exime de los requisitos de ser hijos. Al suyo le hizo pasar por la crucifixión y a los demás hijos también. Nos trata como trató a su Hijo. Para Él un hijo es uno que se somete a su voluntad por difícil que sea sin dejar de confiar en su amor. Lo que dijeron los amigos de Daniel es clásico: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo… y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses”. Si Dios nos libra del sufrimiento, bien, Él puede, no le cuesta nada; pero si no, no vamos a dejar de servirle como nuestro Dios. No dudaremos de su amor. Nada de lo que nos pasa puede hacernos abandonarle. No nos apartaremos aunque parece que nos ha hecho una mala jugada. Job dijo lo mismo: “Aunque me mate, confiaré en Él” (Job 13:15, KJV). A Jesús sí, Dios le abandonó, y le mató, pero Jesús seguía confiando en su Padre y en su salvación hasta el punto de decir: “En tus manos encomiendo mi espíritu” (¡las manos que le estaban crucificando!), y murió con total confianza en Él.


Dios es digno de confianza aunque no le entiendas. Dios es amor. Dios es luz y en Él no hay ninguna sombra de tinieblas. No hace nada malo. Es incapaz. ¿Lo crees? ¿Lo creerás cuando te pase lo inexplicable? La fe se basa en la Palabra, no en la experiencia humana. Ésta es variada, la fe es objetiva, no subjetiva. Dios es Dios, pase lo que pase. Siempre permanece igual. Es nuestra Roca inmovible.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

lunes, 16 de mayo de 2022

 




Reconoce el error y desecha la mentira

 Enseñanza en la Escuela Bíblica Dominical que escuchas en el Canal al seguir el enlace a continuación

https://www.ministeriotv.com/video/reconoce-y-desecha-24754

La Iglesia y el arrebatamiento

 Ya tienes disponible el tema pastoral en el Canal, solo haz clic en el enlace provisto a continuación para ir a escuchar

https://www.ministeriotv.com/video/la-iglesia-y-el-arrebatamiento--24755

Evento

 Aquí te comparto el enlace para los detalles (recordatorio)

https://www.ministeriotv.com/video/evento-de-mayo--24684

El camino a

 El tema para hoy El camino a la comunión diaria con Dios haz clic sobre el enlace provisto para ir a leer

https://lagloriaesdedios.blog/2022/05/16/el-camino-a-la-comunion-diaria-con-dios/


Promesa

 




Tema de Mayo

 Recordar incluír el tema de oración durante este mes en tus devocionales personales





miércoles, 11 de mayo de 2022




 

En Dios estamos seguros

 Edificante tema de bendición en tu vida por la Palabra de Dios, haz clic para ir a escuchar sobre el enlace siguiente

https://www.ministeriotv.com/video/en-dios-estamos-seguros-24738

El rol de la oración

 “Aun estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; cuando el varón Gabriel vino a mí” (Daniel 10:20, 21)


Hasta aquí la cosecha personal sobre el capítulo 10 de Daniel. Ahora vamos a proceder con la ayuda del comentarista. Hemos visto que “tanto los ángeles como los seres humanos están involucrados en el mismo conflicto luchando juntos contra los mismos enemigos” (Comentario Antiguo Testamento Andamio, Daniel, por Ronald S. Wallace). ¡Imagínate la lucha en los cielos cuando Herodes el Grande quiso matar al indefenso Niño Jesús! Por eso José tuvo varios sueños con ángeles avisándole a huir, cuándo volver, y dónde establecerse después (Mateo 2). Por eso vino un ángel para fortalecer al Señor Jesús en su lucha final contra Satanás (Mateo 26:41). Un día sabremos lo qué pasaba en los lugares celestiales durante la crucifixión mientras millares de millares de ángeles estuvieron en alerta roja, preparados para intervenir en un momento si fuesen llamados. Por eso pidió Jesús a sus discípulos y amigos que orasen. Pero fallaron y no hubo nadie de su parte en la tierra. Por esto dice: “Mire, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentara” (Is. 53:5). Solo, sin ayuda humana, su brazo le dio la victoria.


Las luchas entre los estados políticos y el pueblo de Dios tienen su paralelo en las esferas celestiales; también se combaten allí. El comentarista observa que la tensión entre Persia y el pueblo de Dios se refleja en el conflicto entre el príncipe de Persia, un poder satánico, y Miguel, el encargado de la defensa. En estas batallas terribles los seres humanos participan con ayuno y oración (Ester 4:16). La angustia más intensa de Daniel coincidió con el tiempo en que hubo gran lucha en los cielos entre Miguel y el príncipe de Persia: “En aquellos días yo Daniel estuvo afligido por espacio de tres semanas” (v. 2) y “El príncipe de Persia me opuso durante veintiún días” (v. 13).

¡Lo más impresionante es que Daniel, por medio de sus oraciones, ayudó a Miguel a ganar la victoria! ¿Cómo supo Daniel que tuvo que orar y ayunar precisamente en aquel tiempo? ¡Por su estrecha comunión con Dios! Su espíritu le dijo que tenía que orar y él pagó el precio en intercesión. El comentarista dice: “Tan agradecidos estaban los poderes celestiales por la ayuda de las oraciones de Daniel, que el mensajero celestial se presentó ante él para darle las gracias y fortalecerle en la debilidad que le había costado tal conflicto, animándole a seguir orando con la misma preocupación y ansiedad”. Le comenta que ahora se presenta otro conflicto con el príncipe de Grecia y es como si pidiera su colaboración en esta batalla también. Sacamos la conclusión de que por medio de la oración y el ayuno los creyentes ayudamos a los ángeles en las guerras celestiales y que ellos nos ayudan en los conflictos terrenales, y que juntos “propiciamos el destino en una escala cósmica mayor de lo que habitualmente se entiende”.
Esto nos deja con mucho en que pensar.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Oremos

 




lunes, 9 de mayo de 2022




 

El camino a Dios

“Jesús le dijo: Yo soy el camino” 

(Jn. 14:6)

¿Cómo puede un pecador llegar a Dios, quien es santo y perfecto y apartado de pecadores? El Tabernáculo que Moisés levantó en el desierto nos muestra el camino. Es el audiovisual que Dios nos ha dejado para mostrarnos el camino de la salvación. Hay una sola puerta. No hay otra manera de llegar a Dios. La puerta es Jesús. Él mismo nos dijo: “Yo soy la puerta” (Juan 10:9). La puerta no es ninguna religión, sino una persona, el Hijo de Dios. Es Él quien nos conduce al Padre.


Él es la puerta y Él es el camino. Entramos por la puerta y seguimos el camino. Este nos conduce primero al altar de sacrificio, el primer mueble en el patio del Tabernáculo. Allí es donde se sacrificaban los animales como sustitutos para pagar por los pecados de los arrepentidos. Este altar corresponde a la cruz donde Cristo fue sacrificado como el Cordero de Dios por nuestros pecados. Hebreos nos lo explica claramente: 9:13, 14; 10:1, 14, 4, 12, 18. “La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).


Después seguimos el camino y nos conduce al lavacro. Después de recibir el perdón de nuestros pecados, nacemos de nuevo por obra del Espíritu Santo para formar parte de la familia de Dios: Juan 1:12 y Hechos 11:16. “Nos salvó por el lavamiento (lavacro) de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).
Ya que somos salvos podemos pasar por el velo y entrar dentro del Tabernáculo, al Lugar Santo. Allí encontramos la mesa de panes que nos hablan de Cristo quien es el pan de vida (Juan 6:32). Esta nos habla de su Palabra, la Biblia, que es comida para nuestras almas recién nacidas, y nuestro alimento toda la vida. Cada día leemos su Palabra y recibimos vida de Él.


Delante de la mesa esta el candelero que representa a Cristo. Él es la luz del mundo (Juan 9:5). El combustible es aceite, que representa el Espíritu Santo. Nosotros somos luz en el Señor (Mat. 5:14). Andamos en luz (1 Juan 1:7), que significa que vivimos una vida santa. El Espíritu Santo alumbra nuestra mente para comprender la Palabra de Dios y viviendo según ella, andamos en santidad.
Luego el camino nos conduce al altar de incienso que representa la intercesión de nuestro Sumo Sacerdote, el Señor Jesús, y, en un sentido secundario, representa nuestras oraciones, que son olor grato que suben a la presencia de Dios que está al otro lado de velo. Este velo fue rasgado abriéndonos el camino a la misma presencia de Dios cuando Cristo fue crucificado por nuestros pecados (Mateo 27:50, 51). Heb. 9:6, 7, 11, 12. Por su muerte tenemos libre entrada al trono de Dios: Heb. 10:19-22.


El camino termina delante del propiciatorio, el trono de Dios, de su misma presencia, nuestra meta (Heb. 9:12-14 y 4:6). Así llegamos a Dios. El Sumo Sacerdote entraba una vez al año para presentar la sangre de la victima delante de Dios y así recibir el perdón por el pecado del pueblo. Cristo entró en el Tabernáculo celestial y roció el Trono de Dios con su sangre para nuestra eterna salvación. Así hemos conseguido la salvación, y así es como cualquier persona que está buscando a Dios la encuentra: por medio del altar y el lavacro, el pan, el candelabro, y el altar de incienso, es decir, por medio de la cruz, el nuevo nacimiento, la luz de la palabra y la oración.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Promesa

 


Tema del mes

 Durante nuestros devocionales personales incluír la oración del tema de mayo, gracias.





Evento

 Recordatorio del Evento durante este mes los escuchas aquí

https://www.ministeriotv.com/video/evento-de-mayo--24684

lunes, 2 de mayo de 2022



 

Manifiesta el carácter de Cristo

 Tema ofrecido en la Escuela Bíblica Dominical más reciente que bendecirá tu vida, clic para ir a escuchar

https://www.ministeriotv.com/video/manifiesta-el-carcter-de-cristo--24686

La Iglesia y el evangelismo

 Ya puedes escuchar este edificante tema visitando

https://www.ministeriotv.com/video/la-iglesia-y-el-evangelismo-24685

Evento de Mayo

 Participa y comparte el Evento del mes para que otros se sumen en clamor, todos los detalles siguiendo el enlace

https://www.ministeriotv.com/video/evento-de-mayo--24684

Santidad práctica

 “Por lo cual, habiendo ceñido los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y tened vuestra esperanza puesta por completo en la gracia que os será traída en el revelación de Jesús el Mesías; como hijos obedientes, no amoldándoos a la antiguas pasiones que teníais estando en vuestra ignorancia; sino, según el que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque está escrito: Sed santos, porque Yo soy santo”

(1 Pedro 1:13-17).
Aquí el apóstol está hablando de cinco aspectos de la vida de santidad: una mente preparada, clara y ordenada, la sobriedad, la esperanza bien puesta, obediencia a Dios y buena conducta. Vamos a mirar a cada componente:
Una mente ordenada. Es una mente disciplinada: no piensa en lo que no se debe, ni en lo que nos hace daño, ni en lo que va mal, o lo que nos hace dudar y fluctuar, sino en lo que sea para nuestra edificación. Tiene las actitudes correctas. Piensa con claridad. Esta mente está preparada para servir al Señor.
La sobriedad. Ser sobrio es lo opuesto a estar ebrio. Estar ebrio es estar controlado por la bebida. La persona sobria se controla a sí misma. Dios no lo hace, lo tenemos que hacer nosotros. Es estar alerta, aprovechar el momento, tomar decisiones sabias. Es no vivir en un mundo irreal de ilusiones o fantasías, sino con los pies en el suelo, estar por la labor. Es ser equilibrada, cuerda, no andando en tonterías, intentando entretener a otros con nuestras gracias, sino aprovechando el tiempo siendo sensatos y prudentes.
La esperanza totalmente puesta en la venida del Señor. Nuestra esperanza no está puesta en un cambio de gobierno, ni en la iglesia, ni en el trabajo, ni en que el mundo vaya a mejor, sino en que cuando venga Cristo todo se solucionará. Tendremos salud, paz, plenitud de gozo, abundancia, comunión perfecta los unos con los otros, relaciones sanas, trabajo fructífero, una naturaleza perfecta y al Señor cerca. Nuestra esperanza no está en este mundo que siempre nos defrauda, sino en la gracia de Dios que nos dará lo que nunca podríamos merecer.
La obediencia. Pongamos en práctica lo que ya sabemos, que es mucho. Hay que hacerlo. Hemos de vivir en la voluntad de Dios, cumplir nuestro deber con la familia, en el trabajo y mantener buenas relaciones con todo el mundo, a saber, una vida disciplinada. Lo contrario es vivir según la vieja vida antes de conocer al Señor con sus peleas, mal genio, haciendo lo que nos da la gana, controlados por nuestras pasiones y la voluntad de la carne, que consiste en peleas, sexo ilícito, placeres y nuestra voluntad. Obediencia es leer la Biblia, tomar nota de lo que Dios pide y hacerlo.
Una conducta santa. Esta procede de lo anterior, de tener la cabeza bien puesta, la sobriedad, una esperanza enfocada en la venida de Cristo, y obediencia a Dios. La carne con sus deseos y pasiones está crucificada. Si no, no hay santidad. La mente disciplinada, la sobriedad, la esperanza y la obediencia forman parte de la vida interior. La conducta es la manifestación exterior, lo que la gente ve. Es el resultado de una mente preparada, la sobriedad, una actitud esperanzada, el tomarse la vida en serio y el deseo de agradar a Dios en la conducta: mente, emociones, voluntad, y cuerpo están sometidos a Dios, disciplinados, controlados y puestos al servicio de Dios en obediencia a su Palabra. Que el Señor nos ayude a ir progresando en la vida de santidad.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

Promesa

 




Tema de mayo

 




Bendecido y