jueves, 29 de julio de 2021







 

La mano extendida

 “Pedro le dijo: ‘Señor, si eres tú, manda que yo vaya hacia ti sobre las aguas.’ Y él le dijo: ‘Ven.’ Entonces Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero al sentir la fuerza del viento tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ‘¡Señor, sálvame!’ Al momento, Jesús extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: ‘¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?'” Mateo 14:28-31

Pedro tuvo miedo y comenzó a hundirse en el agua. “Entonces gritó: ¡Señor, sálvame! Al momento, Jesús extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:30b-31).

Al extender su mano, Jesús demuestra su amor y cuidado, aun sabiendo que nuestra fe es tan pequeña. Al extender su mano, Jesús nos muestra que es el Señor de nuestra vida, el Hijo de Dios que escucha cada pedido de auxilio. Al extender su mano Jesús demuestra que es el Salvador que, conociendo nuestras dudas, nos toca con su amor.

Por: CPTLN

Misiones

 


martes, 27 de julio de 2021






 

Perdona

     Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;

Mateo 6.14

Paz y reconciliación

 “Y Esaú respondió: ¡Qué bien le queda el nombre Jacob! ¡Ya me ha suplantado dos veces! ¡Primero me arrebató mi primogenitura, y ahora me ha arrebatado mi bendición!” Génesis 27:36a

Esaú quería matar a su hermano Jacob porque éste le había robado sus derechos por ser hijo primogénito. Por ese hecho fue que Jacob había huido. Después de muchos años se produce el reencuentro, los dos ya más viejos, con muchos hijos e historias que contar. Al encontrarse ante Esaú, Jacob, el hermano traidor lleno de terror, se arrodilla y toca el piso con su rostro. “Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándose a su cuello, lo abrazó y lo besó. Y los dos lloraron” (Génesis 33:4).

Todo el peso del antagonismo y los remordimientos que durante años abrumaron el corazón y la vida de Jacob, de pronto se desvaneció no sólo por el perdón de Esaú y las lágrimas de ambos, sino por sanidad otorgada por Dios y reconocida por Jacob. Dios mostró claramente que con arrepentimiento, confesión y perdón, es posible restablecer una relación. Lindo ejemplo a seguir. Seamos nosotros también mensajeros de la paz y la restauración.

Por CPTLN

Misiones

 


lunes, 26 de julio de 2021






 

Una gran boda y . . .

 Una gran boda y la manifestación del Rey

Tema ofrecido en la Escuela Bíblica Dominical disponible para ti visitando el sitio web, sigue en vínculo a continuación

https://www.ministeriotv.com/video/una-gran-boda-y--23014

La tentación no es una broma

 “Por eso le era necesario ser semejante a sus hermanos en todo: para que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiara los pecados del pueblo. Puesto que él mismo sufrió la tentación, es poderoso para ayudar a los que son tentados.” Hebreos 2:17-18

¡Qué tentación!, dicen algunos con tono de burla ante un rico helado o un buen asado. Otros, sin mucho pudor, al mirar el cuerpo de otra persona, exclaman con una sonrisa maliciosa, ¡qué tentación! Pero, por más que bromeemos con la palabra “tentación”, la misma no es broma.

Caer en tentación no es simplemente elegir un placer. Es elegir el pecado e ir en contra de la voluntad de Dios. Por lo tanto, no juegues con la tentación. Cuando te sientas tentado acuérdate que el pecado lastima, rompe relaciones y trae sufrimiento. ¡Lucha! No estás solo: “Puesto que él mismo sufrió la tentación, es poderoso para ayudar a los que son tentados.” (Hebreos 2:18)

Por CPTLN

Promesa

 Disponible siguiendo el enlace a continuación

https://lagloriaesdedios.blog/2021/07/26/promesa-condicionada-a-la-obediencia-a-dios-9/


Evento de Julio

 Recordatorio 

Puedes verlo aquí

https://lagloriaesdedios.blog/2021/07/26/evento-de-julio-15/







Misiones

 















jueves, 22 de julio de 2021





 

Cuando las pruebas parecen contradecir el amor de Dios

 Escribe David: Anoche operaron a Margarita en el Hospital General de Segovia. Le colocaron tres tornillos en la cadera para ajustar la fractura. Dicen los médicos que todo ha salido bien. Espero estar con ella después de enviar veste correo.

Hoy, a falta de una meditación de Margarita, os enviamos otro himno que versa sobre la providencia de Dios en momentos de adversidad. Os invitamos a meditar en la letra, que no tiene desperdicio:

De maneras misteriosas suele Dios aún obrar, / Y así sus maravillas por los suyos efectuar. / Él cabalga sobre nubes, y los vientos y la tempestad / Son sus siervos enviados para hacer su voluntad.

En abismos insondables, con destreza y gran saber / atesora sus designios, efectúa su querer, / ¡Alentaos, pues, medroso! Estas negras nubes son / de sus bendiciones llenas; traerán la salvación.

No juzguéis por los sentidos los designios del Señor / si parece que las pruebas contradicen su amor. / Descansad en sus promesas, en su gracia descansad; / estas sombras son el manto con que se envuelve su bondad.

Sus propósitos perfectos a su tiempo cumplirá, / y lo que es ahora amargo dulce fruto llevará. / La incredulidad es ciega, pues no mira más allá. / A la fe Dios se revela. Todo nos lo aclarará.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

Misiones



miércoles, 21 de julio de 2021







 

Poder en la oración

¡Dios está ansioso por demostrarnos que tenemos poder en la oración!

“Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre” (1 Reyes 18: 42-44).

Elías era humano y como tal le afectaban las mismas cosas que a nosotros, los mismos temores, anhelos, esperanzas, desesperación y necesidades, y ¡sin embargo, sus oraciones obtenían resultados! Dios nos está mostrando aquí lo que se debe hacer en cada crisis: ¡Corre a Él! ¡Hazlo fervientemente! ¡Ora que puertas se abran y se cierren! Elías oró fervientemente y siguió orando y esperando hasta que el Señor respondió. Siete veces envió a su siervo a mirar el horizonte por sólo una pequeña señal.

Hoy en día, después de una o dos sesiones de oración, nos damos por vencidos y nos enojamos con Dios. Decimos: “No funcionó para mí. Oré, y mi marido y yo, todavía estamos teniendo problemas. Todavía no tengo lo que necesito”.

Es obvio que la gente no ora porque no cree que funcione. No saben lo que significa perseverar en oración, volver a poner su cabeza en el suelo una y otra vez como lo hizo Elías. A esto le llamamos “echar mano de Dios”. En el Antiguo Testamento se le llama “luchar con Dios”. La oración de Jacob fue: “No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26). La espera y los retrasos son con un propósito: para conformarnos a la imagen de Cristo. No es posible que pases mucho tiempo en Su presencia sin llegar a conocerlo. Cuanto más se demora la respuesta y cuanto mas fervientemente oras, tanto más importante se vuelve Él y menos importante se vuelve la respuesta. ¡De una forma u otra, tú ganas!

Por: David Wilkerson

Enviado por el Hno. Mario Caballero 

Oremos

 


Recordatorio

 


Misiones


 

lunes, 19 de julio de 2021






 

La caída de la religión apóstata

Aquí te comparto el enlace hacia el tema nuevo de la Escuela Bíblica Dominical, clic para ir y escuchar

https://www.ministeriotv.com/video/la-cada-de-la-religin-apstata-22964


La venida del Espíritu Santo

 “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, por cuanto no creen en mí, de justicia por cuanto voy al Padre y no me verán más; y de juicio por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16: 8-11).

            El Dr. Martyn Lloyd-Jones en su libro “Dios el Espíritu Santo”, tiene un capítulo dedicado a estos versículos en los cuales  expone su significado vital de una manera nueva y convincente. En el texto original no dice “convencerá al mundo”, sino “declarará al mundo”. No es la descripción de cómo un alma llega a la salvación, sino el testimonio que el Espíritu Santo dio al mundo incrédulo cuando descendió en el Día de Pentecostés. No está hablando de la obra del Espíritu Santo a convencer de pecado en las profundidades del alma, sino del pecado que el mundo cometió cuando no creyeron que Jesús de Nazaret fue el Hijo de Dios y el Mesías prometido, sino que le rechazaron, y le crucificaron como impostor, cuando el mundo clamó: “¡Crucifícale; crucifícale!”, y le clavaron en una cruz. La venida del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés declara al mundo su equivocación, que Jesús realmente era el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo (Hechos 5:29-32). ¿Cómo lo hace? Por medio del cumplimiento de la promesa de Joel, el Espíritu Santo declara que Jesús es el Cristo. El pecado del mundo fue no creer en Él.

“De justicia, por cuanto voy al Padre”. El texto no significa que por su resurrección y ascensión Dios establece la justicia de Jesús, sino que Dios nos justifica a nosotros por la obra de Cristo. La resurrección lo demuestra y la venida del Espíritu Santo es la prueba final de que Jesús logró nuestra justificación en la Cruz. Su venida es el broche de oro, la guinda en el pastel, es la última y definitiva prueba de que Cristo es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. La venida del Espíritu Santo muestra que la justificación es por la obra de Cristo, no por cumplir con las exigencias de la Ley o por el esfuerzo humano para ser moral: “Cristo Jesús nos ha sido hecho justificación” (1 Cor. 1:30). Jesús es nuestra justicia, y así es como el hombre se justifica delante de Dios.

“De juicio por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Ha sido juzgado como resultado de la obra de Cristo en la Cruz. La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue la prueba definitiva de la derrota de Satanás y del juicio que se ha pronunciado sobre él. Juan 12:31: El príncipe maligno fue echado fuera con la muerte de Cristo. En la Cruz, Jesús juzgó y derrotó al diablo y todo el mundo fue atraído a Jesús (Juan 12:32, 33). La muerte, resurrección y ascensión de Cristo y la venida del Espíritu Santo fueron la prueba y la proclamación al mundo de la derrota del Satanás. Satanás ha sido juzgado ya por la obra de Cristo en la Cruz, y la venida del Espíritu Santo lo proclama. Y a partir de aquel momento Cristo ya tiene toda la potestad sobre el mundo: “Toda potestad me es dado” (Mat. 28:18, 19)dijo Jesús después de resucitar. Satanás controlaba todos los países menos Israel antes de la cruz por medio de religiones falsas. Ahora, por medio de la obra de Cristo, todo el mundo puede venir a Dios por la fe en Él. En el día de Pentecostés, el evangelio fue predicado en todos los idiomas significando que Jesús es Salvador para todo el mundo.        

Enviado por el Hno. Mario Caballero

Evento

 Recordatorio del Evento del mes, aquí el afiche con el versículo bíblico



Promesa

 


Misiones

 


viernes, 16 de julio de 2021






 

Anhelo de justicia

 “El Espíritu de Yahweh habla por mí, y su palabra está en mi lengua. Ha dicho el Dios de Israel, me ha hablado la Roca de Israel: El que gobierna a los hombres con justicia, el que gobierna en el temor de Dios, es como la luz de la aurora cuando sale el sol, cual mañana sin nubes tras la lluvia, que hace resplandecer la tierna hierba de la tierra. Y aunque mi casa no haya sido así para con Dios, Él ha hecho conmigo un pacto eterno, en todo ordenado y bien seguro, que hará prosperar mis anhelos de plena salvación” (2 Sam. 23:2-5).

            Solo la poesía puede expresar los deseos más profundos del corazón. David es consciente de que el Espíritu Santo ha inspirado esta bella descripción de Uno que satisfará sus anhelos de plena salvación, Uno que gobierna a los hombres con justicia en el temor de Dios. Solo hay Uno que cumple estos requisitos. David reconoce que su casa no es así. Acaba de vivir la inmoralidad de su hijo Amnón, seguida por la traición de otro hijo, Absalom. Su esperanza no está puesta en su familia inmediata, sino en Uno que nacerá de sus lomos. Éste sí gobernará en justicia. No se le compara con ningún rey humano, sino con lo más hermoso de la creación, con la delicada luz de la aurora que resplandece hasta que el día sea perfecto, con la hierba fresca, luminosa en su verdor a la tierna luz de la mañana, o sea, con un mundo limpio, fresco, vivo y nuevo, sin nubes, sin sombras ni penas, hecho perfecto para siempre porque su Creador ya es su Señor.

            Esto no podría contrastar más con el mundo en que vivimos ahora. En lugar de la naturaleza restaurada y la humanidad viviendo en paz y justicia, tenemos la destrucción de la fauna y el agotamiento de los recursos naturales en Botsuana; matanza en Nigeria; despotismo y asesinatos de maestros y escolares en Iraq y Paquistán; agresión tecnológica de internet en Corea del Norte, y millones desplazados en muchos lugares, huidos de regímenes de terror, subsistiendo en campos de refugiados en condiciones infrahumanos. El mundo está más lejos de la justicia que nunca.

            Frente a este panorama vale la pregunta: “¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos?” Le necesitamos. El mundo no puede sobrevivir sin Él. Éste es el hijo de David que llevamos tanto tiempo esperando. Le tuvimos por un breve tiempo, pero se ha ido; sin su gobierno el mundo está agonizando. Este año clamamos más fuerte que nunca, “Ven, Señor Jesús”, porque cuando Él venga traerá plena salvación:

“He aquí para justicia reinará un rey, y sus príncipes presidirán en juicio. Aquel varón será como abrigo del viento, como refugio contra la tempestad, como corrientes de aguas en tierra seca, como sombre de roca maciza en tierra calurosa” (Is. 32:1, 2).

“¡Alégrense el desierto y el sequedal! ¡Regocíjese el Arabá y florezca exuberante y desborde de júbilo, alégrese y cante alabanzas! Porque le fue dada la gloria del Líbano, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Sí, ellos verán la gloria de Yahweh, la majestad de nuestro Dios. Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles, decid a los de corazón apocado: ¡Esforzaos, no temáis! ¡He aquí vuestro Dios viene con retribución: la venganza es del ’Elohim: Él mismo vendrá y os salvará!” (Is. 35:1-4).  

Enviado por el Hno. Mario Caballero

Misiones

 


jueves, 15 de julio de 2021






 

El lugar que Cristo ocupa

 “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Col. 1:15).

            La imagen existe desde que existe la realidad y es inseparable de ella. Por tanto, el Hijo es tan antiguo como el Padre. La imagen es un auténtico reflejo de la realidad. Lo invisible por definición no puede tener imagen. Jesús es lo de Dios que se puede representar en forma visible. Es lo invisible hecho visible, Dios en carne humana. El que lo ha visto a Él ha visto al Padre. El Padre ha sido Padre desde que ha tenido el Hijo, o sea, eternamente. El Hijo no fue creado, sino que es eternamente engendrado. Siempre está saliendo del Padre como una imagen siempre está saliendo de donde procede. Nunca ha habido un tiempo en que no haya existido el Hijo de la misma manera que nunca ha habido un tiempo en que el Padre no haya sido Padre. Cristo es el primogénito de toda creación. Primogénito significa principal, heredero, el que tiene autoridad; es el Soberano Señor de todo lo creado. 

            El eterno Hijo tiene todas las cualidades y atributos de Dios. Todo lo que Dios es, Cristo es. Es el Todopoderoso. Es omnipotente, omnisciente y omnipresente.

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16). Cristo es el Creador. Es la Palabra que actuó cuando Dios dijo: “Sea la luz” (Gen. 1:3). Todo fue creado en Él, por Él, y para Él.  No solo hizo la Creación, la mantiene: “Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (1:17).  Mantiene el mundo en órbita, las estrellas en el espacio, los sistemas solares en sus lugares, y al hombre con vida. Sin Él no respiramos. Él es el que proporcionó autoridad a los seres celestiales y espirituales y domina sobre ellos. Él es la finalidad de todas las cosas, el principio y el fin, el que empezó todo y el que lo culmina.

“Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (1: 18). En la Biblia “cabeza” siempre significa el que ostenta la autoridad. Cristo es el primogénito de la vieja creación (v. 15), y el primogénito de la nueva creación (v. 18). Adán fue el primero creado de la vieja creación y Cristo es el segundo Adán, el primero resucitado de entre los muertos y la cabeza de una nueva raza, los regenerados, que tienen otra clase de vida, vida eterna. Él tiene la preeminencia porque es el más importante. “Agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (v. 19). No hay rivalidad dentro de la Trinidad; al Padre le complace que el Hijo sea tanto Dios como Él. Toda plenitud de la deidad habita en Cristo. 

“Y por medio de él reconciliar consigo todas la cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (v. 20). La voluntad del Padre fue que Cristo unificase el universo por medio de la cruz. (Ef. 1:9, 10). Aquí lo tenemos otra vez. Es primordial. El centro de la voluntad de Dios fue la reconciliación de todo cuanto existe por medio de la Cruz para que Cristo fuese el Centro del universo y para que en todo tenga la preeminencia. 

Enviado por el Hno. Mario Caballero

miércoles, 14 de julio de 2021





 

No endurezcas tu corazón

 “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: “Si oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en el día de prueba en el desierto”

 Hebreos 3:7 y 8

Sea alabado el Dios vivo por todo su pueblo, a Él sea la gloria, el poder y el honor por siempre y para siempre.

Que nuestro Padre Dios y su amado Hijo Jesucristo sigan derramando abundante gracia, paz y misericordia sobre todos ustedes.

Oremos, y pongamos en manos de Él nuestro corazón para recibir su mensaje.

Todos los que hemos nacido de nuevo no debemos conformarnos con decir “ya soy cristiano” y quedarnos sentados a esperar su segunda venida, tenemos que desear el alimento espiritual para conocer más a Dios, conocer su voluntad y saber qué es lo que Él quiere de cada uno de nosotros.

Tenemos que entender que es un privilegio el que nosotros tenemos de estudiar las Sagradas Escrituras; por ahí en el mundo, camina mucha gente que no cree en la verdad, nosotros tenemos el privilegio de haber hallado gracia ante los ojos de Dios.

Es increíble que tengamos tiempo para escuchar las noticias, tengamos tiempo para chatear en las redes, tengamos tiempo para leer libros y revistas del mundo, y para muchas otras cosas que no edifican, pero no tenemos tiempo para Dios, no tenemos tiempo para estudiar la Biblia. Es contradictorio que yo diga que soy cristiano y no me guste sentarme a escudriñar la Palabra de Dios. Es por eso que muchos que se dicen cristianos, su testimonio deja mucho que decir, no sabemos vivir como debe vivir un hijo de Dios, y por consiguiente dañamos mucho a la Iglesia, a la cual Cristo compró con su preciosa Sangre.

Cómo podemos esperar que Dios nos hable, si solo los domingos abrimos la Biblia. Él nos habla a través de su Palabra.

Una de las cosas más abominables que muchos cristianos padecemos es el orgullo. El orgullo es una abominación que puede producir mucho daño a una persona.

Por el orgullo muchos hogares cristianos se han desintegrado.

Hay personas que llegamos al cristianismo con muchas heridas, personas que han sufrido mucho durante la infancia, que cuando llegan a adultos lo primero que ponen como escudo ante algo que ellos suponen una agresión, es su orgullo. Hasta por una broma o cosas muy insignificantes se ofenden.

¿Saben ustedes que podemos ser orgullosos y no saberlo?

Ser cristiano no significa que seamos perfectos; cada día tenemos que ser más santos, eso sí es verdad; aún estamos en el mundo y podemos caer. Pero, que tan humildes somos para recibir la corrección o el exhorto, ya sea de parte de nuestros padres, nuestros amigos, de nuestro pastor. Qué tan humildes nos portamos cuando alguien nos dice: “Eso que estás haciendo no es de Dios”. Ya mencionamos que el testimonio de muchos deja mucho que decir, pero que tan humildes somos cuando un mensajero de Dios nos exhorta y nos hace ver nuestros errores.

“Eres un legalista, eres un religioso, Dios ve mi corazón, no mi exterior, no me juzgues, tú que me puedes decir si yo llevo 20 años de ser cristiano” son algunas de las expresiones que ponemos como escudo. En el momento que alguien nos hace ver nuestros errores endurecemos nuestro corazón, y el orgullo no nos deja ver ni reconocer nuestra falta. Cuando alguien toca nuestro “yo”, “pum” explotamos por la dureza de nuestro corazón.

Por efecto de este endurecimiento, no prestamos oído a la voz de Dios, que nos llama, que nos habla, no alcanzamos a entender que es Dios a través de un hermano en Cristo el que nos está llamando la atención o exhortando; no rechazamos a la persona, rechazamos a Dios, esa persona solo es un mensajero de Él.

Fue lo que pasó con los israelitas durante su travesía por el desierto, endurecieron su corazón y se rebelaron en contra de “YO SOY” y el castigo que les impuso fue una disciplina muy drástica; “jamás entrarán en mi reposo”.

En una ocasión una persona me preguntó que cómo veía su conducta. En cuanto yo le hice ver algunos de sus errores me dice: “hermano, me está juzgando”.

Una parte del fruto del Espíritu Santo es la humildad. La humildad debe ser una característica del nacido de Dios. Por lo tanto el orgullo ha de desarraigarse de nuestra personalidad si es que realmente pretendemos agradar a Dios; debe odiarse este defecto.

El orgullo hace sufrir, muchos divorcios se producen por el orgullo, por la dureza de nuestro corazón; algunos ni cuenta nos damos que somos duros de corazón, y no hay poder humano que nos lo haga saber.

Algunos demostramos una falsa humildad, y hasta nos sentimos orgullosos de ser humildes, pero solo buscamos que la gente nos vea, en el momento que alguien nos dice un solo error nuestro, pegamos de brincos y nos enojamos, pataleamos y lloramos porque dentro de nosotros han tocado nuestro Ego. “Cómo me dicen eso a mí”.

No somos perfectos amados hermanos, es cierto que traemos una antigua naturaleza, y que muchos han sufrido heridas y cosas muy feas durante su vida, lo que ha endurecido su corazón; pero ahora que hemos nacido de nuevo, Cristo nos da la medicina para poder sanar esas heridas, para sanar nuestro corazón.

Dios nos corrige porque nos ama, porque Él sabe que cuando nuestro corazón es duro como el diamante, vamos a sufrir.

Veamos a nuestro alrededor, Dios recompensa a los que le buscan, y Él nos da todo para vivir felices, y lo podemos ser, el problema está en que muchos no se contentan con lo que Él les da, y quieren más, y más; eso los hace infelices, no han podido dejar el materialismo.

No nos damos cuenta, pero la dureza de nuestro corazón nos roba muchas bendiciones, de todo nos enojamos, vivimos con rencores, resentimientos, odios, amargados sin poder disfrutar todo lo que Dios nos da. No disfrutamos de su amor, no disfrutamos de su salvación, de la familia, de nada disfrutamos; la dureza de nuestro corazón nos hace vivir una vida de pésima calidad, y eso no es lo que Dios quiere para nosotros.

Amados hermanos, este es un mensaje para mí y para ti porque Dios nos ama, no soy yo el autor yo solo soy el mensajero.

Dios no siempre habla quedito a veces habla fuerte y muy fuerte, tan fuerte que retumban nuestros oídos.

Oremos, oremos a Él, y cuando Él nos hable no endurezcamos nuestro corazón por muy fuerte que lo haga.

Dios los guarde.

Enviado por Hno. Mario Caballero

Oremos

 


Recordatorio

 


martes, 13 de julio de 2021





 

La paciencia de los profetas

 “La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la Reina del Cielo” (Jer. 44: 16, 17).

“No te vamos a escuchar,” esto es lo que dijeron los pocos sobrevivientes de Judá a Jeremías. Más claro, el agua. Rechazan a Jeremías, rechazan a Dios y rechazan su Palabra. Van a seguir pecando.
¿Qué pasa si tú has hablado la palabra de Dios fielmente a tus hijos y familiares y esta es la respuesta que te han dado?: “No te creemos. Vamos a seguir con nuestro culto a la Reina del Cielo, o el culto a la informática: el móvil y el ordenador, o el culto a nuestra carne en la discoteca del barrio. El culto moderno a la Reina del Cielo es sexo en la calle y la guerra en casa; el antiguo era a la Virgen de Roma.


¿Qué harías tú? ¿Los dejarías por perdidos? Nunca. Imposible. No puedes. El Dios del cielo te ha dado su invencible paciencia, la paciencia de los profetas, y año tras año sigues dándoles la palabra de Dios, si lo admiten, y sigues orando, y sigues ofreciéndoles la salvación de Dios. Han visto muchas pruebas que la Palabra de Dios en tu boca es cierta, han sufrido en sus carnes el resultado de su pecado, como los mismos judíos, pero lo achacan a la casualidad o a otras causas, porque son ciegos, porque no quieren ver.


“Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas” (Santiago 5:10). ¿Qué significa esto para mí en relación con mis hijos? Es permanecer a su lado y seguir amándoles, pero no consiste en consentirles, o facilitarles una vida de gandulería o auto-indulgencia. Significa seguir diciéndoles la verdad, seguir creyendo que la voluntad de Dios se está llevando a cabo en ellos, a pesar de ellos, que Él es justo en todo lo que ordena, y que finalmente Él será glorificado por medio de ellos. Significa nunca darles por perdidos.


Dios en su fidelidad los seguirá dado pruebas, como hizo con el remanente en Egipto, les dará oportunidades, y tú continuarás creyendo que de entre los pocos que se salvarán estarán ellos, por la sobrenatural paciencia y el misericordioso amor de Dios que no se dará por vencido nunca. Su salvación es imposible humanamente hablando. No hay nada que tú puede hacer para salvarles. Has probado todo y dicho todo. “La salvación es de Dios” (Jonás 2:9). Ellos no pueden salvarse y tú no puedes salvarles. Dios mismo hará una operación divina, les dará un trasplante de corazón.

Quitará su corazón de piedra y les dará un corazón de carne (Ez. 11:19), para que creen y vuelven al Dios de sus padres y al Dios de Israel.


Enviado por el Hno. Mario Caballero

Misiones