lunes, 16 de junio de 2014

Te apacentaras de la verdad

TE APACENTARÁS DE LA VERDAD



“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad” (Salmo 37:3).
La confianza en Dios tiene todo que ver con “hacer el bien”. La fe y las obras van juntas. Nuestra confianza en Dios es normalmente para que Él nos haga bien. Pues, si deseamos que él nos haga bien, también tenemos que ir haciendo bien a otros. Confiar en Dios y hacer lo malo no concuerda para nada. El conocimiento de Dios lleva a la confianza en Dios y esto nos lleva a hacer el bien.
El resultado es que vamos a vivir en la tierra. La referencia es a la tierra que Dios ha dado a Israel. En el Nuevo Testamento, la tierra es espiritual. Significa que vamos a permanecer en los lugares espirituales en Cristo, o sea, en Cristo, en una relación de cercanía con Él, que vamos a andar en el Espíritu y vivir en santidad y comunión con el Señor y con nuestros hermanos. Al final heredaremos “La Tierra” que Dios prometió a Abraham, Isaac, y Jacob, es decir el Reino, el mundo entero.
El segundo resultado es que vamos a apacentarnos de la Verdad, esto es, de Cristo, la Palabra de Dios. Nos alimentaremos de Él y de su Palabra. La Palabra de Dios será nuestra comida, nos va a llenar y satisfacer. Vamos a estar como ovejas contentas que apacientan de la deliciosa hierba, verde y fresca, libre de preocupaciones, viviendo en el lugar del bienestar.
La palabra “apacentar” nos lleva a pensar muchas cosas. ¡La oveja vive en medio de su comida! Camina en ella, descansa en ella, y duerme en ella.  Pasa todo el día en ella. Nunca se cansa de comer siempre lo mismo todos los días. Nunca se aburre de lo que tiene que comer, y nunca se queja. No tiene ningún deseo de comer otra cosa. ¡Esta comida le encanta!
Los corderitos se recrean en su comida. Corren y saltan y dan brincos, son felices en la fresca hierba. Nadie tiene que insistir en que la coman. Lo hacen automáticamente. Les viene por naturaleza, por instinto. Es lo que les apetece. Nunca la sustituyen por nada inferior. Es la única comida que conocen y es la que les gusta. Por la noche descansan tranquilamente en los verdes pastos y cuando se despiertan por la mañana, se ponen a comer de nuevo, pasan el día comiendo, y luego se echen a dormir en ella otra vez. Su comida es su fortaleza y su lugar de descanso. Es lo que les mantiene vivos; su misma vida depende de ella.
Así es el creyente que se apacienta de la verdad: “Vive de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4). Su Palabra es su vida y en ella descansa.

Por David Burt