martes, 31 de marzo de 2020

La piedra crece

“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y lo desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecho una gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:34, 35).
            Aquí tenemos la visión de una gran estatua que representa en grandes rasgos la historia de este mundo y su final. Estamos viviendo en los tiempos del cumplimiento de la última parte de esta visión, en los que la estatua ha recibido el golpe mortal y se va cayendo, y la piedra está creciendo para llenar toda la tierra. Vamos a retroceder para recoger los detalles. 
            A Nabucodonosor, monarca absoluta de Babilonia, Dios dio una visión del curso de la historia en forma de la figura de un gran estatua de un superhombre compuesto de cuatro metales representando cuatro clases sucesivos de gobierno. La primera es el absolutismo. Así fue el rey de Babilonia. Tuvo un vasto emperio que absorbió muchas naciones. Él fue adorado como semidivino y su palabra era ley.  No permitió ninguna religión sino la adoración de su persona. Solo había muerte para el que no se sometía a su autoridad (Dan. 3:7). Él trasladaba la gente que había conquistado a otros lugares y mezclaba lenguas y nacionalidades para que no se sublevasen. Deportó a los israelitas a Babilonia y a gentes de otras partes de su imperio a Israel. (Los hijos de estas gentes eran los que constituían los samaritanos en tiempos de Jesús).
            El gobierno siguiente era el de los persas. Para ellos la ley estaba por encima del rey. (Por eso el rey no podía cambiar la ley para salvar a Daniel; Dan. 6:12). Éstos eran pluralistas: respetaban la religión de cada pueblo y permitían a los que habían sido deportados a Babilonia a que volviesen a sus países de origen y reconstruyesen sus templos, incluyendo a los de Israel (Esdras 1:1, 2).
            Los persas fueron seguidos por los griegos bajo Alejandro Magno. Llegaron a tener un gobierno que abarcaba a gran parte del mundo. Su gobierno fue una mezcla de dictadura y democracia.
La cuarta parte de la estatua representa el gobierno romano, el gran imperio romano, imponente poder militar mezclado con la voz del pueblo, cosa que no cuaja, el hierra y el barro. Éstos estaban en el poder cuando nació Jesús. Él es la piedra cortada sin mano, es decir, de origen divino, que hiere la estatua en sus pies y termina desmenuzándola, dejándola hecho polvo y va creciendo y creciendo. Es la piedra que los edificadores desecharon que ha vendo a ser la cabeza del ángulo (1 Ped. 2:1-7). Jesús es la primera piedra, el fundamento, del templo de Dios, la Iglesia, que Él mismo está edificando, compuesta de piedras vivas, de los salvos de todas las naciones. Esta Iglesia seguirá creciendo hasta llenar todo el mundo. Entonces Cristo volverá y establecerá su gobierno, una teocracia. Reinará en justicia y paz sobre todos los países del mundo al final de la historia. En  nuestros días estamos viendo crecer enormemente la iglesia en toda América Latina y en el Oriente. Quizás esta sea la generación que verá su venida.
Enviado por el Hno. Mario Caballero

Tiempos


Yo, el Señor

Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá? Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón, Pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.Jeremías 17:9

lunes, 30 de marzo de 2020

La encomienda misionera requiere evangelizar a los reyes

El tema corresponde a la Escuela Bíblica Dominical
disponible en audio por el Canal La Gloria Es De Dios
y puedes escucharlo siguiendo este enlace abajo

https://www.ministeriotv.com/video/la-encomienda-misionera-requiere-evangelizar-a-los-reyes-19504

Qué fácil es creer en Dios

“Antes que te formaste en el vientre te conocí, y antes que naciste te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jer. 1:5).
Alguno podría pensar que fue muy fácil para Jeremías creer en Dios. Tuvo visiones y sueños, Dios le hablaba directamente, parecía tener una línea directa con el cielo. Fue escogido antes de nacer para desempeñar su ministerio y Dios le llamó de forma casi irresistible: “Me sedujiste, oh Jehová, y fue seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste” (20:7). Para él fue muy fácil creer en el Señor. Puede ser que para ti descubrir la realidad de Dios ha sido muy difícil, que has tenido que luchar con dudas y que has vacilado muchas veces. ¿Cambiarías con los profetas del Antiguo Testamento porque ellos tenían fácil acceso al mundo espiritual y les costaba poco creer?
Creer que Dios existe no salva a nadie: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen” (Santiago 2:19), pero evidentemente no son salvos. Si para Jeremías la fe le costase poco, la obediencia le costó mucho. Nunca es fácil para nadie vivir la vida de fe/obediencia. Casi la podemos llamar así, porque es todo una misma cosa. La fe sin una vida consecuente no es fe (Sant. 2:20). A Jeremías la obediencia le costó mucho: “Y azotó Pasur al profeta Jeremías , y lo puso en el cepo” (20:2). “Cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí” (20:7). “¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?” (20:18). “A causa de los profetas (falsos) mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras” (22:9).”Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás” (26:8). “Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén  y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel” (32:2). Y podríamos incluir muchos más textos.
Jeremías pasó hambre, dolor, tortura, difamación, burla, rechazo, descalificación, amenazas de muerte,  gran soledad e incomprensión. Vivió la apostasía de su pueblo, conoció la dureza de sus corazones, vio la muerte de miles, el destierro de otros miles, y la destrucción de la ciudad que amaba. Sí, le fue fácil creer en Dios, pudo oír su voz y recibir su palabra, Dios le dio promesas muy hermosas y le tenía destinado para llevar a cabo un ministerio muy importante; fue famoso, y es conocido a través del mundo entero, pero su vida de fe no fue más fácil que la tuya. A todos nos cuesta, algunos por unos motivos y a otros por otros. Parece que cuanto más se nos abre el cielo, tanto más Dios pide de nosotros, pero también tanto más gracia tenemos. A cada uno de nosotros es cuestión de ser fiel al Señor en la vida que Él tiene destinado para nosotros.  
Enviado por el Hno. Mario Caballero

Miedos

Mensaje de actualidad disponible para escuchar siguiendo el enlace provisto a continuación:
https://www.ministeriotv.com/video/miedos-19503


Recordatorio Evento

Oportunidad


Esta pandemia ha incrementado las dificultades, peligros y alterado el intinerario de vida de todos. Pero también está brindando la oportunidad de meditar y agradecer a Dios. Sí agradecer. Porque Él nos brinda su misericordia cada nuevo día, además nos ha dotado con la capacidad de adaptarnos a cambios y salir adelante. Un receso, un gran respiro, tiempo de compartir, hacer cosas nuevas como individuo y grupo familiar.  Dar importancia y prioridad a lo que realmente lo tiene. La vida pasa, solo el alma es inmortal. Este es un tiempo de reconsiderar la vida real y permanente que Dios a dado, por medio del alma inmortal.  Si así lo haces habrás encontrado un tesoro incalculable el cual ya muchos atesoramos en esta vida y promesa de vida eterna, gracias a Cristo Jesús el Hijo de Dios. No tardes más no sea pase el tiempo oportuno para hacerlo. Dios te bendiga. 

Tu hermana en Cristo: Daisy Rodríguez.

viernes, 27 de marzo de 2020

Guiados por el Buen Pastor

Leer | SALMO 34.9, 10
Como nuestro Buen Pastor, el Señor cumple muchos roles. Ayer lo vimos como un pastor perdonador. Él es también un pastor proveedor: conoce nuestras necesidades aun antes de que le pidamos ayuda, y se deleita en suplir esas carencias (Mt 7.9-11). Eso significa, en términos prácticos, que Él sabe lo que necesitamos física, emocional y espiritualmente.
Pero Dios no solamente nos da su provisión; Él es también un pastor protector, que nos defiende de los ataques. Notemos en el Salmo 23.4 qué es lo que alienta al escritor: la vara y el cayado del Señor. Los pastores de la antigüedad usaban estos dos implementos para defender a sus ovejas de animales feroces. Dios va delante de nosotros, quitando de nuestro camino las trampas del enemigo.
Pero es importante notar lo que no dice el salmo 23. Por mucho que queramos evitar los tiempos difíciles, este pasaje no nos dice que Dios nos conducirá alrededor del “valle de sombra de muerte” (v. 4). Por el contrario, nos conduce a través de él. Esto significa que el plan de Dios exige, por lo general, que pasemos por circunstancias dolorosas, enfrentando esas sombras y esos lugares oscuros en nuestras vidas. Sin embargo, en medio de nuestro difícil viaje, podemos mantenernos confiados si seguimos con nuestra mirada puesta en el Pastor, quien nos conduce a salvo al hogar celestial.
¿Ha experimentado usted la provisión del Señor, para luego caer en la duda y en temor por alguna pérdida o adversidad? Él no le ha abandonado. Dios sigue siendo el Buen Pastor, y le está conduciendo en medio de la oscuridad a luz donde Él está.
Por Min. En Contacto

Dios nuestro Buen Pastor


No hemos cesado

No hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual.Colosenses 1:9

jueves, 26 de marzo de 2020

Temor a Dios Parte III final

Te compartimos este nuevo audio y parte final del tema
Temor a Dios que puedes escuchar siguiendo el enlace
a continuación:

https://www.ministeriotv.com/video/temor-a-dios-parte-iii-final-19493

¿Cómo la tentación lleva al pecado?

Leer | 2 SAMUEL 11.1-17
Ansias, hambre, anhelo, sed, avidez — todos estos términos pueden utilizarse para describir la palabra “deseo”. Eva tuvo avidez del fruto del árbol prohibido; Sarai anheló el hijo de la promesa; el rey David tuvo ansias de Betsabé (Gn 3.6; 16.2; 2 S 11.2-4). En cada caso, el deseo de ellos se volvió tan fuerte, que tomaron el asunto en sus propias manos para lograr lo que querían. Cada uno de ellos conocía las instrucciones del Señor, pero al ser tentados, encontraron una manera de justificar sus acciones para lograr el objetivo deseado. Y las consecuencias fueron muy serias.
A lo largo de nuestra vida, todos tenemos anhelos. Ansiamos que algunas circunstancias o personas sean diferentes, y deseamos adquirir lo que carecemos, o más de lo que tenemos. Y luego nos encontramos tentados a satisfacer estos deseos por medio de nuestras acciones. La tentación en sí no es pecado; pero actuar por cuenta propia contra la Palabra de Dios, sí lo es. Recuerde lo que les sucedió a Eva, a Sarai y al rey David.
Nuestro Creador, quien le creó a imagen de Él, sabe lo que usted anhela, y Él ha prometido darle lo que más le beneficie (Is 48.17). Confronte sus deseos con la verdad de la Sagrada Escritura, y pídale a Dios que le ayude a dejar todo aquello que no se ajusta a sus normas.
Haga del Salmo 63.1 (NVI) el clamor de su corazón: “Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta”. Y Jesús, que es el Pan de Vida y el Agua Viva, le satisfará como ninguna otra cosa pudiera jamás hacerlo.
Por Min. En Contacto

Lectura de la reflexión para hoy

2 Samuel 11.1-17

11  Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.(A)
Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.
Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.
Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.
Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David.
Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra.
Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real.
Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa.
10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?
11 Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.
12 Y David dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente.
13 Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa.
14 Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.
15 Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera.
16 Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes.
17 Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Un Dios en quien podemos confiar

Leer | LAMENTACIONES 3.22, 23
La confianza es muy valiosa en estos días, pues parece ser muy escasa. La ambición egoísta, la codicia y la búsqueda constante de ser el número uno son demasiado frecuentes; a algunas personas, incluso, les resulta difícil confiar en sí mismas. En cambio, tenemos muchas buenas razones para confiar en el Señor.
Primero, Él es el único Dios verdadero. No hay nadie más como Él (2 S 7.21, 22); es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (He 13.8). Su voluntad perfecta es inmutable, por lo que nunca tenemos que preocuparnos de que haya una fluctuación en su ética o en sus valores.
Segundo, Dios es la esencia misma de la verdad. Él no está puesto bajo la autoridad de ninguna otra autoridad que determine si hace o no lo correcto. Por el contrario, Él es nuestro modelo de rectitud a seguir. Y porque Él es la verdad, sabemos que nunca nos engañará.
Tercero, Él ha demostrado ser absolutamente fiel. Como dice la Biblia: “Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lm 3.22, 23).
Cuarto, Dios es digno de confianza porque tiene el control absoluto de cada situación. El Salmo 103.19 declara: “Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos”.
Nada puede impedir que el Señor haga su voluntad perfecta, no importa lo difícil que pueda parecernos la situación. Nuestras vidas son evidencias de su poder y de su amor. Como hijos de Dios, podemos con toda seguridad poner nuestra fe y confianza en Él, sabiendo que nunca seremos defraudados.
Por Min. En Contacto

Lectura de la reflexión





 Lectura de la reflexión

Lamentaciones 3.22-23

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

Dios no olvida

Dios no es injusto como para olvidarse de la obra de ustedes y del amor que han mostrado hacia Su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos.Hebreos 6:10

martes, 24 de marzo de 2020

Convocatoria


Bendito el que viene en el nombre del Señor


No quisiste

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como junta la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! ¡Miren cuán desolada se queda la casa de ustedes! Porque yo les digo que no volverán a verme, hasta que digan: ‘Bendito el que viene en el nombre del Señor.’
Mateo 23:37-39
¿Qué sucede cuando intentas liberar a personas que no están dispuestas? Eso es lo que enfrentó Moisés con el pueblo de Israel, una y otra vez, en su viaje a la Tierra Prometida. Dios guio al pueblo con la columna de nube y fuego, les proporcionó milagrosamente comida y agua y los protegió del peligro, pero una y otra vez el pueblo cambió de opinión: querían volver a la esclavitud donde, pensaban, las cosas eran “más fáciles”.

En nuestra lectura de hoy, Jesús está afligido por el mismo comportamiento del pueblo en Jerusalén. Él había venido a salvarlos del poder del mal, pero los líderes de la ciudad ya estaban conspirando contra él y el pueblo los seguiría. En solo unos días estarían gritando “¡Crucifíquenlo!” Jesús quería liberarlos, pero algunos de ellos no querían ser libres.

Mucha gente se pregunta: “¿Por qué Dios no anula a las personas que lo rechazan e insisten en el camino que conduce al infierno?” Pero Dios no obra así. Él respeta nuestro libre albedrío, incluso cuando somos lo suficientemente tontos como para rechazarlo. Si insistimos en permanecer en la esclavitud, él no puede liberarnos. Hará cualquier cantidad de milagros, pero no anulará nuestra libertad de rechazarlo. No nos hará robots.

Esto sigue siendo cierto hoy. Jesús llama, nos atrae a sí mismo, pero nunca nos obliga. Él dio su vida por nosotros en la cruz -resucitó de los muertos para compartir su victoria sobre la muerte con nosotros- pero no obligará a nadie a recibir el regalo. ¡Cómo nos ama! Y entonces espera pacientemente, llamándonos a la fe, esperando que respondamos a la obra del Espíritu Santo.

Por: CPTLN

lunes, 23 de marzo de 2020

Los misioneros requieren mostrar abnegación y santidad

El tema corresponde a la enseñanza bíblica dominical
que puedes escuchar siguiendo el enlace a continuación:

https://www.ministeriotv.com/video/los-misioneros-requieren-mostrar-abnegacin-y-santidad-19469

El Reino de Cristo no será destruído

Escucha el mensaje pastoral de la semana
disponible en el Canal La Gloria Es De Dios
clic en el vínculo siguiente:

https://www.ministeriotv.com/video/el-reino-de-cristo-no-ser-destruido-19468


Cristo pagó


Justificación verdadera

Leer | ROMANOS 3.23-26
La muerte de Jesús fue fundamental para el plan de salvación de Dios. La Biblia nos dice que el Hijo del Hombre tuvo que ser levantado en una cruz, para que todos los que pongan su fe en Él como su Salvador personal, puedan ser salvos (Jn 3.14, 16) La cruz fue esencial para que fuéramos redimidos y tuviéramos una relación personal con Él por toda la eternidad.
Cada uno de nosotros ha violado la ley de Dios, y la justicia exige que suframos el castigo. Cuando trabajamos para el Señor y le servimos fielmente, queremos que Él sea justo recompensándonos. Pero ¿qué pasa cuando pecamos contra Él? Tenemos una deuda de pecado que hay que pagar, y porque Dios es perfecto y justo, Él no puede simplemente pasar por alto las transgresiones —hay que hacer expiación por ellas.
Para que podamos tener una relación personal con Dios, tiene que haber una manera para que el hombre, imperfecto y manchado por el pecado, pueda acercarse al Creador santo, perfecto. Por eso, el Padre celestial proveyó un sustituto: ­a su Hijo Jesucristo­ quien tomó sobre sí mismo nuestro castigo. Si aceptamos ese pago hecho a nuestro favor, Dios nos declara inocentes, reconciliándonos así con Él, para que podamos disfrutar de una relación correcta con el Señor para siempre (Ro 8.6, 10). No hay justificación aparte de la sangre de Jesucristo.
Ser justificado significa ser declarado “no más culpable”. Con su muerte en la cruz, Jesús pagó el precio por nuestra reconciliación. Por medio de su sangre, ahora somos santificados. Si aceptamos este regalo, disfrutaremos de la comunión con el Todopoderoso, ahora y por la eternidad.
Por Min. En Contacto

Lectura de la reflexión para hoy

Romanos 3.23-26

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Recordatorio de Evento

Misiones recordatorio

viernes, 20 de marzo de 2020

El tiempo en sus manos

Leer (Juan 7:25-31)
Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no había llegado. Juan 7:30
Entre todas las cosas que Dios creó al principio, también se incluye el tiempo. Antes de eso, sólo existía la eternidad. Día a día Dios fue creando todas las cosas: el agua, los animales, las plantas, el hombre, las horas, los días, y las noches. Como creador de todas las cosas, él tiene paternidad y autoridad sobre todo, incluido el tiempo.
La autoridad de Dios sobre el tiempo se muestra claramente en toda la Biblia cuando, a su tiempo, liberó a su pueblo de Egipto, y a su tiempo envió profetas para anunciar salvación, y cuando, al cumplirse el  tiempo señalado, “Dios envió a su Hijo” (Gálatas 4:4).
Cuando el Hijo de Dios estaba enseñando libremente en el templo, durante la fiesta de los tabernáculos, algunos procuraban aprehenderlo, pero “ninguno le puso la mano encima porque su hora todavía no había llegado” (v 30). ¡Por supuesto! ¿Desde cuándo pensamos que podemos manejar nosotros los tiempos de Dios? Jesús iba a ser arrestado y crucificado cuando su Padre lo dispusiera, no cuando a los judíos se les antojara.
Nosotros no tenemos autoridad sobre los tiempos, mucho menos sobre nuestra salvación, ni sobre los planes de Dios respecto a nuestra vida.
A su tiempo Dios nos hizo sus hijos mediante el Bautismo. De acuerdo a sus tiempos, él permite que pasemos por situaciones difíciles para liberarnos en algún momento y consolarnos con ternura. Nada ocurre al azar en los tiempos de Dios. A su tiempo también nosotros moriremos y resucitaremos a la vida en la eternidad.
Padre, ayúdanos a aceptar tus tiempos, y guíanos a aprovechar este tiempo cuaresmal para estar más cerca de ti. Amén.
Por CPTLN

Lectura sobre la reflexión

Juan 7.25-31

25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?
27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?

Aprovechando bien el tiempo


Ustedes de mucho más valor

Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?Mateo 6:26

jueves, 19 de marzo de 2020

Conociendo a Dios Parte 2

Ya está disponible el segundo audio del tema Conociendo a Dios en el Programa Del corazón de Dios al nuestro, escuchar aquí

https://www.ministeriotv.com/video/conociendo-a-dios-parte-2-19456


Jesús con un nudo en la garganta

Leer (Juan 11:1-45)
Entonces Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, se conmovió profundamente. Juan 11:33
Ésta sí que es una historia con las ansiedades a flor de piel y las emociones más profundas atravesando el corazón. Es también una historia con una marcada vivencia espiritual. Lázaro muerto. María y Marta llorando. Jesús ausente. Los judíos reprochan a Jesús, y los discípulos le cuestionan su sabiduría cuando dice que quiere volver a Judea.
¿Dónde está Jesús cuando lloramos? Está en camino, tomándose el tiempo para llegar en el momento oportuno. ¿No vivimos también nosotros historias con ansiedades que nos perturban, con emociones que nos desestabilizan, y con angustias que cuestionan nuestra espiritualidad? ¿No hay veces en que decimos, o al menos pensamos: “Si Dios hubiera estado aquí, esta desgracia no habría sucedido”?
Las desgracias, incluidas la enfermedad y la muerte, suceden a pesar de todo, porque seguimos viviendo en un mundo que sufre las inevitables consecuencias del pecado. La gracia de Dios en Cristo también se muestra constantemente, porque su amor por nosotros nunca deja de ser. Cuando nuestras ansiedades cuestionen el accionar de Dios, cuando nuestras emociones se molesten porque Dios no estuvo presente en la forma y en el momento que nosotros esperábamos, cuando aquellos que nos acompañan le reprochen a Dios el no haber obrado de acuerdo a nuestro criterio, necesitamos recordar nuestra dimensión espiritual, que en definitiva es la más necesitada de nuestra vida, y la que Dios más interés tiene en rescatar.
Lázaro fue levantado de los muertos con el imparable poder de Dios. Las ansiedades se calmaron, las emociones se reenfocaron, y los reprochadores se tuvieron que callar la boca… sólo por unos días. Lo que trascendió para siempre fue la acción de Jesús, que con un nudo en la garganta abrazó a sus amigos para aliviarlos y darles vida eterna.
Jesús, enséñanos a esperar en ti. Sabemos que, en tu tiempo, nos socorres con tu amor. Amén.
Por CPTLN

Lectura de la refelexión

Juan 11

Muerte de Lázaro

11  Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.(A)
(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.(B)
Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Jesús, la resurrección y la vida

17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;
19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Jesús llora ante la tumba de Lázaro

28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,
34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró.
36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Resurrección de Lázaro

38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: !!Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

El complot para matar a Jesús

(Mt. 26.1-5; Mr. 14.1-2; Lc. 22.1-2)

45 Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.

Quítenle las vendas y déjenlo ir

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: "¡Lázaro, ven fuera!" Y el que había muerto salió, con las manos y los pies envueltos en vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Entonces Jesús les dijo: "Quítenle las vendas, y déjenlo ir." Juan 11:43-44

miércoles, 18 de marzo de 2020

Muchos testigos

Leer (Juan 5:31-47)
Las obras mismas que yo hago son las que dan testimonio de mí, y de que el Padre me ha enviado. Juan 5:36
En una ocasión serví como jurado en un caso criminal en una corte de los Estados Unidos. El juez nos instruyó a los doce miembros del jurado a basar nuestra decisión exclusivamente en el testimonio, o las pruebas, que presentaran los abogados. No hubo testigos humanos, sólo pruebas que condenaban o absolvían.
Después que Jesús curó al paralítico en Betesda un día de reposo, sus enemigos buscaban pruebas que lo condenaran, y acusaban a Jesús de dar testimonio de sí mismo, algo que las leyes del Antiguo Testamento no aceptaban (v 31).  Como su hora todavía no había llegado, Jesús presentó a quienes le perseguían una serie de testigos que comprobaban que él era el Hijo de Dios.
El primer testigo a favor de Jesús fue Juan el Bautista (v 33), quien claramente dijo que Jesús era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El segundo testigo fueron las propias obras de Jesús (v 36) que ningún otro ha podido hacer. El tercer testigo fue el Padre celestial (v 37), quien anunció púbicamente: “Éste es mi Hijo amado. Escúchenlo.” El cuarto testigo fueron las Escrituras (v 39) que dan testimonio de Jesús. El quinto testigo fue Moisés (v 46), quien escribió claramente acerca del Mesías y su obra.
Con todos estos testigos Jesús se defendió magistralmente pero, más que nada, nos dejó a nosotros una prueba irrefutable de su amor: su cruz y la tumba vacía. Ésas son las obras del Mesías que cambiaron nuestra vida. Nosotros no tenemos que ir a la cruz ni permanecer en la tumba para siempre, porque esas obras de Jesús se aplican a nosotros. Él ganó el juicio por nosotros frente a nuestros enemigos.
Gracias, Jesús, porque toda la Escritura testifica de tu gracia. Amén.
Por CPTLN