Leer (Juan 7:25-31)
Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no había llegado. Juan 7:30
Entre todas las cosas que Dios creó al principio, también se incluye el tiempo. Antes de eso, sólo existía la eternidad. Día a día Dios fue creando todas las cosas: el agua, los animales, las plantas, el hombre, las horas, los días, y las noches. Como creador de todas las cosas, él tiene paternidad y autoridad sobre todo, incluido el tiempo.
La autoridad de Dios sobre el tiempo se muestra claramente en toda la Biblia cuando, a su tiempo, liberó a su pueblo de Egipto, y a su tiempo envió profetas para anunciar salvación, y cuando, al cumplirse el tiempo señalado, “Dios envió a su Hijo” (Gálatas 4:4).
Cuando el Hijo de Dios estaba enseñando libremente en el templo, durante la fiesta de los tabernáculos, algunos procuraban aprehenderlo, pero “ninguno le puso la mano encima porque su hora todavía no había llegado” (v 30). ¡Por supuesto! ¿Desde cuándo pensamos que podemos manejar nosotros los tiempos de Dios? Jesús iba a ser arrestado y crucificado cuando su Padre lo dispusiera, no cuando a los judíos se les antojara.
Nosotros no tenemos autoridad sobre los tiempos, mucho menos sobre nuestra salvación, ni sobre los planes de Dios respecto a nuestra vida.
A su tiempo Dios nos hizo sus hijos mediante el Bautismo. De acuerdo a sus tiempos, él permite que pasemos por situaciones difíciles para liberarnos en algún momento y consolarnos con ternura. Nada ocurre al azar en los tiempos de Dios. A su tiempo también nosotros moriremos y resucitaremos a la vida en la eternidad.
Padre, ayúdanos a aceptar tus tiempos, y guíanos a aprovechar este tiempo cuaresmal para estar más cerca de ti. Amén.
Por CPTLN