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Leer | Juan 14.1-3
El regreso de Jesucristo —una parte vital del plan redentor de Dios— fue anunciado por profetas, manifestado por ángeles y mencionado tanto por el mismo Señor Jesús, como por el apóstol Pablo. De hecho, más pasajes del Antiguo Testamento están dedicados a la segunda venida de Cristo que a la primera; y en el Nuevo Testamento, el Señor menciona su regreso más veces que su muerte.
La segunda venida de Cristo será la derrota final del diablo. Dios profetizó el fin de Satanás cuando dijo a la serpiente: “Ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn 3.15). Parecía que Satanás había logrado una gran victoria cuando Jesús fue crucificado. Pero la resurrección le demostró al enemigo que el Gólgota no fue más que un “calcañar herido”. El regreso de Cristo sellará el destino de Satanás, porque Dios ha prometido rehacer la Tierra. Cuando Él haya terminado, viviremos en un mundo tan perfecto como el que se propuso antes de que Adán y Eva pecaran.
El Padre celestial quiere que nos sintamos entusiasmados y esperanzados por el regreso del Cristo, pues ese acontecimiento es la culminación de su plan para la humanidad. Pronto todos los que decidan adorar a Dios serán reunidos en una Tierra nueva.
Aunque no sabemos el día ni la hora de la segunda venida, la profecía final de Jesucristo nos recuerda que debemos vivir y evangelizar con un sentido de urgencia. “Ciertamente, vengo en breve” (Ap 22.20).
Si hemos sido salvos, y estamos sirviendo, podemos decir al igual que Juan: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”.
Por: Min. En Contacto
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Juan 14.1-3
Preguntas:
¿Estamos en pecado o el pecado está en nosotros?
¿Buscamos el pecado o el pecado nos busca?
Por muchos años en mi barrio en Puerto Rico lo “trending” era al fin del año hacer la lista de “Resoluciones”. Con el tiempo entendí que el comienzo de la palabra Re es igual a repetición y le seguía soluciones, que en realidad no habian. Todos se olvidaban de la auto-promesa o falsa promesa al recibir el nuevo año. No la cumplían, porque en los planes no figuraba Dios. Donde no está Dios no hay amor, no hay paz. Lo que abunda es distorsión psicológica y emocional, un caos progresivo, una vida totalmente disfuncional, carente de valores espirituales, un desconocimiento total de: dónde vivimos, para qué vivimos y por qué vivimos.
Es como ir a la escuela y no aprender ni el “a,b,c!” o sumar 2 más 2 y que fuera igual a cero. Es parecido a subir al piso 20 de un edificio sin comenzar por el piso número uno, imposible. Casi siempre lo tratan de hacer los que viven en el sótano del desconocimiento de la realidad. El estudiar y el conocimiento son dos cosas distintas. El estudio se puede llegar a olvidar y el conocimiento no. Ejemplo de ello es un cardiólogo cirujano: Sabe como funciona el corazón, pero no puede identificar en qué lugar del corazón está el amor, los sentimientos etcétera. Conoce algo, pero si no conoce quien lo creó, no lo conoce en realidad. Así hay muchísima gente, piensan que conocen a Dios, pero en realidad, no lo conocen. Solo existen tres personas expertas en anatomía, ¿quiénes son? Padre, Hijo y Espíritu Santo. Son especialistas en anatomía, autores creadores del ser humano. Hay maestros que no sabe lo que es un maestro. Me explico y doy un ejemplo.
En Puerto Rico conocí un maestro de universidad que una vez me dijo: “que nosotros el ser humano, era descendiente del mono?, según la teoría de la evolución. Al escucharlo seguida supe que este “maestro” estaba ubicado en una institución de alta enseñanza equivocadamente, le dije: “Debería estar en un zoológico”. Entendí que las células que le quedaban en el cerebro no daban más. De igual manera gente que dicen: tengo diez años de educación en tal o cual lugar o materia, pero no conocen los principios básicos de la educación, no saben tratar y mucho menos amar al prójimo. No conocen el pre-kinder que es el amor de Dios, es la humildad, la dignidad entre otras, si no han aprendido esto básico, entonces, ¿qué aprendieron?.Fijénse en lo siguiente: vamos a la escuela para aprender una lección y luego viene la prueba. En realidad, la vida nos da la prueba para que aprendamos la lección, irónico ¿no?. Durante años se ha predicado el plan de salvación de nuestro Señor Jesús.
Ya se aproxima el año 2021 y el mundo sigue navegando a la deriva del desconocimiento de Dios. Generación versus generación vienen muchos que se dicen llamar doctos, pero no veo nada que muestre su sabiduría; al contrario cada vez se pierden más en las tinieblas del desconocimiento. Ven la luz del mundo (Juan 8.12) y la desprecian, ciegos navegantes con cartas de navegación equivocadas que no los llevará a puerto seguro. Este año 2021 puede ser, si tu quieres, ser tu año de salvación. Comienza a navegar hacia el paraíso que Dios te ofrece, despídete del pecado que hoy te tiene ciego, tienes una vida insípida, descolorida, vas a la deriva, pero hoy puede haber cambios, veamos con atención lo siguiente:
Mateo 14.22-27 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él a la otra ribera, entre tanto que Él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte, y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: “un fantasma” y dieron voces de miedo. Pero, en seguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, Yo Soy, no temáis. No temas, Jesús no es un fantasma como muchos creen, Jesús es real. Continuamos con el versículo 28 al 29. Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y Él dijo: Ven. Este mundo en que hoy estamos nadando es un mundo de males, mientras estemos aquí vendrán tempestades inesperadas, pero: (versículos 30 al 31) Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo, y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: Señor, sálvame. Al momento Jesús, extiendiendo la mano, asió de él y le dijo: Hombre de poca fe. ¿Por qué dudaste?. No dues. (Versículo 32 y 33). Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Ese Jesús que se menciona aquí, es el mismo que hoy te dice No dudes. Acéptalo y cuando el suba a tu barca (tu vida) el tiempo se calmará (tormentas de la vida) y un puerto seguro te espera. ¿Cuál es ese puerto seguro?. Es el gran día que Jesús regrese por la Iglesia, lleguemos y alcancemos una tierra firme y segura prometida conocida por la “Nueva Jerusalén”. Ahora que haz decidido aceptar, recibir y confesar a Jesús como Señor y Salvador de tu vida. Ahora tu capitán te lleva con toda seguridad a puerto seguro.
Autor: Ptr. Monserrate Maldonado
Mateo 24:36-50
Por tanto, también ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo esperen. (Mt 24:44)
Estar preparados. Listos. No especular. Tomarnos en serio que el Señor ha de volver. Vivir como si regresara hoy mismo. Jesús no se ahorra advertencias para los suyos. Sin embargo, muchos de sus seguidores andan por la vida como si nada.
La segunda venida de Cristo es una promesa consoladora. Pero, si la olvidamos, puede transformarse en amenaza. Este es el tiempo de la gracia, la era en la cual el evangelio ha de ser compartido, para alcanzar hasta el último perdido. Es un período en el cual los creyentes han de vivir con fidelidad, testimonio y compromiso.
Sin embargo, muchos viven como en los días de Noé: no hacen caso a las advertencias de volverse a Dios, ni escuchan la palabra que se predica. Por eso Jesús ilustra su discurso con la parábola del siervo que es puesto a cargo de los bienes de su señor, pero que especula diciendo: “mi señor tarda en venir”. Lamentablemente, cuando el señor llegue ya será tarde. Que no nos suceda lo mismo.
No disponemos de todo el tiempo del mundo. Ahora es tiempo de volvernos a Dios en arrepentimiento… de volvernos a nuestro hermano, nuestro prójimo, en humildad y reconciliación. Ahora es tiempo de gracia. Hoy es el día. Dios no quiere la muerte del impío, sino que éste se aparte de su mal camino y viva (Ez 33:11). Cristo vino y murió, para que nuestro pecado sea perdonado. Cristo vendrá a llevar consigo a los que confiaron, a los que velaron despiertos. El tiempo de gracia llega a su fin: empieza el tiempo de gloria. Que nadie se duerma.
Por: CPTLN
36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.
37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.
42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.
45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
46 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.
48 Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;
49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,
50 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,
Mateo 24.36-50
Tema de enseñanza en la Escuela Bíblica Dominical que consigues siguiendo el vínculo provisto aquí
https://www.ministeriotv.com/video/un-reino-unido-se-divide-21799
Isaías 11:1-10
Una vara saldrá del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces. (Is 11:1)
La historia nos muestra cómo las monarquías han entrado en crisis y cómo una dinastía, poderosa en el pasado, desaparece o es reemplazada por formas de gobierno más modernas. En algunos países las rancias dinastías que subsisten no son más que meros símbolos sin poder real. Si se las sigue sosteniendo es por respeto a su pasado, pero no porque despierten grandes esperanzas para el futuro.
La dinastía de David contaba con antecedentes gloriosos. David, el hijo de Isaí, había recibido promesas extraordinarias: su trono permanecería para siempre (2 Samuel 7). Sin embargo, en muchas ocasiones los sucesivos reyes davídicos no estuvieron a la altura de lo esperado, sino que fueron todo lo contrario a lo que se anhelaba en un rey de Israel.
En medio de ese panorama de desazón, Isaías señala a un miembro futuro de la casa davídica que honrará su estirpe. Pero ese renuevo de Isaí tiene características tan extraordinarias, que ningún simple mortal podrá encarnarlas. El rey que viene está destinado a restaurar la creación misma, devastada por el pecado. Su mayor virtud será la justicia. Cada uno de nosotros, condenados a la destrucción y al destierro del Edén, podremos encontrar en Jesús una puerta para regresar al Edén. Por Jesús y en Jesús, los lobos y corderos volverán a convivir en paz.
En el retoño de David tenemos esperanza. A pesar de los fracasos, hay esperanza. A pesar del pecado y la muerte, hay esperanza. Unidos a su muerte y resurrección, el regreso al Edén está garantizado. Aguardemos su venida. Celebremos su venida. Confiemos en su justicia que nos cubre, perdona y santifica.
Por: CPTL
1Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.
2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.
5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja.
8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
10 Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.
Isaías 11.1-10
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,Te invitamos a escuchar este edificante tema, clic en el enlace
https://www.ministeriotv.com/video/tu-eres-la-razn-de-mi-vivir-21798
Romanos 13:11-14
Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora que despertemos del sueño. (Ro 13:11a)
Circula el siguiente dicho: cocodrilo que se duerme, se convierte en bolso. Este dicho habla del riesgo de ser pillados mientras dormimos… algo peligroso, incluso si se trata de un cocodrilo. El no estar alertas nos torna vulnerables, nos deja a merced del enemigo. Jesús habla en los evangelios de cuidarnos del ladrón que viene a medianoche.
San Pablo nos exhorta a permanecer atentos, despiertos, vigilantes, a velar y orar, y a estar conscientes del tiempo en que vivimos. Esa es la actitud propia del creyente que vela por su fe, que no se distrae en las cosas mundanas. Estar dormido equivale a andar en las obras de las tinieblas, en glotonerías, borracheras, lujurias, contiendas y envidias. Comamos y bebamos, que mañana moriremos; ese es el lema vital de algunos.
Creyentes y no creyentes somos llamados a despertar de esa clase de sueño. La muerte o la segunda venida de Cristo pueden sorprendernos, y seríamos destinados a la eterna condenación. El llamado durante esta época de Adviento es a despertar, a desechar las obras de las tinieblas y a revestirnos de luz, viviendo como si Cristo viniese hoy.
Dios mismo nos prepara para este encuentro crucial. Como pecadores no estamos en condiciones de enfrentar el juicio de Dios: arrepentidos, necesitamos ser revestidos de Cristo y tomar las armas de luz, para luchar contra el pecado en nuestras vidas. Dios nos acepta como somos, pero no nos deja como somos. Su perdón nos renueva, su Espíritu nos anima. Vivamos en su presencia, despiertos y atentos.
Por: CPTLN
11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,
14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Romanos 13.11-14
Escucha el audio con toda la información relacionada al evento del mes que finaliza el 31, ir aquí
https://www.ministeriotv.com/video/evento-de-diciembre-21590
Escucha la Escuela Bíblica Dominical disponible en el Canal bajo el tema Creyentes responsables, clic en el enlace provisto aquí
https://www.ministeriotv.com/video/creyentes-responsables-21806
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Salmos 103.1-2
Bendecido día:
Aquí te comparto el enlace hacia el Canal donde consigues el nuevo tema Estoy agradecido, clic a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/estoy-agradecido-21805
Algunos de los nombres adjudicados a Jesús
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Isaías 9.6
Leer | Isaías 53
Por medio del pasaje bíblico de hoy, vemos que los judíos esperaban un Salvador. Pero Jesús no parecía el Mesías que esperaban.
El pueblo imaginaba a un monarca fuerte que gobernaría a su nación con poder terrenal, pero el Señor era un siervo que pasaba tiempo con los marginados. Esperaban un hombre que pondría fin a la persecución de Israel; pero murió como un delincuente, y advirtió a sus seguidores que no serían aceptados por el mundo. No es de extrañar, entonces, que el pueblo judío lo rechazara. No se ajustó a la clase de rey que querían, pues fue mucho más de lo que entendieron.
Todos estaremos algún día delante de Dios, y por nuestra iniquidad seríamos indignos de permanecer en su presencia. Su juicio del pecado será la muerte, una atroz existencia eterna, apartados de Él. Esto fue lo que le fue advertido a Adán en Génesis 2.17: que si pecaba, moriría. Pero Jesús llevó nuestro pecado para que cualquiera que ponga su fe en Él pueda tener vida eterna (Jn 3.16). Cristo decidió sufrir nuestro castigo —Dios hecho hombre experimentó voluntariamente la muerte de un criminal para que pudiéramos vivir para siempre en su presencia. Jesús fue “el camino” (14.6) que permitió a Dios satisfacer su justicia y al mismo tiempo amar a su pueblo.
El regalo de salvación es gratuito. No exige nada de nuestra parte, salvo nuestra aceptación y entrega. ¿Ha aceptado usted la muerte del Señor Jesús en la cruz como expiación por su pecado? La muerte del Redentor lleva a la vida, y aunque Él no garantiza un camino fácil, sí promete estar con usted siempre.
Por: Min. En Contacto
1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
Isaías 53
La celebración de una historia “increíble” Mateo 1:18-25 Tres frases que se corresponden con tres nombres nos muestran la esencia de la Navidad. Son la clave para entender esta fiesta y la razón de su verdadera alegría: «He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo»: María (v. 23) «Y llamarás su nombre Jesús» (v. 21) «Y llamarás su nombre Emanuel» (v. 23) 1. María: un milagro creíble «He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo» (Mt. 1:23) La historia de la Navidad empieza con un milagro.
Hay un elemento sobrenatural a creer. Al igual que con otros puntos vitales del Evangelio, la fe es el primer paso para entender la Navidad. Aparentemente increíble. El relato de una virgen que concibe un hijo suscita una fácil reacción de parodia por parte de la gente. ¿Cómo puede una virgen quedar embarazada? Nos reímos y rechazamos como “no creíble” todo lo que escapa a nuestra comprensión. Necesitamos racionalizar el misterio. Ciertamente el relato nos crea preguntas, pero son secundarias e innecesarias para entender el texto. El énfasis del pasaje no está en lo misterioso –una virgen que concibe- sino en lo glorioso, Jesús nace por obra directa del Espíritu divino, frase repetida dos veces (v. 18 y v. 20). El meollo del relato radica en la acción directa del Espíritu Santo, no en la virginidad de María.
El asunto de fondo. Así pues, lo que está en juego al creer o rechazar el nacimiento virginal de Jesús es la omnipotencia y la soberanía divinas. Dios da la vida dónde, cuándo y cómo Él quiere. Por esta razón la concepción sobrenatural de Jesús es importante, tan importante que forma parte de las doctrinas del Credo Apostólico. La pregunta clave no es: “¿Cómo es esto posible?”, sino «¿Hay algo imposible para Dios?» (Lc. 1:37). Una fe sin misterios ya no es fe. Sí, en el texto hay misterio, pero hay mucha más luz que misterio. Las personas encuentran en el misterio de lo sobrenatural una excusa para no creer, pero el misterio también puede ser un estímulo de la fe. Una fe sin misterios, dejaría de ser fe. La fe contiene elementos velados y elementos revelados. Centrarnos en los “velados” -“los secretos” de Dios- nos impedirá comprender los aspectos “revelados”, la gran luz del Evangelio.
La Navidad empieza con un test que pone a prueba nuestra fe. ¿Estoy dispuesto a creer que para Dios no hay nada imposible? Entonces creeremos en el milagro de la concepción virginal de Jesús. Si aquí fallamos, tampoco creeremos en el resto de hechos sobrenaturales de la vida de Cristo, resurrección incluida. La vida de Jesús se mueve constantemente en el milagro. Una fe sin milagros nos lleva a un Jesús humano que nos deja un Evangelio humanista, sin ningún poder. Así pues, la Navidad nos recuerda, en primer lugar, el poder de Dios.
Jesús: un salvador necesario «Y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21) El segundo nombre, Jesús, nos revela el propósito de la Navidad: es “para salvación” y constituye el siguiente paso si queremos entender bien su significado. La Navidad nos recuerda que necesitamos un Salvador. La salvación es el eje alrededor del cual gira toda la vida de Jesús hasta tal punto que el nombre Jesús significa Salvador. ¿De qué nos ha de salvar Jesús? En el evangelio de Lucas se nos amplía en qué consiste esta salvación. Zacarías, «lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: …Y tú, niño, profeta del Altísimo, serás llamado para conocimiento de salvación a su pueblo… para perdón de sus pecados». (Lc. 1:77).
La salvación de Jesús aparece inseparablemente unida al perdón. ¿Por qué? No tiene un sentido social -la liberación política del yugo romano-, ni siquiera emocional, la capacidad para ser feliz en esta vida. Es mucho más profunda: «Jesús salvará a su pueblo de sus pecados (mis pecados)» (Mt. 1:21). Para Jesús, la salvación no consistía en erradicar los grandes males sociales de su época –pobreza, hambre, discriminación, violencia, etc.-, ni tampoco en aliviar problemas personales. Todo ello va implícito en el mensaje del Evangelio, pero es la consecuencia de la fe, no su razón de ser ni su propósito. La salvación de Jesús es un fenómeno personal y moral con implicaciones sociales y emocionales, pero no a la inversa.
Ahora bien, el perdón requiere confesión de pecados. ¡Qué importante es comprender esta necesidad hoy! Nuestra sociedad vive miope a su realidad moral, sufre una anestesia moral de trágicas consecuencias. Los conceptos de culpa y pecado hoy han quedado obsoletos. Nada es pecado, todo depende de la sinceridad y la intención con que se realiza un acto. La cauterización de la conciencia de nuestros contemporáneos les impide ver la profundidad del pecado en que viven, pero esta miopía no les libra de responsabilidad ante Dios. Aunque no lo sintamos, todos necesitamos perdón y salvación.
La Navidad es alegría y celebración, pero su mensaje esencial nos recuerda que hay un asunto trascendental por arreglar: mi salvación eterna. De todos los regalos que podamos recibir en estas fechas, uno sobresale por su importancia: el perdón de mis pecados. Lo que hay en juego es la reconciliación con Dios y, en consecuencia, mi destino eterno. Los tres peldaños de la escalera al Cielo. Podemos resumir lo dicho hasta aquí con una ilustración. El camino que nos lleva a Dios, la escalera al Cielo tiene tres peldaños: Convicción de pecado. La conciencia de pecado nos lleva a la necesidad de perdón que sólo se puede lograr en la mirada de fe a la cruz, donde Cristo muere por el Pecado y por mis pecados Si los dos primeros peldaños implican una mirada arrepentida a nuestro corazón, el tercero requiere una mirada de fe a Cristo y su sacrificio redentor. El último de estos peldaños es el que vino a poner Jesús con su venida a este mundo.
La historia de la Navidad: la celebración de una historia “increíble Navidad empieza en un pesebre, pero acaba y culmina en la cruz. La Navidad no sería completa sin alzar los ojos a la cruz. Podemos aplicar el conocido texto de Hebreos a la Navidad y decir: celebrémosla «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…» (Heb. 12:2). En segundo lugar, pues, la Navidad nos recuerda el amor de Dios. 3. Emanuel: un Dios cercano «Y llamarás su nombre Emanuel» (Mt. 1:23) El clímax del pasaje y de la Navidad lo tenemos aquí, en el nombre Emanuel, Dios con nosotros. Si antes veíamos cómo Dios está por nosotros proveyendo una salvación necesaria, ahora descubrimos cómo también está con nosotros.
Dios mismo ha bajado a este mundo, ¡gran misterio, pero a la vez extraordinaria realidad! La profecía de Zacarías en el evangelio de Lucas lo expresa con belleza: «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará desde lo alto un amanecer para dar luz sobre los que están sentados en oscuridad y sombra de muerte» (Lc. 1:78-79). Estamos ante un hecho extraordinario porque el Dios creador, todopoderoso, se ha hecho cercano, nos ha “visitado”. Esta combinación perfecta entre la majestad de Dios y su cercanía –trascendencia e inmanencia- es exclusiva de la fe cristiana, no la encontramos en ninguna otra religión.
La clave radica en la preposición “con”. Esta pequeña palabra describe y define de forma inmejorable el mensaje de la Navidad y la esencia del Evangelio. Encierra la clave distintiva del cristianismo respecto a cualquier religión. En las religiones paganas la relación entre los dioses y el ser humano se define con una preposición muy diferente: “contra”. Los dioses están contra los hombres y para aplacar su ira hay que hacer todo tipo de sacrificios. Incluso en el budismo, tan popular en ciertos círculos en Europa hoy, la relación hombre–dios se describe mejor con la preposición “ante”. Buda es un dios tranquilo, pero lejano, está ante (delante de) los hombres, pero no con ellos. La imagen de Buda con los brazos cruzados, los ojos cerrados, expresión rígida en la cara y una sonrisa hierática nos transmite la idea de un dios frio que, en el mejor de los casos, contempla al ser humano desde la distancia y de forma impasible. ¡Qué impresionante la diferencia entre Jesús y Buda! El Dios que está por nosotros proveyendo una salvación tan grande está también con nosotros haciéndose hombre. Jesús y Emanuel son inseparables y nos revelan lo más esencial del carácter de Dios, su amor. Sí, Dios siempre ha querido que su relación con el hombre sea una relación voluntaria de amor y no una imposición. Y en una relación de amor el mayor y mejor regalo es la presencia del ser amado a nuestro lado.
Por ello, la Navidad es, como profetizó Zacarías, el amanecer, la aurora de un día luminoso que culminará cuando «el Sol de justicia» (Mal. 4:2), Jesucristo, reinará por siempre. No es extraño que uno de los textos más conocidos de la Biblia empiece así: «De tal manera amó Dios a este mundo, que envió a su Hijo…» (Jn. 3:16). Por tanto, en tercer lugar, la Navidad nos recuerda la cercanía de Dios. Conclusión: la Navidad es una historia que nos cambia la vida El Emanuel, el Dios que “se hizo carne y vino a morar con nosotros” cambia nuestra perspectiva de la vida en todos los sentidos. Nos abre los ojos a un paisaje totalmente nuevo aquí en esta tierra y allá en el más allá. Por ello, aún en momentos de tribulación, cuando nos preguntamos perplejos: “¿Dónde está Dios?”, alzamos los ojos de la fe al cielo y afirmamos llenos de confianza: Él está aquí a mi lado e intercede por mí (Ro. 8:34; Heb. 4:16). Sí, el mismo Dios que estuvo en esta tierra y sufrió todo lo que nosotros podamos sufrir (Heb. 2:17-18; Heb. 4:15), está por mí y conmigo ahora. Dios está por nosotros y con nosotros. ¿Puede haber un mensaje de aliento mayor?
Ahí está la verdadera alegría de la Navidad, el motivo central de nuestra celebración. Por esta razón cuando los magos de oriente vieron la estrella en el cielo, señal del nacimiento de Jesús, «se regocijaron con muy grande gozo» (Mt. 2:10). Nosotros hacemos lo mismo porque en la Navidad recordamos y celebramos el poder, el amor y la cercanía de Dios.
Por: Dr. Pablo Martínez Vila
Enviado por el Hno. Mario Caraballo
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros.
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Mateo 1.18-25
16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.
18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.
Lucas 2.15-20
Leer | Filipenses 4.6, 7
Una vez, después de predicar acerca de la paz, una mujer se acercó para hablar conmigo. Me puso al día en cuanto a la situación de su hijo, que había tenido un accidente terrible. A pesar de que los médicos le habían dado pocas posibilidades de sobrevivir, se estaba recuperando lentamente. “Lo que usted dijo acerca de la paz que sobrepasa nuestro entendimiento es verdad”, me dijo la mujer. Incluso cuando su hijo estuvo al borde de la muerte, en su corazón había la seguridad de que el Padre celestial estaba cerca y en control.
Pablo escribió desde la celda de una prisión para recordar a los creyentes que entregar nuestras preocupaciones a Dios daría paz. Tener un espíritu tranquilo en medio de una tormenta de problemas no tiene ningún sentido humano —porque lo natural es que estemos afanosos. Pero nuestro Dios es sobrenatural, y está viviendo dentro de nosotros en la forma del Espíritu Santo para que podamos conservar la paz.
No importa qué circunstancias difíciles puedan desafiar nuestra fe, la paz basada en Cristo no puede ser quebrantada. Con la ayuda de la omnipotente y protectora mano del Padre celestial, ¿qué razón tenemos para estar temerosos o intranquilos? Lo que tenemos que hacer es mantener nuestra mirada y fe centradas en el Señor. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Is 26.3).
Vivimos en un mundo de conflictos y, como resultado, muchas veces experimentamos angustias. Es fácil llegar a obsesionarnos con las situaciones, y con todas las maneras que ellas nos han afectado. Pero la paz viene al decidir creer que Dios dará una solución en su momento y a su manera.
Por: Min. En Contacto