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miércoles, 31 de agosto de 2022
Un modelo para la oración
Un modelo para la oración
Leer | Colosenses 1.10-14
Sigamos utilizando la oración de Pablo por los colosenses como modelo. Ayer estudiamos sus primeras dos peticiones —que entendieran la voluntad de Dios, y que vivieran dignamente para Él. Ahora consideraremos las otras cuatro. Que:
• Llevaran fruto en toda buena obra (v. 10). El Señor desea que nuestras acciones lo glorifiquen. Parece ser que todos estamos muy ocupados, pero ¿tienen valor eterno lo que hacemos?
• Crecieran en el conocimiento de Dios (v. 10). Hay mucha información bíblica disponible en libros, predicaciones e Internet. Pero el apóstol no estaba sugiriendo que los creyentes conocieran hechos en cuanto a Cristo. Habla de un conocimiento espiritual, no intelectual.
• Fueran fortalecidos con el poder de Dios (v. 11). Somos débiles cuando nos apoyamos en nuestras propias fuerzas. A veces, es necesario que el Señor nos ponga de rodillas para que le entreguemos el control y confiemos en su poder. Mantener la confianza y el enfoque en medio de las dificultades requiere un poder más allá de nuestras fuerzas.
• Se mantuvieran agradecidos (v. 12). Cuando entendemos de dónde provienen todas las cosas buenas, podemos vivir con gratitud. El contentamiento y el gozo tienen su origen en un corazón agradecido, no en las circunstancias.
Por el trajín del mundo de hoy, la oración muchas veces es dejada fuera de nuestra agenda. Pero la comunión con el Señor es vital para tener una buena relación con Él. Recuerde que orar por nuestros seres queridos ante el trono de Dios es mucho más importante que otras tareas que parecen más apremiantes.
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Salmos 95.6-7
6 Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios;
Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.
Si oyereis hoy su voz,
martes, 30 de agosto de 2022
Dios puede hacerlo
Efesios 3.20-21
Jesús sabía por experiencia personal lo que significaba vivir con recursos económicos limitados, recibir críticas de la familia (Mr 3.21) y ser rechazado por aquellos a quienes buscaba servir (Jn 6.66). Pero nunca permitió que esas circunstancias controlaran sus emociones o determinaran sus acciones. Más bien, decidió esperar confiadamente que el Padre celestial cumpliera su Palabra.
Hemos sido llamados a seguir el ejemplo de Cristo y a creer en que Dios es capaz de hacer lo que ha prometido. Por ejemplo, la Biblia promete salvación eterna a quienes piden ser perdonados en el nombre de Jesús (He 7.25). El Hijo satisfizo la justicia del Padre al morir en la cruz por todos nuestros pecados, desde las “mentiras piadosas” hasta los actos más viles. Si tenemos una fe verdadera en el Señor, Dios nos perdonará y nos hará una nueva creación en Cristo (2 Co 5.17). No importa qué faltas hayamos cometido, Él nos invita a acercarnos con fe y a recibir el regalo de la vida eterna.
Una vez que somos salvos, Dios dice que nos confirmará en su verdad (Ro 16.25); después de darnos un firme fundamento en Cristo, nos edificará en justicia. Por medio del ministerio de su Espíritu y de la Palabra, comenzaremos a ver las cosas de la misma manera que las ve el Padre celestial, y sabremos qué le agrada a Él (Ro 12.2).
Al creer en que Dios cumplirá sus promesas, nos fortaleceremos en la fe y nuestra paz será mayor. Los problemas que antes nos hacían perder el rumbo, carecerán del poder de perturbarnos. La esperanza sustituirá al desánimo y la confianza vencerá las dudas. Cada vez que vengan problemas, concentre su atención en el Padre celestial y en la capacidad que Él tiene de cuidar de usted.
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lunes, 29 de agosto de 2022
La santificación: El grandioso plan de Dios
Jeremías 29.11
El Padre celestial tiene un plan grandioso para la vida de cada uno de sus hijos, y puede resumirse en la palabra santificación. Si usted nunca ha estado seguro del significado del término, no es el único; muchas personas no tienen clara su definición. Pero los creyentes debemos entenderlo, pues esa palabra nos define.
En su forma verbal —santificar— el término significa “hacer santo” o “apartar”. Por eso, cuando algo es santificado es apartado de su uso común anterior y dedicado a propósitos sagrados. El Antiguo Testamento menciona varias cosas que el Señor santificó, entre ellas: el séptimo día y la tribu de Leví como sacerdotes, e incluso consagró lugares como el lugar santísimo dentro del tabernáculo (Gn 2.3; Nm 3).
El Padre celestial sigue santificando a personas en el presente. Antes de que alguien ponga su fe en el Salvador, esa persona está muerta espiritualmente y, en realidad, es enemiga de Dios (Ef 2.1-3; Ro 5.10). Pero en el momento que decide confiar en Jesucristo, sus pecados son borrados y es adoptado en la familia de Dios. Esa persona es apartada como un hijo de Dios, con un propósito sagrado. Esto significa que los creyentes no estamos aquí para ir tras nuestro beneficio personal, sino para servir al Señor y darle honra y gloria.
Como miembros de la familia de Dios, llamados a reflejar su gloria, a los creyentes se les conoce como “santos”. Se nos ha dado este apelativo —que comparte su raíz con santificación— no porque estemos libres de pecado o seamos perfectos, sino porque vivimos una vida congruente con Aquel a quien representamos.
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La visión de la ciudad celestial
Enseñanza en la Escuela Bíblica Dominical, clic en el enlace para ir
https://www.ministeriotv.com/video/la-visin-de-la-ciudad-celestial--25169
Injertados en Cristo
Juan 15.1-8
El viñador planta y cuida sus vides con el propósito de verlas producir uvas. Dios, como nuestro viñador, nos exhorta a dar fruto espiritual. Él quiere que seamos más como Cristo, caracterizado por el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza (Gá 5.22, 23). Nuestro Padre celestial quiere asegurarse de que los creyentes seamos fructíferos; por esta razón, somos quitados del viejo árbol de la humanidad e injertados en la nueva vid: Jesucristo.
Después de su bautismo, Jesús fue “lleno del Espíritu Santo”, quien lo condujo al paso siguiente (Lc 4.1). La vida y el ministerio de Cristo fueron el resultado del poder del Espíritu Santo en su vida, y cuando decidimos seguirlo, Él envía al Ayudador a habitar en nosotros. En el lenguaje de los viñedos, la savia de la vid fluye a la rama injertada dándole vida y la capacidad de producir la clase de fruto propio de esa planta. La rama y la vid se convierten en una sola vida. La traducción de la Biblia al Día dice: “Vivan […] enraizados en Él, y nútranse de Él” (Col 2.7).
Algunas personas huyen de la vida cristiana porque piensan que no pueden vivirla. Y tienen razón, no pueden, pero el Espíritu Santo sí puede. Cuando somos uno con Jesucristo, el Espíritu de Dios vive a través de nosotros. Eso no significa que seamos libres de responsabilidad, ya que el Espíritu puede hacer su obra solo si decidimos sabiamente rendirnos a Él. Cuando seguimos obedientemente al Señor, nuestro gozo y nuestra paz no dependen de las circunstancias; Aquél en quienes estamos enraizados es nuestro gozo y nuestra paz.
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jueves, 25 de agosto de 2022
Me ha agradado
Salmos 40:8
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado
Y tu ley está en medio de mi corazón.
Razones para rendir nuestra vida a Cristo
1 Corintios 6.19-20
Como vimos ayer, Dios nos dice que rindamos nuestra vida a Él. Esta no es una tarea fácil. Todos nuestros planes, todos los deseos que sentimos, cada derecho que una vez pareció ser nuestro, todo es puesto a un lado para dar paso a la voluntad de nuestro Rey. Pero quizás usted se ha preguntado por qué nos pide Dios esto. El Señor tiene pleno derecho a exigirnos que le demos nuestro todo.
Primero, las Sagradas Escrituras nos enseñan que Él es el Rey soberano del universo entero (Sal 135.6). Por eso, estamos bajo su autoridad, ya sea que decidamos someternos a Él o no. Luego, por medio de su muerte y resurrección, el Señor Jesús nos salvó del pecado y sus consecuencias. Por tanto, nuestra deuda con Él es impagable. Por último, Él nos sostiene; debemos considerar cada respiración y cada latido del corazón como un regalo de Dios.
Sin duda, el Señor tiene derecho a pedirnos que rindamos nuestra vida a Él. Al mismo tiempo, la entrega nos conviene. El Padre celestial promete que obedecerle lleva a la esperanza y a un futuro seguro. Salmo 31.19 dice: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen!” Así que, aunque Él es el Todopoderoso, con toda la autoridad para exigir nuestra vida, promete cuidar de nosotros y hacer lo que más nos favorecerá.
¿Está usted dispuesto a obedecer a Jesús? Su camino es el mejor y ofrece esperanza, gozo y paz. No siempre nos gustará lo que Él decida hacer, pero promete disponer todas las cosas para nuestro bien. ¿Quisiera usted confiar en Dios lo suficiente como para entregarle su vida?
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miércoles, 24 de agosto de 2022
El modelo de una oración poderosa
El modelo de oración pode
Leer | Colosenses 1.9, 10
Orar de manera efectiva no es algo que sabemos hacer de manera natural; para la mayoría de los creyentes es algo que necesitamos aprender. De hecho, uno de los discípulos que caminó con el Señor Jesús le pidió ayuda en cuanto a este asunto (Lc 11.1).
A menudo escuchamos peticiones centradas en bendiciones, salud y protección. Y aunque está bien orar por cosas como esas, hay otra manera más poderosa, de orar: utilizando la Sagrada Escritura para hablar con el Padre celestial.
El apóstol Pablo es el autor del pasaje de hoy. Nos muestra las peticiones específicas que trajo al Señor en cuanto a la iglesia en Colosas. Ellas también se aplican a nosotros en la actualidad. Enfoquémonos en las dos primeras peticiones hoy, y en las cuatro restantes el fin de semana.
Pablo rogó a Dios que los cristianos de Colosas . . .
• Entendieran el plan de Dios para sus vidas. Aunque el Señor normalmente no revela todo de inmediato, dará a quienes le buscan suficiente información para que confíen en Él y obedezcan su dirección.
• Anduvieran de una manera digna de Cristo y agradable a Él. Pablo anhelaba ver que las vidas de los colosenses fueran cónsonas con su verdadera identidad espiritual (Gá 5.22, 23).
Uno de los regalos más grandes que podemos dar es orar por una persona. Y no hay una manera más poderosa de hacerlo que con las palabras de la Sagrada Escritura. Colosenses 1.9-14 es un bello ejemplo de un pasaje de cómo orar por nuestros seres queridos y por nosotros mismos ante el trono de Dios.
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martes, 23 de agosto de 2022
Visión de la Gracia inmerecida
Puedes accesar a la enseñanza de Escuela Bíblica Dominical haciendo clic sobre el vínculo a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/visin-de-la-gracia-inmerecida-25141
La Gracia de Dios
Para escuchar el tema visita el Canal siguiendo el enlace
https://www.ministeriotv.com/video/la-gracia-de-dios-25142
Un estilo de vida perdonador
Leer | Efesios 4.29-32
Mostrar misericordia a quienes nos lastiman no es propio de la naturaleza humana; es más fácil enojarse y seguir así. Justificamos nuestra falta de perdón señalando la injusticia que hubo, o el daño hecho. Pero Dios nos manda a ser misericordiosos (Lc 6.36). Quienes hemos probado la misericordia divina, debemos practicar un estilo de vida perdonador.
¿Por qué, entonces, no obedecemos? Porque, a veces, nuestro orgullo nos lo impide. Nos enojamos cuando somos tratados con irrespeto, subestimados cuando surge una oportunidad de ascenso en el trabajo, o pasados por alto a pesar de nuestro desempeño. Otras veces, pensamos solo en la falta de disposición para cambiar de otras personas, y no perdonamos hasta que mejoren su proceder. O algunas veces hemos sido muy lastimados o tratados injustamente. Tenemos la mente tan llena de dolor, que nos quedamos atascados en el pasado. No vemos que sea posible perdonar.
Una actitud rencorosa puede tener todo tipo de consecuencias no deseadas, entre ellas relaciones rotas, esclavitud emocional, e indiferencia para con el Señor. Cuanto más nos aferremos a nuestro enojo, más afectada se verá nuestra comunión con otras personas y con nuestro Padre celestial. Con el tiempo, podemos volvernos amargados y hostiles, lo que desde luego no corresponde con lo que somos en Cristo.
Es difícil perdonar a quienes nos calumnian, tratan mal, o hieren a nuestros seres queridos. Pero el comportamiento de ellos para con nosotros no es una razón para negarles la misericordia. Dios nos llama a perdonar, así como Él nos perdonó; con su ayuda, podemos hacerlo.
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Para desarrollar los músculos de la fe
1 Reyes 18.22- 23
“Quisiera tener una fe grande”. Son palabras que casi todos los cristianos han dicho en algún momento. Pero la fe es como un músculo; tiene que ser ejercitado para que se vuelva fuerte; el solo desearlo no hará que eso suceda.
Los cristianos tienen que creerle a Dios, no solo en cuanto a la salvación, sino también en todo lo demás. En vez de ser una “meseta” espiritual, la fe es un proceso que implica grados cada vez mayores de confianza a lo largo de la vida. La fe pequeña espera que Dios haga lo que Él dice, pero la fe fuerte sabe que lo hará.
Elías era un hombre con una fe grande. Veía los retos cada vez mayores como oportunidades para que Dios hiciera su trabajo; el profeta no tenía ninguna duda de que el Señor actuaría de manera sobrenatural. Lo mismo puede hacer usted. El Señor no hará todos los milagros que le pida, pero sí hace una obra extraordinaria en —y por medio de— toda persona obediente si está dispuesta a confiar en Él.
Es posible que usted esté pensando: No soy lo suficientemente bueno para que Dios me use. Pero la Biblia está llena de ejemplos de personas débiles e imperfectas que el Señor utilizó para realizar sus propósitos. Él está buscando, no la perfección, pero sí a personas dispuestas a creerle. El Señor no solo actúa a través de las personas de fe; también las transforma.
Comience leyendo la Palabra de Dios para saber qué quiere Él que usted haga. Las situaciones y las necesidades de cada día son oportunidades para confiar en Él. Pídale al Señor que le recuerde versículos que se apliquen a sus circunstancias. Confíe en Dios y haga lo que Él dice; así Él será glorificado.
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viernes, 19 de agosto de 2022
Vivirá eternamente
Juan 6:58
Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
Hambre de Dios
Salmo 63.1-5
El Señor nos ha dado una diversidad de apetitos esenciales para nuestra supervivencia física. Pero también ha creado en nuestro corazón hambre espiritual. David era un hombre que reconoció y sintió este anhelo por el Señor. En los Salmos lo encontramos meditando, ofreciendo alabanzas o clamando a Dios. Su mayor gozo era estar en contacto con su Padre celestial.
El hambre de Dios es el deseo de conocer y acercarse más a Él. Lamentablemente, este anhelo está aletargado en la vida de muchos creyentes. Son salvos, pero no tienen un firme deseo de aumentar su conocimiento de Dios. Uno de los problemas es que nuestra sociedad está llena de asuntos que se apoderan de nuestros intereses y afectos. Estos placeres e intereses compiten con Dios por nuestra atención, exigiendo nuestro tiempo y esfuerzo.
La buena noticia es que el anhelo de Dios puede ser despertado si estamos dispuestos a cambiar nuestras prioridades e intereses. Aunque cultivar el deseo del Señor toma tiempo, el gozo que experimentaremos es duradero, y las recompensas son eternas. Usted querrá tener una relación más rica con Dios. De hecho, cuando su hambre por el Señor se despierte, Él abrirá su corazón y su mente para que tenga mayor compresión y deseo de Él.
Si tenemos ansias del Señor, Él nos dará gozo y despertará un anhelo más profundo de Él en nuestra alma. A diferencia del hambre física, el deseo de Dios nos satisface, pero, paradójicamente, nos deja con hambre. Cuanto más satisfechos estamos con Cristo, más queremos de Él.
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jueves, 18 de agosto de 2022
Cómo buscar a Dios
Lucas 12.29-34
Buscar a Dios por medio de su Hijo Jesucristo debe ser nuestro principal objetivo. Eso requiere una actitud de entrega, diligencia, perseverancia, confianza y humildad. Para buscar al Señor, ¿qué acciones podemos tomar?
Primero, tenemos que estudiar la Biblia. El examen metódico y constante de ella hará crecer nuestra fe y nos dará lo que necesitamos para vivir en santidad (2 P 1.3). Luego, debemos mantener una vida de oración. Orar consiste en tener una conversación con Dios que incluye tanto hablar como escuchar. Tercero, debemos meditar, lo cual implica pensar en lo que leímos en la Palabra. Esto significa asimilar cada pasaje de la Biblia, versículo por versículo, y preguntar al Señor qué significa. Mediante la dirección del Espíritu Santo llegaremos a comprender cómo aplicar su enseñanza a nuestra vida. Este proceso nos ayuda a absorber sus verdades para guiarnos por ellas.
A medida que asimilamos los principios bíblicos, adquirimos sabiduría. Se nos hace más fácil identificar donde está trabajando el Señor, evaluar nuestras circunstancias a la luz de su naturaleza y su plan, y saber cuándo actuar. Al escuchar los mensajes basados en la Palabra de Dios, crecemos en el Señor. Escuchar implica actuar, en respuesta a lo escuchado, sin desviar nuestra atención. Por último, debemos observar cómo está Dios obrando en la vida de otras personas, lo que sirve también como estímulo para nosotros.
Dios promete recompensar nuestra búsqueda de Él. Algunas veces seremos bendecidos con un mayor entendimiento espiritual, y otras con un gozo inexplicable. Pero lo mejor de todo es que buscar al Señor de corazón siempre nos permitirá encontrarlo (Jer 29.13).
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miércoles, 17 de agosto de 2022
Gloríese en el Señor
2 Corintios 10:17-18
17 Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; 18 porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.
El ayudador en el estudio de la biblia
Leer | 1 Corintios 2.12-16
La Biblia es la revelación de la verdad de Dios, y está concebida para su uso regular por todo creyente. La presencia interior del Espíritu Santo es una necesidad, ya que es Él quien aclara el significado de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo ilumina la mente de cada persona que busca realmente conocer a Dios.
Cuando leemos la Biblia, el Ayudador abre nuestro entendimiento para que conozcamos el verdadero significado del texto, de modo que podamos comprender sus implicaciones. Nunca podremos dejar de necesitarlo. Incluso un creyente con años de experiencia en el estudio de la Palabra, requiere de tanta revelación como un niño espiritual que acaba de recibir a Cristo. Recientemente, tuve motivos para recordar este hecho al leer un pasaje que había visto a menudo en mis estudios. Por primera vez, mi alma se abrió del todo a estos versículos, la verdad entró como un torbellino y me sentí revitalizado. Captar una nueva verdad nos anima a poner en práctica lo que hemos aprendido. Luego, cuando integramos esa verdad a nuestra vida, el Espíritu de Dios nos revela otra para hacernos cada vez más como nuestro Salvador.
Conocer a Dios y conformarse a la imagen de Jesucristo, son las más altas aspiraciones de la vida cristiana, y podemos lograr estos objetivos solo si conocemos y ponemos en práctica los principios bíblicos con un corazón limpio. Si queremos que el Espíritu Santo nos revele el significado de la Escritura, debemos pedirle primero que nos muestre nuestro pecado. Cuando nos arrepentimos de la falta que nos hace recordar a nuestro Ayudador, nuestro corazón se abre a su iluminación.
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martes, 16 de agosto de 2022
El arrepentimiento en la vida del creyente
Leer | Proverbios 28.13
¿Es el arrepentimiento necesario? Sí, y podemos ver esta verdad fundamental en 1 Juan 1.9: “Si confesamos nuestros pecados, [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Usted puede decir: “La palabra arrepentimiento no aparece en este versículo”. Pero examinemos esto con mayor detenimiento.
Recordemos que “arrepentirse” significa cambiar de manera de pensar. Para los incrédulos, esto se refiere a la fe salvadora, es decir, a la decisión de poner la fe en Cristo. Pero, para los creyentes, el arrepentimiento implica un cambio de corazón con respecto a conducta o actitud. Es la decisión constante de tener una vida obediente y cristocéntrica.
En 1 Juan, esta decisión está representada por la palabra confesar, que originalmente tenía el sentido de “estar de acuerdo con”. En otras palabras, si usted confiesa su transgresión a Dios, está de acuerdo con Él en cuanto a ese pecado y, a la vez, en desacuerdo con su sentir anterior. Aquí, la confesión no es un asunto de salvación; más bien, significa permitir que el Padre celestial siga cambiando su mente, y moldeando su vida cada vez más a la imagen de su Hijo.
Dios aborrece el pecado. Por eso, si usted está de acuerdo con Él, entonces su mente está siendo transformada. Los pensamientos, las actitudes y las acciones que antes parecían perfectamente naturales, ya no corresponden con quién usted es ahora. A medida que Dios siga trabajando en su vida, su mente rechazará gradualmente la vieja manera de pensar, y representará más fielmente la manera de pensar del Señor.
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lunes, 15 de agosto de 2022
El sacrificio de Jesús
Enseñanza bíblica dominical que puedes escuchar siguiendo el enlace a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/el-sacrificio-de-jess--25116
Manifestación de la salvación universal
Escucha el tema disponible para ti en el Canal visita:
https://www.ministeriotv.com/video/manifestacin-de-la-salvacin-universal-25115
El regalo divino del perdón
Leer | Colosenses 3.12-14
Motivado por el amor, Dios proveyó la manera de que nuestros pecados fueran perdonados. Envió a Jesús para ser nuestro Salvador; cuando confiamos en su sacrificio expiatorio a favor nuestro, recibimos su perdón.
Antes de poner la fe en Cristo, estábamos muertos en nuestros pecados y éramos objetos de la ira divina (Ef 2.1-3). Pero nuestro misericordioso Padre celestial envió a su Hijo Jesús para redimirnos. En la cruz, el Salvador tomó sobre sí nuestros pecados y experimentó la furia de Dios por amor a nosotros. Su muerte nos aseguró el perdón —no había nada que pudiéramos hacer para lograr la aceptación de Dios. Somos salvos por gracia mediante la fe en Cristo y en lo que Él realizó (Ef 2.8, 9). Nuestra salvación es un regalo del Padre celestial.
La voluntad de Dios es que, como personas perdonadas, mostremos misericordia a quienes nos agravian, hasta la medida en que Él nos perdonó. Pero la inclinación humana es imponer condiciones cuando se trata de tener misericordia. Pensamos: Te perdonaré solo si te disculpas como debe ser, o antes de que se me quite el enojo, debes arreglar el problema; e incluso, espero que pagues por el daño hecho, antes de que te perdone. Eso no es lo que nuestro Salvador hizo. Romanos 5.8 lo expresa así: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Dependiendo de cuánto daño hayamos experimentado, es posible que necesitemos tiempo y sanidad antes de poder perdonar de verdad. Pero debemos recordar que la voluntad de Dios es que mostremos misericordia. Estamos llamados a perdonar a quienes nos hayan herido.
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viernes, 12 de agosto de 2022
La vida buena
Salmo 100
Todos conocemos personas que padecen enfermedades, crisis económicas o algún tipo de dificultad. ¿Cómo debemos reaccionar a dichas situaciones a la luz de lo que enseña la Biblia sobre la bondad de Dios, y de la expresión de su bondad para con nosotros?
En primer lugar, la naturaleza de Dios es perfecta, y todo lo que Él hace es recto (Dt 32.4). Él es “misericordioso y clemente … y grande en misericordia” (Sal 103.8). Por su naturaleza, Dios es bueno. En segundo lugar, nuestro Padre celestial expresa su bondad basado en su propósito de conformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8.29). Desde la perspectiva del Señor, todo lo que encaja en su plan es provechoso para nosotros.
La mayor demostración de la bondad del Señor se ve en la vida y muerte de su Hijo. Jesús dejó su hogar celestial, tomó la forma de hombre, padeció y murió en lugar nuestro para que pudiéramos ser perdonados (Fil 2.6-8). Por lo que nuestro Salvador padeció, hemos sido adoptados en la familia de Dios, y el cielo es nuestro hogar eterno.
En el momento de la crucifixión de Cristo, los discípulos no podían ver nada beneficioso en ella. Solamente sentían un gran pesar. Pero sabemos que Dios dio a su propio Hijo para que podamos ser salvos (Ro 8.32).
Nuestra definición de la vida buena probablemente incluiría éxito material, buena salud y ausencia de problemas —las cosas que nos hacen felices ahora. Pero Dios tiene una perspectiva eterna, y Él siempre obra para llevar a cabo su plan a largo plazo para nosotros. Podemos confiar en su bondad aun en momentos de oscuridad.
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jueves, 11 de agosto de 2022
Concepto correcto del arrepentimiento
Al predicar la verdad sobre Jesucristo en Hechos 2, Pedro dejó a miles de oyentes haciéndose la misma pregunta: “¿Qué haremos ahora?”
La respuesta del apóstol es sencilla: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (v. 38). Como resultado, 3.000 personas fueron añadidas a la nueva iglesia ese día (v. 41).
¿Es este el mensaje de la mayoría de las iglesias de hoy en día? ¿Parece extraño que Pedro dijera “arrepentíos” en vez de “creed”? En realidad, la Biblia utiliza a menudo estos conceptos de manera semejante. Es que el arrepentimiento y la fe son dos caras de la misma moneda: ambos son esenciales para la salvación, y cada uno depende del otro.
En efecto, en términos de la salvación, no se pueden separar la fe y el arrepentimiento. Para ser salvo, usted debe poner su fe en Cristo para el perdón de los pecados. Esa decisión de fe requiere arrepentirse de su manera de vivir. Ambas cosas suceden simultáneamente.
Sin embargo, muchas personas creen erróneamente que deben cambiar antes de poder entregar su vida a Cristo. El arrepentimiento no significa que debamos cambiar y “limpiarnos” para poder recibir a Cristo como Señor. La verdad es que no debiera haber ninguna demora o separación entre el momento del arrepentimiento y la fe.
Si usted está posponiendo una decisión por Cristo hasta que crea que está “listo”, o que es “digno”, está esperando en vano. Jesús está listo para recibirle ahora mismo.
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miércoles, 10 de agosto de 2022
El ayudador en la oración
Leer | Romanos 8.26, 27
La mayoría de las personas sienten que no saben orar correctamente. Inclusive el apóstol Pablo reconoció que a veces no sabía cómo pedir como debía. En el diálogo sobrenatural entre Dios y los creyentes, el Espíritu Santo actúa como un vehículo para nuestra comunicación, poniendo nuestras necesidades y nuestros deseos delante del Padre.
Las personas hacemos nuestras peticiones con un conocimiento muy limitado del futuro y de lo que realmente es mejor para nosotros. En consecuencia, surgen circunstancias que nos llevan a preguntarnos cómo debemos orar. Si lo único que sabemos decir es: Señor, ¿cuál es tu voluntad?”, el Espíritu Santo, que conoce los planes del Padre celestial para nosotros, le hablará a Él de nuestra necesidad.
Nuestro Padre celestial no oculta su voluntad de nosotros. Él desea darnos toda la información necesaria para que tomemos decisiones correctas y seamos conformados a la imagen de su Hijo. Así como el Espíritu Santo lleva nuestras necesidades a Dios, también nos indica cuál es la voluntad del Padre para nosotros.
Algunas personas encuentran intimidante el poder de la oración. A veces, dejan de orar antes de recibir una respuesta por temor a haber estado pidiendo mal. Sin embargo, la naturaleza divina del Espíritu Santo nos impide ir delante del Padre con una petición que está fuera de su plan. En vez de eso, interviene para hacer la petición correcta. También inculca en nosotros la necesidad de ajustar nuestros deseos. Por tanto, podemos orar en cada situación, sabiendo que el Espíritu Santo es nuestro Ayudador.
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martes, 9 de agosto de 2022
La visión del único Dios
Escucha la enseñanza dominical haciendo clic en el vínculo siguiente
https://www.ministeriotv.com/video/la-visin-del-nico-dios--25092
Evento de agosto
Escuchar los detalles visitando el siguiente enlace
https://www.ministeriotv.com/video/evento-de-agosto-25059
Dios perdona nuestro pecado
Leer | Efesios 1.3-8
La Biblia es un manual de instrucciones con la ruta a nuestro hogar eterno. Pero los viajeros deben leer y seguir las indicaciones. Algunas personas creen que irán al cielo por su moralidad, sus prácticas religiosas, o incluso por su creencia de que Dios existe. Sin embargo, nada de eso garantiza la salvación.
El único camino que lleva al hogar eterno del Señor es la fe en Jesucristo (Jn 14.6). Así que la Biblia nos da tres indicadores a lo largo de la ruta:
Indicador No. 1: Soy pecador. Todos hemos pecado (Is 53.6; Ro 3.23). Pero solamente alguien que esté bajo el poder de convicción de pecado del Espíritu Santo reconoce que el pecado es lo que le separa de Dios (Jn 9.31).
Indicador No. 2: Jesús es perfecto. El sacrificio perfecto de Cristo en la cruz es lo que atraviesa el abismo entre el Padre celestial y su creación. Nuestro Salvador pagó la deuda por el pecado pasado, presente y futuro.
Indicador No. 3: Necesito a Jesús. El momento decisivo en el viaje es el punto donde el viajero cree que Jesús es quien dijo ser. La fe tiene que estar acompañada por el arrepentimiento —dar la espalda a los antiguos pecados. El peregrino recibe una naturaleza nueva, y es acogido en la familia de Dios (2 Co 5.17; Jn 1.12).
¿Está usted en el camino para descubrir al Señor? He aquí un atisbo a lo que está delante de usted si persevera hasta el final: La redención (Ro 3.24), la vida eterna (Jn 3.15), y la grandiosa aventura de caminar con Jesucristo. Confíe en el Salvador, y dele gracias por su misericordia y por su gracia.
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lunes, 1 de agosto de 2022
Una verdadera justicia divina
Consigue y escucha esta enseñanza bíblica dominical visitando el vínculo que aparece a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/una-verdadera-justicia-divina-25050
El juicio de las naciones
Tema disponible en el Canal y puedes escucharlo siguiendo el enlace siguiente
https://www.ministeriotv.com/video/el-juicio-de-las-naciones--25051
Jesús el sanador
Leer | Mateo 14.14
Cuando yo tenía once años, encontré a mi madre en su cama, luchando por respirar. Mi reacción fue caer de rodillas y orar por ella. Al día siguiente, se comenzó a recuperar, y nunca más experimentó el mismo padecimiento.
Los que enseñan reanimación cardiopulmonar dicen que el primer paso en una emergencia es llamar para pedir ayuda. Es un buen consejo, pero también debemos desarrollar la reacción de clamar a Dios por su ayuda.
El gran Médico tiene el poder para ayudar. Él nos creó, y conoce cada mecanismo de nuestros cuerpos, hasta el más mínimo detalle. A veces, Él decide quitar de inmediato el problema cuando le pedimos; otras veces, por su amor y su omnisciencia, permite que el padecimiento continúe.
Buscar la ayuda de un médico es, con frecuencia, su plan para nosotros, pero Dios también quiere que vengamos delante de Él con nuestra necesidad, reconociendo su capacidad y poder supremos.
La Biblia está llena de historias en cuanto a las sanidades físicas, emocionales y espirituales que realizó el Señor. Por ejemplo, el Antiguo Testamento habla de una sanidad divina de esterilidad (Gn 17.18, 19; 21.2) y de lepra (Éx 4.6, 7). Y luego, en el Nuevo Testamento, bastaba un toque de Jesús para que las personas fueran sanadas. Jesús dio también a sus discípulos autoridad para sanar en su nombre (Mt 10.1).
Cuando usted lea la Biblia, note la frecuencia con que Dios sanaba a las personas, y cómo valoraba la fe de ellas. Cuando usted tenga una necesidad, pida su ayuda. Caminar estrechamente con Él es siempre la mejor y más sabia decisión.
Por: Min. En Contacto
Evento de Agosto
Ya te puedes unir al Evento de mes e invitar a otros para que puedan unirse y clamar juntos en oración