1 Reyes 18.22- 23
“Quisiera tener una fe grande”. Son palabras que casi todos los cristianos han dicho en algún momento. Pero la fe es como un músculo; tiene que ser ejercitado para que se vuelva fuerte; el solo desearlo no hará que eso suceda.
Los cristianos tienen que creerle a Dios, no solo en cuanto a la salvación, sino también en todo lo demás. En vez de ser una “meseta” espiritual, la fe es un proceso que implica grados cada vez mayores de confianza a lo largo de la vida. La fe pequeña espera que Dios haga lo que Él dice, pero la fe fuerte sabe que lo hará.
Elías era un hombre con una fe grande. Veía los retos cada vez mayores como oportunidades para que Dios hiciera su trabajo; el profeta no tenía ninguna duda de que el Señor actuaría de manera sobrenatural. Lo mismo puede hacer usted. El Señor no hará todos los milagros que le pida, pero sí hace una obra extraordinaria en —y por medio de— toda persona obediente si está dispuesta a confiar en Él.
Es posible que usted esté pensando: No soy lo suficientemente bueno para que Dios me use. Pero la Biblia está llena de ejemplos de personas débiles e imperfectas que el Señor utilizó para realizar sus propósitos. Él está buscando, no la perfección, pero sí a personas dispuestas a creerle. El Señor no solo actúa a través de las personas de fe; también las transforma.
Comience leyendo la Palabra de Dios para saber qué quiere Él que usted haga. Las situaciones y las necesidades de cada día son oportunidades para confiar en Él. Pídale al Señor que le recuerde versículos que se apliquen a sus circunstancias. Confíe en Dios y haga lo que Él dice; así Él será glorificado.
Por Min. En Contacto