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martes, 26 de octubre de 2021
No endurezcas tu corazón
“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: “Si oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en el día de prueba en el desierto”
Hebreos 3:7 y 8.
Sea alabado el Dios vivo por todo su pueblo, a Él sea la gloria, el poder y el honor por siempre y para siempre.
Que nuestro Padre Dios y su amado Hijo Jesucristo sigan derramando abundante gracia, paz y misericordia sobre todos ustedes.
Oremos, y pongamos en manos de Él nuestro corazón para recibir su mensaje.
Todos los que hemos nacido de nuevo no debemos conformarnos con decir “ya soy cristiano” y quedarnos sentados a esperar su segunda venida, tenemos que desear el alimento espiritual para conocer más a Dios, conocer su voluntad y saber qué es lo que Él quiere de cada uno de nosotros.
Tenemos que entender que es un privilegio el que nosotros tenemos de estudiar las Sagradas Escrituras; por ahí en el mundo, camina mucha gente que no cree en la verdad, nosotros tenemos el privilegio de haber hallado gracia ante los ojos de Dios.
Es increíble que tengamos tiempo para escuchar las noticias, tengamos tiempo para chatear en las redes, tengamos tiempo para leer libros y revistas del mundo, y para muchas otras cosas que no edifican, pero no tenemos tiempo para Dios, no tenemos tiempo para estudiar la Biblia. Es contradictorio que yo diga que soy cristiano y no me guste sentarme a escudriñar la Palabra de Dios. Es por eso que muchos que se dicen cristianos, su testimonio deja mucho que decir, no sabemos vivir como debe vivir un hijo de Dios, y por consiguiente dañamos mucho a la Iglesia, a la cual Cristo compró con su preciosa Sangre.
Cómo podemos esperar que Dios nos hable, si solo los domingos abrimos la Biblia. Él nos habla a través de su Palabra.
Una de las cosas más abominables que muchos cristianos padecemos es el orgullo. El orgullo es una abominación que puede producir mucho daño a una persona.
Por el orgullo muchos hogares cristianos se han desintegrado.
Hay personas que llegamos al cristianismo con muchas heridas, personas que han sufrido mucho durante la infancia, que cuando llegan a adultos lo primero que ponen como escudo ante algo que ellos suponen una agresión, es su orgullo. Hasta por una broma o cosas muy insignificantes se ofenden.
¿Saben ustedes que podemos ser orgullosos y no saberlo?
Ser cristiano no significa que seamos perfectos; cada día tenemos que ser más santos, eso sí es verdad; aún estamos en el mundo y podemos caer. Pero, que tan humildes somos para recibir la corrección o el exhorto, ya sea de parte de nuestros padres, nuestros amigos, de nuestro pastor. Qué tan humildes nos portamos cuando alguien nos dice: “Eso que estás haciendo no es de Dios”. Ya mencionamos que el testimonio de muchos deja mucho que decir, pero que tan humildes somos cuando un mensajero de Dios nos exhorta y nos hace ver nuestros errores.
“Eres un legalista, eres un religioso, Dios ve mi corazón, no mi exterior, no me juzgues, tú que me puedes decir si yo llevo 20 años de ser cristiano” son algunas de las expresiones que ponemos como escudo. En el momento que alguien nos hace ver nuestros errores endurecemos nuestro corazón, y el orgullo no nos deja ver ni reconocer nuestra falta. Cuando alguien toca nuestro “yo”, “pum” explotamos por la dureza de nuestro corazón.
Por efecto de este endurecimiento, no prestamos oído a la voz de Dios, que nos llama, que nos habla, no alcanzamos a entender que es Dios a través de un hermano en Cristo el que nos está llamando la atención o exhortando; no rechazamos a la persona, rechazamos a Dios, esa persona solo es un mensajero de Él.
Fue lo que pasó con los israelitas durante su travesía por el desierto, endurecieron su corazón y se rebelaron en contra de “YO SOY” y el castigo que les impuso fue una disciplina muy drástica; “jamás entrarán en mi reposo”.
En una ocasión una persona me preguntó que cómo veía su conducta. En cuanto yo le hice ver algunos de sus errores me dice: “hermano, me está juzgando”.
Una parte del fruto del Espíritu Santo es la humildad. La humildad debe ser una característica del nacido de Dios. Por lo tanto el orgullo ha de desarraigarse de nuestra personalidad si es que realmente pretendemos agradar a Dios; debe odiarse este defecto.
El orgullo hace sufrir, muchos divorcios se producen por el orgullo, por la dureza de nuestro corazón; algunos ni cuenta nos damos que somos duros de corazón, y no hay poder humano que nos lo haga saber.
Algunos demostramos una falsa humildad, y hasta nos sentimos orgullosos de ser humildes, pero solo buscamos que la gente nos vea, en el momento que alguien nos dice un solo error nuestro, pegamos de brincos y nos enojamos, pataleamos y lloramos porque dentro de nosotros han tocado nuestro Ego. “Cómo me dicen eso a mí”.
No somos perfectos amados hermanos, es cierto que traemos una antigua naturaleza, y que muchos han sufrido heridas y cosas muy feas durante su vida, lo que ha endurecido su corazón; pero ahora que hemos nacido de nuevo, Cristo nos da la medicina para poder sanar esas heridas, para sanar nuestro corazón.
Dios nos corrige porque nos ama, porque Él sabe que cuando nuestro corazón es duro como el diamante, vamos a sufrir.
Veamos a nuestro alrededor, Dios recompensa a los que le buscan, y Él nos da todo para vivir felices, y lo podemos ser, el problema está en que muchos no se contentan con lo que Él les da, y quieren más, y más; eso los hace infelices, no han podido dejar el materialismo.
No nos damos cuenta, pero la dureza de nuestro corazón nos roba muchas bendiciones, de todo nos enojamos, vivimos con rencores, resentimientos, odios, amargados sin poder disfrutar todo lo que Dios nos da. No disfrutamos de su amor, no disfrutamos de su salvación, de la familia, de nada disfrutamos; la dureza de nuestro corazón nos hace vivir una vida de pésima calidad, y eso no es lo que Dios quiere para nosotros.
Amados hermanos, este es un mensaje para mí y para ti porque Dios nos ama, no soy yo el autor yo solo soy el mensajero.
Dios no siempre habla quedito a veces habla fuerte y muy fuerte, tan fuerte que retumban nuestros oídos.
Oremos, oremos a Él, y cuando Él nos hable no endurezcamos nuestro corazón por muy fuerte que lo haga.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
lunes, 25 de octubre de 2021
La resurrección del hijo de la sunamita
Ya tienes disponible el tema en audio correspondiente a la más reciente enseñanza de la Escuela Bíblica Dominical y puedes escucharlo aquí
https://www.ministeriotv.com/video/la-resurreccin-del-hijo-de-la-sunamita--23585
Qué pasó con los enemigos de Jeremías
Versículos bíblicos durante la lectura
Al igual que Jesús, Jeremías tuvo enemigos políticos y enemigos religiosos, porque la palabra de Dios choca con la corrupción en ambas esferas. El Señor es Rey y Dios.
A sus enemigos políticos:
Los príncipes de Judá se contaron entre los enemigos de Jeremías. Eran los oficiales del gobierno. Cuando escucharon su mensaje que Jerusalén iba a caer en manos de los Babilonios se reunieron con los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo, diciendo: “En pena de muerte ha incurrido este hombre” (26:10, 11). “Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído” (26:12). Así incurrió la ira tanto de los sacerdotes como de los príncipes.
Eran estos mismos príncipes los que se presentaron delante del rey Sedequías exigiendo la muerte de Jeremías por conspiración con Babilonia, y consiguieron su permiso para dejarle morir en la cisterna (38:3-4). ¿Qué pasó con ellos? “Prevaleció el hambre en la ciudad hasta no haber pan para el pueblo. Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad, y todo los hombres de guerra huyeron, y salieron de la cuidad de noche… y el ejercito de los caldeos siguió al rey… prendieron al rey y pronunció sentencia contra él. Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá” (52:6-11). Cuando ya fueron capturados tuvieron tiempo para reconocer que la palabra de Dios por medio de Jeremías había sido verdad. ¿Lo hicieron? No hay ninguna evidencia de ello. El arrepentimiento solo se produce cuando uno tiene un corazón para admitir la verdad. Es un don de Dios. Sin que Dios toque el corazón, no es posible.
A sus enemigos religiosos:
Los sacerdotes que habían conspirado con los príncipes tuvieron la misma suerte. “Tomó también el capitán de la guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo sacerdote, y tres guardas del atrio. Los tomó, pues, Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia en Ribla, y el rey de Babilonia lo hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamat” (Jer. 52: 24, 26, 27).Este Seraías sale antes en la historia. Cuando Baruc leyó el rollo de las profecías de Jeremías al rey Joacim y el rey lo quemó en el brasero según lo iba leyendo, y “no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras” (36: 24). “El rey mandó a Seraías a prender a Baruc el escriba y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió” (36:26). Pues este hombre también murió a manos de Nabucodonosor.
¿Y qué pasó con sus amigos:
La suerte de los amigos de Jeremías era otra. Dios le dio una profecía especial para Ebed-melec, el etíope que salvó su vida sacándole del pozo (38:10-13): “Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu vida te será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová” (39:15-18). Y otra para Baruc, su fiel escriba que puso su vida para servirle: “He aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres” (45:5). Al final todo cuadra. Dios obra justicia. Cada uno recibe su merecido.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
viernes, 22 de octubre de 2021
Las bendiciones de Dios
Leer | Efesios 1.3-14
Todos experimentamos momentos dolorosos en la vida, y lamentablemente, a veces llegamos a sentir como si Dios no estuviera bendiciéndonos. Pero la realidad es que aun en momentos como esos, experimentamos muchas de sus maravillas.
A continuación hay varios ejemplos de esas bendiciones:
• Tenemos la seguridad de que nuestro todopoderoso Dios nos escogió antes de la fundación del mundo (v. 4). Nos predestinó como sus hijos (v. 5). Podemos sentirnos especiales y queridos, porque el Soberano del universo nos eligió.
• Jesús hizo posible nuestra salvación por medio de su muerte y resurrección (v. 7). Nos redimió del pecado que causa la separación de Dios y que al final conduce a la muerte. Como resultado, recibimos una naturaleza nueva y el perdón de nuestras iniquidades (2 Co 5.17; 1 Jn 1.9).
• El Espíritu Santo habita en nosotros. Nos guía, advierte y llena, por lo que siempre tenemos acceso a su consolación y dirección. Y porque Él también nos sella, nuestra vida eterna es segura (Ef 1.13).
• Nuestro Padre celestial nos prepara una herencia imperecedera (1 P 1.4). Podemos experimentar dificultades temporales, pero podemos vivir con la esperanza de que estaremos en la presencia de Dios por toda la eternidad, donde hay gozo y ningún sufrimiento.
Los creyentes en Cristo tienen bendiciones espirituales maravillosas todo el tiempo. Sin los cuatro regalos permanentes que acabo de mencionar, el temor y el vacío serían abrumadores. Reflexione en estos beneficios, y exprese gratitud a Dios, aun en los momentos difíciles que puede estar atravesando.
Por Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión
Efesios 1.3-14
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
jueves, 21 de octubre de 2021
El impacto duradero del creyente
Leer | Mateo 5.13
A todos nos gustaría ser recordados como personas que dejaron una huella buena y duradera en las vidas de los demás. El problema es que tendemos a ser tan egocéntricos, que pocas veces impactamos positivamente a quienes están más cerca de nosotros.
Nuestro éxito en influenciar las vidas de los demás, dependerá de nuestra condición espiritual. Pues lo que le interesa a nuestro Padre celestial, es el impacto espiritual que tengamos sobre otros.
Para ilustrar la influencia que debemos tener en los demás, el Señor Jesús utilizó el ejemplo de la sal, un producto casero familiar que altera a todo lo que toca. El Señor enseñó que la sal debe mantener su pureza e integridad para tener un efecto duradero. De la misma manera, nosotros debemos conservar nuestra pureza amando las cosas de Dios, en vez de amar las cosas de este mundo (1 Jn 2.15). Para que así, cuando las personas vean nuestras vidas transformadas, sean influenciadas poderosamente.
La sal da gusto a la comida y la preserva. Cuando la rociamos sobre algo sin sabor, la comida se vuelve mucho más agradable. De la misma manera, estamos llamados a dar sabor a las vidas de las personas que nos rodean, utilizando nuestras acciones y nuestras palabras para dirigir su atención a Cristo. La sal no se transforma a sí misma. Ella mejora solo lo desabrido o carente de sabor verdadero.
Nunca olvide que usted tiene la capacidad de influenciar a los demás, ya sea para bien o para mal. Puesto que somos seguidores de Cristo, nuestra tarea es dar sabor al mundo, de modo que sea impactado de maneras positivas que honren a Dios.
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Lectura sobre la reflexión
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Mateo 5.13
miércoles, 20 de octubre de 2021
Una fe en aumento
Leer | Génesis 22.1-14
Si estamos decididos a avanzar espiritualmente, no podemos conformarnos con una fe pequeña. Quitamos la mirada de nosotros mismos y la ponemos en el Señor, porque anhelamos tener más fe.
Comenzamos convirtiéndonos en estudiantes de la Biblia, con el deseo irresistible de experimentar la presencia del Señor, pasar más tiempo con Él, y ser conformados a la semejanza de Cristo.
La segunda característica de una fe más profunda, es la fuerte confianza en el Espíritu Santo, evidenciada por la costumbre de acudir a Dios antes de tomar decisiones. Tercero, demostramos la disposición de esperar en Dios y confiar en lo que Él dice. El Señor alabó al centurión por su gran fe. Por confiar en la persona y en el carácter de Jesús, el soldado creyó que la palabra de Cristo era todo lo que se necesitaba (Mt 8.5-10).
Pero hay un nivel de fe aun mayor, en el que la incredulidad es desterrada y solo la confianza en Dios permanece. Abraham mostró esa confianza cuando el Señor le ordenó que sacrificara a Isaac. La poca fe nunca habría cortado la madera o ensillado los asnos para hacer el viaje. La fe que él tenía lo impulsó a hacer el viaje, tal como Dios le había ordenado, creyendo que el Señor resolvería las cosas. La fe total actuará como hizo Abraham: él creyó lo que el Señor le había prometido; cumplió con la orden divina, aunque eso parecía contradecir la promesa que Dios le había hecho.
Que la fe total sea la oración y la aspiración de su corazón. El Espíritu Santo está siempre listo para ayudarle a alcanzar el siguiente nivel de fe.
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Lectura sobre la reflexión
Génesis 22.1-14
1 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
martes, 19 de octubre de 2021
Las obras y la oración
Leer | Juan 16.23, 24
Cada día suceden milagros, como cuando las mentes se abren, los ciegos espiritualmente ven la verdad del evangelio, y los rebeldes se convierten en hijos de Dios.
Nuestro Padre celestial espera que nos acerquemos con peticiones grandes. Él ve si lo que pedimos está basado en los méritos y la obra de reconciliación de Cristo; si hemos confesado todo pecado conocido; y si creemos firmemente en que Él hará lo que ha dicho. Por tanto, no debemos dudar; nuestro Padre quiere que estemos seguros de que Él cumplirá sus promesas, y que responderá para nuestro bien. Él se deleita en dar regalos a sus hijos (Mt 7.11).
Dios responde nuestras peticiones cuando están en armonía con su plan. Y sabemos que Él no actuará de una manera que no sea acorde con su carácter. Así que, al escudriñar la Biblia podemos descubrir si nuestros deseos están de acuerdo con la naturaleza y los propósitos de Dios. También podemos aprender de quienes tuvieron un dilema similar: de Eliseo, quien llegó al agotamiento y cayó en la desesperación; de Rut y Noemí, unas viudas pobres que necesitaron la ayuda del Señor; o de David, cuya vida estuvo en peligro. Sus interacciones con Dios —y las maneras como Él respondió— nos dirán cómo podemos hablar con nuestro Padre celestial de nuestras dificultades. Y podemos estar seguros de que el Espíritu Santo nos ayudará (Ro 8.26).
Dios es el único que conoce las acciones ideales que habremos de tomar, y el momento adecuado para hacerlo. Pero Él nos invita a pedir con fe, y a seguir pidiendo (Mt 7.7).
Por Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión
23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Juan 16.23-24
lunes, 18 de octubre de 2021
La provisión de Dios nunca se agota
Visita el enlace provisto más adelante para escuchar la enseñanza más reciente en la Escuela Bíblica Dominical, clic aquí
https://www.ministeriotv.com/video/la-provisin-de-dios-nunca-se-agota-23543
Las promesas de Dios
Leer | 2 Corintios 1.20
Las promesas de Dios manifiestan su intención de derramar bendiciones. Ellas entran dentro de varias categorías, y entender la diferencia nos ayudará a saber cómo apropiarnos de las bendiciones que nuestro Padre tiene reservadas para nosotros.
Algunas promesas bíblicas son de carácter general, pero otras son específicas. Esto significa que ciertas promesas tuvieron que ver con una persona, un tiempo o un propósito específicos, y por eso no pueden aplicarse a nosotros. Por ejemplo, Génesis 18.10 anunció un hijo a Sara. Nosotros no podemos asumir que Dios hará lo mismo por nosotros. Él puede, sin duda, utilizar ese pasaje para inculcar en nosotros su deseo de bendecirnos de esa manera. Pero debemos evitar tomar las promesas al azar, esperando que ellas se cumplan en nosotros, sea como sea.
La Biblia contiene muchas promesas incondicionales, garantías cuyo cumplimiento no requiere nada de nuestra parte. Por ejemplo, Dios ha dicho que Él llevará nuestras cargas cada día (Sal 55.22), que nunca nos desamparará ni dejará (He 13.5), y que vendrá otra vez (Jn 14.3). También encontramos muchas promesas condicionales que son garantías con la estipulación: “si… entonces” (Pr 3.5, 6; 1 Jn 1.9).
Dios se deleita en satisfacer las necesidades y los deseos de sus hijos. Pero también le promete a los no creyentes que al pedir perdón de sus pecados y recibir al Señor Jesús como Salvador personal, serán salvos (Jn 3.16). ¿Ha respondido usted a esa promesa? Si no lo ha hecho, no espere más tiempo. Después de aceptar a Cristo, hay muchas más promesas divinas esperando por usted.
Por Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión
porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
2 Corintios 1.20
miércoles, 13 de octubre de 2021
Dos muertes malditas
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gal 3:13).
Es un dato curioso que tanto Jesús como Judas murieron colgados en un árbol. Los dos tuvieron una muerte de maldición. La Escritura dice: “Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad” (Deut. 21:22, 23).
Judas quiso remediar su propio pecado, pero Jesús, el de todos nosotros. “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente… y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó” (Mat. 27:3-5 y Hechos 1:18). Judas tomó unos pasos en el sentido correcto: confesó su pecado, devolvió el dinero, pero no creyó nada de lo que Jesús le había enseñado acerca de cómo conseguir el perdón de pecado. No creyó en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Quiso redimirse a sí mismo y llevar en sí mismo el castigo por su pecado, pero no lo consiguió. Como dice el himno: “No hay ningún trabajo de mis manos que pueda cumplir las demandas de la ley. Si hiciese buenas obras sin descansar, si mis lagrimas fluyesen para siempre, todo no podría expiar mi pecado; Tú has de salvar, y solo Tú”.
Algunos piensan que tienen que hacer penitencia por su pecado. Se flagelan, o se lo recriminan continuamente, se hacen sufrir y lo confiesan mil veces. La Biblia dice: “Que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gal. 3:11). La salvación es por la fe en la obra expiatoria de Cristo. Él solo puede pagar por nuestro pecado. Lo confesamos y recibimos el perdón por la fe.
Jesús, al igual que Judas, murió colgado en un madero, pero ¡qué diferencia! Judas estaba muriendo por su propio pecado, Cristo por el de todos nosotros. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21). “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Ped. 3:18). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)(Gal 3:13).
El resultado de la muerte de Judas fue su condenación eterna. Dijo Jesús que le habría sido mejor nunca haber nacido. En cambió la muerte de Jesús desembocó en nuestra salvación, la salvación de todos aquellos que ponen su fe en su muerte expiatoria. Él fue hecho maldición para conseguir la bendición eterna para nosotros, pues las Escrituras dicen: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Romanos 4:7, 8). Y este eres tú, si has puesto tu fe en el que fue maldito por ti para que tú fueses para siempre bendito.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
Escuela Bíblica Dominical
Si necesitas ponerte al día con las lecciones de la Escuela Bíblica Dominical, encuentras desde la más reciente hasta las anteriores visitando el siguiente enlace
https://www.youtube.com/playlist?list=PLA69U4ePg18lkt1Iet6vQK1rt2rbt6HBS
martes, 12 de octubre de 2021
Dos esposas
“Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada. Se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea”
(Gen 29:29, 30).
Al meditar en esta historia pueden surgir ciertas preguntas, por ejemplo: ¿Apoya la Biblia la poligamia? No. La hace constar como hecho histórico y relata los resultados trágicos que produce. ¡Dios usó la poligamia para dar origen a las doce tribus de Israel! ¿Utiliza Dios el pecado para cumplir sus propósitos? Sí. La crucifixión de Cristo es el ejemplo supremo: “A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23). ¿Aprueba Dios del pecado? No. ¿Encaja en su plan eterno? Sí. ¿Esto lo podemos entender? No. Absolutamente todo en la historia de la raza humana está impregnado con el pecado. Dios lo toma en cuenta y lo incorpora en sus propósitos. Su obra se lleva a cabo dentro de la realidad de nuestra condición humana. Utiliza el pecado en nuestras vidas y el pecado cometido contra nosotros para realizar lo que tiene en mente. Utilizó el pecado de Labán para quebrantar a Jacob. Utilizó el pecado de Jacob para cumplir su obra en su madre y en su hermano. Su padre también pecó al permitir el favoritismo en su hogar. Y el resultado es todo esto que estamos viendo ahora, porque el pecado de una persona es un enorme enredo que tiene consecuencias que afectan muchas vidas. Jesús vino para desenredarlo todo: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8).
Pues, aquí está Jacob con dos esposas, y una, Raquel, no puede tener hijos, lo mismo que pasó a Rebeca (Gen. 25:21), y lo mismo que pasó a Sara (Gen. 17:17). La línea santa no vino sino con intervención especial de parte de Dios. Estas mujeres dieron a luz a pesar de su esterilidad natural, por obra directa de Dios, pero no sin mucho sufrimiento previo, porque Dios creó a la mujer para reproducirse y la mujer lleva este deseo muy adentro. “Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero” (Gen. 30:1).
Dios está dando hijos a Jacob en la tierra de su peregrinaje: Lea: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón. Bilha, sierva de Raquel: Dan, Neftalí. Zilpa, sierva de Lea: Gad, Aser. Raquel: José, Benjamín. Dios incluso usó la rivalidad entre las dos hermanas para que deseasen tener más hijos, aun por medio de sus siervas, algo que se hacía con frecuencia en aquellos días. Sara había utilizado este método y el resultado fue Ismael. Ahora Lea and Raquel están usando este método y el resultado son las doce tribus de Israel, los doce hijos de Jacob. ¿Por qué en el caso de Sara lo censuramos, pero en el caso de Lea y Raquel no? ¿Es porque en el caso de Sara resultó en un rival para el hijo de la promesa, pero en el caso de estas dos hermanas el resultado fue para la bendición de Israel, para fundar la nación? ¿Acaso depende del resultado?
Toda la historia de estos nacimientos está marcada por rivalidad, celos, envidia, desprecio, dolor, odio, frustración, enfado y egoísmo. ¡Pero el resultado fue el pueblo de Dios! “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveramos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera” (Romanos 6:1, 2). Si no fuese por la gracia a pesar de nuestro pecado, no habría ningún Israel, y no existiría ninguno de nosotros. Dios nos habría fulminado a todos. La gracia de Dios en medio de nuestro pecado nos sobrecoge. Es el único trasfondo humano que hay, y es el que Dios usa para prepararnos para recibir el evangelio. Jesús vino a mundo para salvar a pecadores.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
lunes, 11 de octubre de 2021
Elías fue trasladado al cielo en un torbellino
Disfruta de la enseñanza reciente de la Escuela Bíblica Dominical disponible en el Canal, visita el siguiente enlace para escuchar
https://www.ministeriotv.com/video/elas-fue-traslado-al-cielo-en-un-torbellino-23510
Jacob huye
“Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en Harán”
(Gen. 27:42, 43).
Rebeca continúa controlando y manipulando a su marido Isaac. Como pretexto para conseguir que acepte su plan, le convence que Jacob necesita casarse con una mujer creyente, y que para ello debería ir a la familia de su hermano en Harán, un viaje de unos 800 km. Lo que realmente quiere es ayudarle a escaparse de la ira de su hermano. Utiliza a Dios para fines propios. Isaac es convencido y envía a Jacob a casa de Labán con su bendición: “Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham” (28:3, 4).
Cuando Esaú se dio cuenta de que sus padres no estaban contentos con sus esposas paganas, pensaba agradarles por tomar otra esposa que fue la hija de Ismael, hermano de su padre. Así que la línea de Esaú se mezcló con la línea de Ismael, y el linaje de Jacob pasaría por los parientes de Abraham en Harán.
“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán” (v. 10). Al dejar la tierra de la promesa, Dios se le apareció a Jacob en sueños para ratificarle personalmente la promesa que había hecho a Abraham e Isaac. Dios es un Dios personal. No es suficiente creer en el Dios de tus padres y abuelos; tiene que ser tu Dios también, y, a este fin, Dios se manifestó a Jacob para ratificar el pacto que había hecho con su padre y su abuelo. Dios tomó la iniciativa en este encuentro. Jacob no estaba buscando a Dios en aquel momento, aunque, de manera carnal, ya había mostrado que quería la heredad y la bendición de Dios. Ahora Dios le viene a él. Es su primer encuentro con Dios: “Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella” (v. 12). Dios se revela como el Dios de Abraham e Isaac. Años más tarde, Dios se revelará como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y se quedará con este nombre para siempre, pero ahora Jacob tiene que llegar a conocerle. Él es el Dios que viene a nosotros a pesar de nuestra naturaleza pecaminosa y se nos revela como acto soberano de su gracia. Fue fiel a su promesa a Abraham para ser su Dios y el Dios de sus descendentes después de él; ahora viene a su nieto, Jacob.
“Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padres, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y tu descendencia” (v. 13). Dios prometió la tierra a Abraham. Vivía en ella como extranjero, siendo dueño solo de la tumba donde enterró a Sarah. Su hijo Isaac vivió en la tierra, también como extranjero y pelegrino. Jacob nació allí y estaba para heredar todo cuanto tenía Isaac, y ahora Dios le ratifica la promesa. ¿Promete Dios y no da? Periódicamente repite la promesa para refrescar nuestra memoria porque tarda en venir. ¡Lo que realmente había prometido a Abraham fue que iba a heredar el mundo! (Rom. 4:13), pero aquella promesa por su misma naturaleza solo pudo cumplirse después del retorno de Cristo. Dios no da menos de lo prometido, sino más, pero diferente de lo que nosotros pensamos.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
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