miércoles, 13 de octubre de 2021

Dos muertes malditas

 “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gal 3:13).

            Es un dato curioso que tanto Jesús como Judas murieron colgados en un árbol. Los dos tuvieron una muerte de maldición. La Escritura dice: “Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad” (Deut. 21:22, 23).

            Judas quiso remediar su propio pecado, pero Jesús, el de todos nosotros. “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente… y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó” (Mat. 27:3-5 y Hechos 1:18). Judas tomó unos pasos en el sentido correcto: confesó su pecado, devolvió el dinero, pero no creyó nada de lo que Jesús le había enseñado acerca de cómo conseguir el perdón de pecado. No creyó en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Quiso redimirse a sí mismo y llevar en sí mismo el castigo por su pecado, pero no lo consiguió. Como dice el himno: “No hay ningún trabajo de mis manos que pueda cumplir las demandas de la ley. Si hiciese buenas obras sin descansar, si mis lagrimas fluyesen para siempre, todo no podría expiar mi pecado; Tú has de salvar, y solo Tú”.

            Algunos piensan que tienen que hacer penitencia por su pecado. Se flagelan, o se lo recriminan continuamente, se hacen sufrir y lo confiesan mil veces. La Biblia dice: “Que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gal. 3:11). La salvación es por la fe en la obra expiatoria de Cristo. Él solo puede pagar por nuestro pecado.  Lo confesamos y recibimos el perdón por la fe.

            Jesús, al igual que Judas, murió colgado en un madero, pero ¡qué diferencia! Judas estaba muriendo por su propio pecado, Cristo por el de todos nosotros. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21). “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Ped. 3:18). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)(Gal 3:13).

            El resultado de la muerte de Judas fue su condenación eterna. Dijo Jesús que le habría sido mejor nunca haber nacido. En cambió la muerte de Jesús desembocó en nuestra salvación, la salvación de todos aquellos que ponen su fe en su muerte expiatoria. Él fue hecho maldición para conseguir la bendición eterna para nosotros, pues las Escrituras dicen: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Romanos 4:7, 8). Y este eres tú, si has puesto tu fe en el que fue maldito por ti para que tú fueses para siempre bendito. 

Enviado por el Hno. Mario Caballero