viernes, 29 de agosto de 2014

Dios no se burla de nosotros

DIOS NO SE BURLA DE NOSOTROS

“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos; ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lu. 11:11-13).

            Según el artículo al cual referimos ayer, en la zona dónde vivía Jesús se hacían panes redondos en forma de bollo que se parecían a una piedra. Sus oyentes estaban familiarizados con una animal que nadaba por el mar pero podía salir a deslizarse por tierra como una serpiente. Era totalmente incomestible. Y cuando este “escorpión” se enrollaba, adquiría forma redonda de huevo, pero seguía siendo igualmente venenoso. Lo que Jesús está diciendo es que Dios no nos engaña dándonos algo parecido a lo que pedimos pero dañino para nosotros. Dios no es cruel. No se burla de nosotros. Nos acordamos de la historia de la sunamita. Dios, por medio del profeta, le prometió un hijo y ella dijo: “No señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva” (2 Reyes 4:16). Cuando el niño murió lo devolvió al profeta diciendo: “¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mi?” (v. 28). Darle la alegría de tener un hijo y luego quitárselo en recompensa por la hospitalidad que ella había brindado a los profetas sería una burla cruel. Dios no nos trata de esta manera. No es un Padre cruel.

            Dios solo nos da lo que es bueno para nosotros, servible, lo que nos conviene, y nos satisface. “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:16, 17). Por ser el Padre de la luces, no hay una parte oscura, mala, en Dios para que nos dé cosas malas. Solo da dones perfectos. Cuando oramos, Dios pasa nuestras peticiones por su filtro y solo nos concede lo que en su sabiduría y su bondad sabe que va a ser para nuestro provecho.

            Jesús dice que cuando un hijo pide pan, su padre le da pan, y cuando nosotros pedimos el Espíritu Santo, Dios nos da el Espíritu Santo, no una imitación. Hay cosas que se parecen, pero no lo son. Hay dones que parecen proceder de Él, pero son falsas imitaciones. Todo lo que sinceramente pedimos del Espíritu Santo, sus frutos y sus dones, Dios nos concede, dándonos lo verdadero, no una imitación falsa. Del Espíritu de Dios solo procede lo genuino, lo auténtico, lo bueno, lo constructivo. Las imitaciones falsas no proceden de Dios.

            En conclusión, pidamos a nuestro Padre con confianza sabiendo que “todo aquel que pide; recibe” (v. 10), y pidamos con fe en su bondad, sabiendo que Dios solo da “buenas dádivas”, lo autentico, a sus amados hijos.

Por David Burt

jueves, 28 de agosto de 2014

Compasion Divina

Compasión Divina

Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Mateo 14:14.
¿Alguna vez te has preguntado cómo el Señor Jesús podría entender tu sufrimiento humano, si él es un ser divino? El texto de hoy habla de la compasión divina. Jesús se compadeció de la multitud aquella mañana, en Capernaum, y se compadece también de ti,
hoy. Pero, esa compasión no es pena. Jesús no siente pena de ti: la “compasión” mencionada aquí es, más bien, empatía; la capacidad de entender el drama del ser humano. La pala­bra, en el original griego, es splagnizotnai, que literalmente significa “mover el contenido de una olla”. Esto es, los sentimientos de Jesús fueron movidos como por unremolino, al observar el dolor de los hombres.

Jesús tiene la capacidad de entender tu dolor, porque un día se hizo hombre. No se disfrazó de ser humano: se volvió semejante a nosotros. Cargó, en su cuerpo, la naturaleza física deteriorada por cuatro mil años de pecado; sintió dolor, hambre, frío, sed y calor. Fue rechazado, traicionado, despre­ciado y, al fin, muerto injustamente. ¿Por qué no podría, entonces, entender el dolor que sientes en este momento, porque alguien te traicionó? ¿Por qué piensas que se mantendría indiferente al sufrimiento que se apodera de tu corazón cada vez que te menosprecian?

Me emociono cada vez que pienso en el amor maravilloso de Jesús por mí. Nada soy; nada merezco. Y, sin embargo, él es capaz de entender las acri­tudes de mi corazón, y de extenderme la mano cada vez que me siento solo.
El problema es que, a fin de estar seguro de su amor, incluso en las horas de tristeza, necesitas conocerlo. Y no es posible conocer a alguien con quien no convives. ¡Convivir con Jesús! Esa es la clave de una vida feliz, aun en medio de las tormentas.
¿Cómo se convive con Jesús? Separando todos los días tiempo para me­ditar en su amor, como lo estás haciendo hoy. Ora, lee la Biblia, gasta tiempo meditando en su vida y en su amor. Y, al terminar esos momentos a solas con Jesús, verás que, aunque tu cielo parezca oscuro, el Señor colocará en tu corazón una fuerza capaz de andar porencima del mar, o de pisar las espinas que encuentres en tu camino.
Haz de este un día de confianza en Jesús. Deposita sobre sus hombros las tristezas de tu corazón, no tus responsabilidades. Después de haberlo hecho, parte para enfrentar los desafíos de un nuevo día, recordando que, un día, “saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos”.

Por Cele

martes, 26 de agosto de 2014

Dios es alegre


El gran Yo Soy vive por siempre
Es con nosotros hoy y siempre
Su Palabra nunca pasará
Hace grandes proezas
Enjuga las lágrimas
cambiando el lamento
en alegría, alabanza y danza

Sofonías 3.17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.


lunes, 25 de agosto de 2014

Las decisiones que llevan al contentamiento

Las decisiones que llevan al contentamiento
Leer | ROMANOS 8.28-39

Piense en alguna circunstancia de su vida que cambiaría si pudiera. ¿Se siente frustrado? ¿Preocupado? ¿Enojado? Para experimentar el verdadero contentamiento en medio de cualquier circunstancia --ya sea debido a un sufrimiento o a un anhelo no satisfecho--, debe aceptar que la situación fue permitida por Dios, aunque Él no la haya causado.
En estas situaciones suelo orar, diciendo: "Señor, elijo aceptar esto como si viniera de ti. No importa lo que veo en este momento, elijo esperar en ti". Entonces puedo descansar en su omnipotencia y en el conocimiento de que soy un hijo del Dios viviente. En vez de
sentirme como una víctima desamparada e impotente de mi circunstancia, sé que estoy cuidado y guiado por mi Padre soberano, pase lo que pase.
La segunda decisión crucial es la sumisión total. Esto no significa acercarse a Dios de un modo poco sincero, y decirle: "Bueno, Señor, solo quiero darte gracias por esto ¡Todo está tan bien!". No, no lo está. Sea honesto y reconózcalo. "Esto es doloroso, y no me gusta. Pero elijo someterme a ti, porque eres fiel y compasivo. Estoy dispuesto a perseverar hasta que logres en mí lo que tú quieras. Elijo sacar de tu fuerza para todo lo que necesito". Si usted toma esta decisión y obedece, sus temores perderán su poder.
Es posible que usted crea o no Romanos 8.28. Si lo cree, puede encomendarse al Señor, sabiendo que Él quiere lo mejor para usted, y por eso le cuidará, y no se apartará nunca de su lado. Si usted acepta estas verdades, no tendrá razones para sentirse ansioso.
Por Min. En Contacto

viernes, 22 de agosto de 2014

Jacob en Betel

JACOB EN BETEL


“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente” (Gen. 28:12, 14).
Allí en Betel, huyendo de su hermano por haberle despojado de lo más valioso que tenía, lejos de su hogar, emprendiendo un viaje que le llevaría al lugar donde Dios trabajaría su carácter por medio de alguien aún más engañoso que él, Dios se aparece al solitario viajero. Fue su primera noche fuera de casa. Se acostó en tierra con una piedra por almohada y tuvo una visión. En ella, Dios le prometió abundancia de descendentes, y que todo el mundo sería bendecido por medio de Uno de ellos, por Jesús, quien iba a traer salvación y vida eterna a todos los que la deseaban recibir por medio de Él, de toda nación, pueblo, y lengua de la tierra. Él es la escalera que sube al cielo, el enlace entre Dios y el hombre: “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tu eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1:49-51).
Jesús es la Puerta al Cielo, es el Camino que nos conduce allí, es la escalera para subir a Dios: nadie viene al Padre si no es por él (Juan 14:6). Es el único acceso. Él es quien nos pone en contacto con Dios, nos mantiene en comunión con Él, y al final nos lleva para estar con Él. Nos abre la puerta al mundo invisible. En Él tenemos el Cielo abierto y acceso al Padre. Descendió del Cielo para abrirnos el Cielo, y es lo que estaba haciendo para Jacob allí en Betel.        
“He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (v. 15). Dios va a guardar su salida y su entrada (Salmo 121:8), tal como lo hace con cada uno de nosotros en nuestro peregrinaje. No nos dejará hasta  cumplir todo lo que nos ha prometido. Jacob estará fuera durante muchos años. Muchas cosas le pasarán. Será tratado injustamente, será odiado, su corazón será quebrantado, y perderá lo que más amaba antes de volver a casa; buscarán su vida para matarle, pero todo el tiempo Dios estará con él, guardándole. Por la gracia y la misericordia de Dios, Jacob volverá un día a la tierra que ahora está abandonando por su pecado, pero no será el mismo Jacob. Dios habrá tratado con el pecado en él, pero sin destruirle.
Dios ha prometido a Jacob la tierra, muchos descendentes, que bendecirá a todo el mundo por medio de Uno de ellos, y que estará con él en su peregrinaje y lo traerá de nuevo a la tierra prometida. ¿Qué más podía pedir? La bendición que su padre pronunció sobre él fue real. Y también lo es el Dios de su padre.

Por D. Burt

jueves, 21 de agosto de 2014

En el mundo

En el mundo

No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan 17:15.
Para que la vida sea completa, no basta que tenga un aspecto físico y otro espiritual; necesita, también, de una dimensión social. El ser humano no fue creado para vivir en soledad. En el Jardín, Dios creó una compañera para el hombre: “No es bueno que el hombre esté solo”, dijo Dios. Y la vida probó que realmente no es bueno: las personas que se aíslan y viven solas viven menos, y con menor motivación.
La dimensión social del cristiano abarca su vida familiar, su relación con los amigos, con la comunidad en la que vive y trabaja, y con la comunidad en la que alaba a Dios. A esta última, la llamamos iglesia.
A fin de que el ser humano sea plenamente feliz, sus relaciones humanas necesitan ser saludables, gratificantes y constructivas. Pero, desde la entradadel pecado, las relaciones humanas se deterioraron. Recuerda que el primer problema de relación entre Adán y Eva surgió luego del pecado: empezaron a atacarse, a acusarse y a justificarse; algún tiempo
después, Caín mató a su hermano Abel, y ahí empezó el desfile de desencuentros y luchas.
¿Qué hacer para volver a tener relaciones sociales saludables? Lo primero que el ser humano necesita, con el fin de vivir en paz con los demás, es tener paz en el corazón. Y esa paz es el resultado de la reconciliación con Jesús. ¿Cómo sucede eso? Simple: reconoce que estás lejos de Dios, y dile que de­seas regresar a sus brazos. En ese momento, Dios envía todos sus ejércitos celestiales, para traerte de regreso.
Pero, ahí no termina todo; necesitas, también, de la iglesia. ¿Para qué? Para crecer. Conviviendo con los otros cristianos, puedes crecer y permanecer has­ta el fin. Es allí donde conviven los reconciliados con Cristo. La iglesia no es una comunidad de gente perfecta, sino de personas que están andando la vida cristiana, y son conscientes de que les falta mucho terreno por recorrer. En ese andar, deben aprender a perdonarse, a aceptarse y a comprenderse los unos a los otros; deben desarrollar la paciencia, y la capacidad de no juzgarse entre sí.
Pero, al concurrir a la iglesia, los cristianos corren un peligro: apartarse de las personas que no comulgan con su fe; aislarse de los “mundanos”.
El plan divino no es que los cristianos vivan en aislamiento, por eso, y para tener vida plena, es necesaria una misión. Para cumplirla, debemos cultivar una amistad sincera con las personas que no son de nuestra fe.
Haz de este día un día de amistad con las personas. Muéstrales a Jesús en tu vida, porque el Señor oró, al Padre: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”.

DIOS TE BENDIGA,

Por Giovanna

martes, 19 de agosto de 2014

Hay una fuente en mí




Sediento en el camino y desesperado
te hicistes presente
haciendo una fuente inagotable
en medio de un terreno árido y seco
Y ahora brota, ahora fluye sin detenerse
dentro de mí
Ya no hay más sequedales
sino corrientes de aguas vivas por todo mi ser



Salmos 105:41: Abrió la peña, y fluyeron aguas;
 Corrieron por los SEQUEDALES como un río.


lunes, 18 de agosto de 2014

Acudamos a la Fuente

Acudamos a la Fuente
Leer | JEREMÍAS 2.13

Para nosotros, como creyentes, nuestro contentamiento debe ser guiado por la actitud interior y las decisiones que tomamos, en vez de las circunstancias externas. Pablo había aprendido este secreto, y por eso podía tener gozo y paz en cualquier situación, ya sea que estuviera rodeado de amigos o aislado en una prisión romana, o que tuviera mucho o estuviera padeciendo grandes necesidades.
El apóstol entendía lo que significaba vivir en Cristo y tener a Cristo viviendo en él (Jn 15.1-9; Gá 5.22, 23). Había tomado una sencilla pero inteligente decisión de fe, recibir vida de la Fuente y, como resultado, tuvo la seguridad de que lo que él poseía en su interior nunca podría serle quitado. Confiaba en su identidad como hijo del Todopoderoso, con pleno acceso a la vida abundante que el Señor Jesús ofrece.
Quiero desafiarle a hacer algo: esta semana, cuando algo amenace con robarle su contentamiento, elija sacar de la fuente de Dios; tome la decisión de dejar de sacar de otras fuentes, y de tratar de tener el control. Cuando se dé cuenta de que se está poniendo nervioso, ansioso o airado, deténgase y diga: "Señor, tú eres mi fuente, y saco de ti el poder para ser amable. Saco de ti el perdón que necesito para perdonar en estos momentos. Saco de ti el amor que necesito expresar". Esta decisión consiste en confiar plenamente en Él.
Preste atención y verá cómo Dios calmará su espíritu, y le dará la confianza que necesita si acude únicamente a Él. Se sorprenderá de su propia actitud: si usted lo busca desde adentro --no carnalmente--, el Señor Jesús le dará la capacidad de responder como Él quiere.

Por Min. En Contacto

viernes, 15 de agosto de 2014

Siéntate y Observa

SIÉNTATE Y OBSERVA

 Ezequiel fue un gran profeta que se movió poderosamente en el Espíritu. En
 Ezequiel 37, Dios le dio una visión que creo tiene un mensaje actual de
 despertar espiritual para la iglesia seca de hoy.

Al igual que la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, Ezequiel servía al rey de Israel. A menudo, esto significaba viajar con el ejército del rey y ser testigo de los horrores de la guerra. Ezequiel vio una gran cantidad de matanzas que ninguna persona debería tener que ver. Sin embargo, él vio una visión que superó todo lo que había visto antes. Esta visión era del Espíritu Santo y Ezequiel testificó: “La mano de Jehová vino sobre mí” (Ezequiel 37:1).

 En esta vida, vamos a presenciar un montón de cosas difíciles. Hace varias semanas oré con una madre cuyo hijo de 22 años de edad había muerto repentinamente, un hombre joven al que yo había conocido desde que tenía dos años. Año tras año veo matrimonios se desmoronan. Observo a la drogadicción destruyendo las vidas de personas en la flor de su juventud. Mientras conduzco a mi oficina cada día, pienso en el 80 por ciento de la población de nuestra ciudad que no conocen a Jesús.

 Cuando Dios creó a la humanidad, no era su intención que experimentemos las
 cosas pecaminosas que nos acontecen. Sin embargo, incluso al ser testigos de
 tragedia, nos apoyamos en la mano de Dios como lo hizo Ezequiel y la Biblia
 dice ningún poder nos puede arrebatar de allí. Esta verdad debe ser
 establecida en nuestros corazones. Si vamos a hacer batalla contra las fuerzas
oscuras que vienen en contra de nuestras familias, nuestros jóvenes y nuestras
 comunidades, tenemos que saber que estamos constantemente protegidos y
 vigilados.

 Dios le dijo a Ezequiel: “Siéntate y observa lo que quiero mostrarte. Estoy
 a punto de realizar una obra increíble, sin embargo, no serás capaz de
 comprenderlo con tu entendimiento humano. Necesitas que Mi Espíritu te revele
 lo que voy a hacer.”
 La palabra hebrea para “siéntate” en Ezequiel 37 es la misma palabra que
 se encuentra en Lucas 24:49, cuando Jesús instruyó a sus discípulos:
 “Quedaos [siéntense] vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
 investidos de poder desde lo alto”. El significado en ambos casos es:
 “Bajen sus planes y estrategias. Luego, esperen en Mí, que los llene con Mi
 poder”.

 Estoy convencido de que la iglesia de hoy necesita desesperadamente oír esta
 palabra. Cuántas veces tenemos planeado seminarios, conciertos y conferencias;
 eventos que no harán una diferencia a menos que Cristo les de vida a ellos. Sólo cuando el Espíritu Santo nos llene tendremos algo real para dar.

 Por Gary Wilkerson

jueves, 14 de agosto de 2014

¿Dónde está tu hermano?

¿Dónde está tu hermano?

Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Génesis 4:9.

Caín vive en todos nosotros después de la entrada del pecado. Tal vez, seríamos incapaces de quitar la vida a alguien, pero para tener el espí­ritu de Caín no basta matar: es suficiente ignorar la existencia del hermano.El pecado te hace perder la visión de la realidad; te escondes detrás de los árboles, como lo hicieron Adán y Eva, en el Jardín.
Ignoras el dolor de los demás, y exclamas, como Caín: “¿Soy yo guarda de mi hermano?”

La res­puesta divina es: “Sí, lo eres, aunque no lo quieras aceptar. No puedes vivir solo para ti y para los tuyos. Necesitas abrir los ojos a las necesidades de las otras personas, al medio ambiente, a las injusticias de este mundo”.Nosotros no vamos a resolver los problemas ecológicos o sociales de la tierra, pero podemos contribuir para disminuirlos. No podemos acabar con el hambre mundial, pero podemos dar un pan al vecino. No podemos llevar consuelo a millones de personas que mueren sin Cristo y sin espe­ranza, pero podemos hacer una oración y llevar palabras de ánimo al que trabaja a nuestro lado.
No basta evitar mis pecados personales y tratar de ser bueno: buen padre, buen esposo, buen ciudadano, buenmiembro de iglesia; es necesario hacer algo para aliviar los terribles problemas que el pecado trajo a esta tierra. Si es necesario votar en contra de las injusticias, hay que hacerlo; el cristiano no puede omitirse, y permitir que las fuerzas del mal sigan dominando las circunstancias.

Por otro lado, no puedes caer en la tentación de pensar que el mundo cae a pedazos por culpa de la injusticia social: por el contrario, la injusticia so­cial es el resultado de un mal profundo, arraigado en la naturaleza humana, que la Biblia llama pecado. Ningún partido político, por bien intencionado que sea, será capaz de resolver los problemas del mundo, porque la raíz está en el corazón humano, y solo Jesús es capaz de cambiar el corazón humano y sus motivaciones.

Busca a Jesús; vive en compañerismo diario con él. Pero, no te aísles del mundo ni dejes de extender la mano al prójimo que necesita de ti, porque “Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”

DIOS TE BENDIGA,

Por Giovanna

martes, 12 de agosto de 2014

Solo tu Gracia



Quitaste mi cautividad
rompistes las cadenas de impiedad
perdonastes mis pecados
que me llevaban a camino de perdición
Y durante todo mi caminar
Y durante toda mi vida
Solo tu gracia me ha sostenido



lunes, 11 de agosto de 2014

El poder motivador de la Gracia

El poder motivador de la gracia

Leer | ROMANOS 6.1-4


Algunos cristianos tienen dificultades con la doctrina de la gracia, porque piensan que es una licencia para pecar. Parece demasiado fácil creer en Jesús y luego hacer lo que uno quiera. Pero, ¿no tienen todavía los creyentes que vivir de cierta manera para poder agradar al Señor? El problema con este razonamiento es que mezcla el legalismo con la gracia, al decir: “Claro, somos salvos por gracia, pero después de la salvación, hay que obedecer las reglas para mantenerse en el favor de Dios”. Esa forma de pensar elimina la esencia de la gracia y corrompe el mensaje de esperanza.

Lo que necesitamos comprender es que la gracia es mejor motivación que la ley. Cuando usted tiene que comportarse bien para agradar al Señor, la culpa se convierte en su compañera constante, ya que nunca podrá ser lo suficientemente bueno. Cada vez que deje de estar a la altura de sus propias expectativas, podrá poner en duda que Dios le ama, o incluso preguntarse si realmente es salvo. Dios no quiere que vivamos cautivos de nuestras obras. Ya hemos recibido su aceptación, y no hay nada más que podamos añadir.
La gracia no solo nos libera de la culpa, sino que también nos motiva a obedecer y a servir al Señor con amor y gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros.
¿Está usted afanado haciendo cosas para agradar a Dios? Si es así, probablemente esté agotado. Cuando comience a vivir en su gracia, se sentirá vigorizado porque la obediencia y el servicio serán el resultado natural del amor de Dios. En vez de un sentimiento de culpa, usted tendrá gozo y gratitud.

Por Min. En Contacto

viernes, 8 de agosto de 2014

Los tratos de Dios

Los tratos de Dios


Cuando atraviesan experiencias difíciles, ¿cuántas veces le permiten realmente al Señor encargarse de la situación?
Cada persona tiene debilidades diferentes o está atada por un asunto en particular. Dios irá eliminando específicamente cada una de esas ataduras. Inclusive, asuntos tan triviales como la comida o el vestido no escaparán de la corrección minuciosa de Dios. Su trabajo es tan detallado que no pasará por alto ni el más mínimo detalle.
Tal vez seamos atraídos por algo de lo cual no estamos conscientes, pero Dios lo sabe y se encargará de manifestarlo. Solamente cuando El quite todo esto de nosotros, nos sentiremos completamente libres.
Por medio de la obra detallada del Espíritu Santo llegaremos a valorar lo detallada que es Su obra. Aun lo que se nos escapa y ya hemos olvidado, el Señor lo traerá a cuentas; nada se le escapará. Su trabajo es perfecto, y no sedetendrá ni quedará satisfecho hasta que satisfaga Sus propios requisitos. Muchas veces Dios nos disciplina por medio de otras personas.
Nos rodea de personas que nos resultan insoportables, o a las cuales envidiamos o menospreciamos. En numerosas ocasiones también utiliza personas que estimamos, para darnos las lecciones que nos hacen falta. Antes de pasar por estas experiencias no podemos ver lo sucios e impuros que somos.
Pensamos que nos hemos consagrado por completo al Señor, pero después de pasar por la disciplina del Espíritu Santo, nos damos cuenta hasta qué grado las cosas externas nos atan y cuánta impureza todavía tenemos.
Otro aspecto de nuestra vida que el Señor toca es nuestro intelecto. Por lo general, nuestros pensamientos son confusos, naturales, independientes e incontrolados. Nos creemos muy astutos, pensamos que todo lo sabemos y que tenemos una mente superior a la de los demás.
Entonces el Señor permite que cometamos error tras error y que tropecemos una y otra vez, con el fin de mostrarnos que nuestros pensamientos no son confiables. Una vez que recibamos Su gracia en este respecto, temeremos a nuestros pensamientos como tememos al fuego.
De la misma manera que retiramos la mano del fuego, huiremos de ellos y nos diremos: “No debo pensar así; temo a mis pensamientos”. Otras veces Dios se ocupa de nuestras emociones y hace que pasemos por ciertas situaciones. Algunos hermanos tienen afectos muy activos.
Cuando están contentos dan rienda suelta a su gozo, y cuando están deprimidos no encuentran consuelo. Todo su ser gira en torno a sus emociones. Cuando están tristes, nadie puede alegrarlos; pero cuando están alegres, nada les hace recobrar la sobriedad. Sus afectos los controlan a tal grado que su alegría se vuelve alboroto y su tristeza los arrastra a la pasividad.
Sus emociones son su vida, y son tan manipulados por ellas que las justifican. Es por eso que Dios tiene que intervenir y regularlos por medio de las circunstancias. Les prepara situaciones tales que no se atreven ni a alegrarse ni a deprimirse en exceso. En consecuencia, aprenden a no vivir por sus emociones, sino por la gracia y la misericordia de Dios.
Aunque la debilidad más común de muchos tiene que ver con sus pensamientos y sus emociones, el problema principal de la gran mayoría radica en su voluntad. Las emociones y los pensamientos muchas veces son un problema debido a que la voluntad no ha sido tocada por Dios. En realidad, la raíz del problema reside en la voluntad. Algunos se atreven a decir con mucha facilidad: “Señor, no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Pero cuando atraviesan experiencias difíciles, ¿cuántas veces le permiten realmente al Señor encargarse de la situación? Cuanto menos se conocen a sí mismos más fácil se les hace hablar así, y cuanto menos luz divina tienen más capaces se creen de obedecer a Dios sin ningún problema. Los que se jactan sólo muestran que no han pagado el precio del quebrantamiento.
Los que declaran estar muy cerca del Señor, muchas veces son los que se encuentran más alejados de El y más carecen de luz. Sólo después de recibir la disciplina del Señor reconocen cuán necios son y cuán llenos de conceptos están, pues antes siempre se habían creído muy acertados en sus opiniones, sentimientos, métodos, puntos de vista y en sus mismas personas. Veamos cómo el apóstol Pablo obtuvo la gracia de Dios al respecto. Filipenses 3:3 es el versículo que más claramente presenta esto: “No teniendo confianza en la carne”.
Pablo aprendió que la carne no era nada confiable. Tampoco debemos confiar en nuestros propios juicios. Tarde o temprano Dios nos guía a reconocer que nuestros juicios tampoco son dignos de fiar. Dios permitirá que cometamos error tras error hasta que, humillados, confesemos: “Mi vida pasada está llena de errores; mi vida actual también y en el futuro seguramente me seguiré equivocando. Señor, necesito Tu gracia”.
Con frecuencia el Señor permite que nuestros juicios nos acarreen graves consecuencias. Casi siempre que emitimos un juicio sobre algún asunto, resulta equivocado. Aún así, damos nuestra opinión una vez más. En otros casos, el error es tan terrible que no podemos recuperar lo perdido. Finalmente quedamos tan golpeados por nuestros fracasos que cuando se nos pide juzgar otro caso, decimos: “Temo a mis propios juicios como al fuegodel infierno, pues mis juicios, mis opiniones y mi conducta están llenos de errores. Señor, tengo la tendencía de cometer errores, pues soy un simple ser humano lleno de equivocaciones.
A menos que Tú tengas misericordia de mí, me lleves de la mano y me guardes, me seguiré equivocando”. Cuando oramos así, nuestro hombre exterior empieza a desmoronarse y no nos atrevemos a confiar en nosotros mismos. Por lo general, nuestros juicios son imprudentes, precipitados y necios. Pero después de que Dios nos quebranta vez tras vez, y después de que pasamos por toda clase de fracasos, diremos humildemente: “Dios, no me atrevo siquiera a pensar ni a tomar decisiones por mi cuenta”. Esto es lo que produce en nosotros la disciplina del Espíritu Santo después de trabajar en nosotros valiéndose de las circunstancias y las personas.
La disciplina del Espíritu Santo es una lección que nunca va a disminuir en nosotros. Tal vez pueda escasear el ministerio de la Palabra u otros medios de gracia, pero el medio principal por el cual recibimos gracia nunca faltará.
La provisión de la palabra puede variar de acuerdo con las limitaciones o con circunstancias diversas, pero no la disciplina del Espíritu Santo, pues las circunstancias en lugar de limitarla, la realzan más.
También es posible que en ocasiones digamos que no tenemos oportunidad de escuchar mensajes, pero nunca podremos decir que no tenemos oportunidad de obedecer la disciplina del Espíritu Santo. Nos puede faltar enseñanza de la palabra, pero no enseñanza del Espíritu Santo, pues éste prepara cada día oportunidades para que recibamos Sus lecciones.
Debemos entender claramente que si rendimos nuestra vida a Dios, El nos dará gracia por un medio más efectivo que la ministración de la palabra, a saber: la disciplina del Espíritu Santo. No debemos pensar que la suministración de la palabra es el único medio para recibir gracia, pues no olvidemos que el canal principal para que fluya la gracia es la disciplina del Espíritu Santo.
Esta es el medio de gracia por excelencia y no sólo está disponible para los más cultos, perspicaces o sobresalientes, pues no hace acepción de personas ni favorece a nadie en particular.
Todo hijo de Dios que se ha entregado incondicionalmente al Señor, es objeto de la disciplina del Espíritu Santo. Por medio de tal disciplina, aprendemos muchas lecciones prácticas.
No debemos pensar que es suficiente tener el ministerio de la palabra, la gracia de la oración, la comunión con otros creyentes y los demás medios de gracia, pues ninguno de ellos puede reemplazar la disciplina del Espíritu Santo.
Esto se debe a que necesitamos no sólo que algo sea edificado, sino también que algo sea derribado, a saber: todo lo que hay en nosotros que no pertenece a la esfera de la eternidad.

Por Watchman Nee

jueves, 7 de agosto de 2014

Solo Jesús




Solo Jesús

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amorcon que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida junta­mente con Cristo [por gracia sois salvos]. Efesios 2:4-6.
Las palabras de San Pablo revelan que Jesús es el Señor y el Autor de nues­tra salvación. Es mediante Cristo que recibimos la vida. Solo por él, un día nos sentaremos en tronos celestiales… en fin. Todo el proceso y las bendiciones de la salvación tienen, como eje principal, el amor, la obra y el sa­crificio infinitos de Jesús.
Los seres humanos tenemos la tendencia a teorizar las cosas. Pero, el cristianismo no se relaciona con una teoría o con un cuerpo de creencias fundamentales, a pesar de que todo eso forme parte de laexperiencia cristiana.
La columna vertebral del cristianismo es Jesús. En realidad, todo es Jesús. La vida no es un período de tiempo que el corazón late: es Jesús. Él dijo “yo soy la vida”. La verdad no es un cuerpo de doctrinas, es Jesús: él afirmó “yo soy la verdad”. La justicia no es algo que recibimos de Jesús, es el propio Señor Jesús: Jeremías dijo: “en sus día Judá será salvo e Israel estará seguro y este es el nombre por el que será llamado: Señor, justicia nuestra”. La salva­ción no es solo un don que recibimos, es el mismo Jesús: un día, él entro en la casa de Zaqueo y dijo: “hoy ha entrado la salvación a esta casa”.
Jesús es el inicio, el medio y el fin de la experiencia cristiana. Y ser cris­tiano es vivir una vida de comunión diaria con Jesús. Sin embargo, el peli­gro que muchos cristianos corren es el de teorizar también la experiencia cristiana; creer que el compañerismo con Cristo es, simplemente, cantar y mencionar a Jesús en todo momento.
Sin duda esto es bueno; pero no es suficiente. Porque la verdadera comu­nión con Cristo tiene dos aspectos. El primero es el tiempo que se pasa con Cristo, orando y estudiando la Biblia. El segundo es tener presente a Jesús a lo largo del día, en todas las actividades que se realiza. Para que esta segunda experiencia sea posible, es necesario participar de la primera.
Cuando, al empezar el día, separas tiempo para meditar y orar, es como si estuvieses abasteciendo el vehículo de combustible: si el tanque está lleno, el vehículo va a andar; si no, te quedarás parado en cualquier lugar de la carretera.
Haz de este día un día de victoria en Cristo, porque “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con quenos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”.

DIOS TE BENDIGA

Por Giovanna

martes, 5 de agosto de 2014

Mi vida está llena de tí



Mi vida está llena de tí
porque tu vives en mí
eres como un río que inunda mi ser
bañas mi alma
tu presencia es la que me hace vivir


 Juan 14:23: Respondió Jesús y le dijo: 
El que me ama, mi palabra guardará; 
y mi Padre le amará, y vendremos a él, 
y HAREMOS MORADA con él. 






lunes, 4 de agosto de 2014

Las bendiciones de la incompetencia

Las bendiciones de la incompetencia
Leer | 2 CORINTIOS 3.1-6

Pablo nunca afirmó que era capaz de lograr todo lo que Dios lo llamó a hacer. Simplemente aprendió a mirar más allá de su propia incompetencia, a la competencia de Cristo. Si adoptamos la misma práctica, podremos descubrir las bendiciones ocultas en nuestras experiencias de incompetencia.
Nuestra insuficiencia nos lleva a Dios. Cuando nos damos cuenta de que una situación es más grande de lo que podemos manejar, nos apresuramos a abrir la Biblia y orar en busca de orientación y poder.
La incompetencia nos libera de la carga de luchar con nuestras propias fuerzas y de la autosuficiencia.
La incompetencia lleva a la dependencia del poder divino. Nunca seremos competentes hasta que recurramos al poder del Espíritu Santo. Él hace en y a través de nosotros lo que Dios nunca quiso que hiciéramos por nuestras propias fuerzas.
Al utilizar personas débiles e insuficientes, Dios demuestra cuán grandes cosas puede hacer. Él se deleita escogiendo a personas que no prometen nada, para realizar sus propósitos. No hay límite a lo que Él puede hacer por medio de alguien dispuesto a darle el control total.
El sentimiento de incompetencia desafía nuestra fe. Pablo dice: “Nuestra competencia proviene de Dios” (v. 5). Quienes se enfocan en la fiabilidad de esta promesa y dan un paso de obediencia, crecerán en la fe.
¿Por qué sufrir todo el temor, la presión y la frustración que acompañan a los sentimientos de insuficiencia, cuando hay una alternativa? Deje que el Señor le haga competente: confíe en Él, y permita que Cristo viva en y a través de usted. Él sustituirá su ansiedad con un tranquilo espíritu de contentamiento.

Por Min. En Contacto

viernes, 1 de agosto de 2014

El ratón y el león

El león y el ratón



Iba un ratón en busca de comida por la selva africana cuando de pronto se encuentra frente a frente con un león. El ratón por su instinto tuvo la intención de escapar pero se quedó petrificado por el miedo que invadiò su cuerpo. El león al verlo, sin pensarlo dos veces, pega un salto poniendo su gran zarpa encima del pobre ratón sin dejarle tiempo a reaccionar. Entonces el ratón le dice con voz llorosa:


- no me comas, no tendrás conmigo ni para un diente, soy muy pequeño, solo tengo huesos, ten misericordia de mi.  El león al escuchar el razonamiento del ratón se vio movido a misericordia y decidió dejar ir al ratón, aún contra sus propios instintos de depredador.

Pasó un tiempo y el león paseando por la jungla se vió atrapado en una red que unos cazadores pusieron estratégicamente situada.  El león luchaba para deshacerse de su prisión, pero contra más se movía más se enredaba en su trampa. Luchaba y luchaba hasta quedar extenuado.  Allí estaba el rey de la selva indefenso, inmóvil, esperando una muerte segura. Ya estaba convencido que no tenía remedio ni salvación, su destino era morir. A esto que por allí pasaba el mismo ratón al que días anteriores le había perdonado la vida. El ratón al ver al león que había tenido misericordia de él, sin mediar palabra se dirigió hacia él y empezó a roer las cuerdas de la red hasta que el león quedó libre de la trampa mortal.

La moraleja de esta historia es que no puedes despreciar a los que son más pequeños o más débiles que tú.

No menosprecies a tus hemanos cuando están pasando por problemas o tribulación y sus fuerzas se han debilitado, no los arrincones, ni digas: “es un débil, no supo aguantar!” Debes echarle una mano.  El día de mañana puedes ser tú el débil y el débil estar fuerte para poderte ayudar.  Nos necesitamos los unos a los otros, para ayudarnos.

Así como Jesús te tendió la mano, tiéndesela tú a tus hermanos.

Dominio público

Felicidades en Agosto

Muchas felicidades a todos los cumpleañeros, que tengan un día maravilloso, lleno de alegrías, sorpresas, amor y sobre todo en la paz y bendición del Señor que les permite contarlos y celebrarlo. Felicidades!


Consagración Agosto

Biblia, oración y ayuno, invitado a consagración días miércoles 6, 13, 20 y 27 de agosto.  Puedes hacernos llegar tus peticiones de oración para que otros hermanos e intercesores nos unamos en clamor, usando la forma de peticiones en el portal ministerial o directo al email. Dios nos bendice.