viernes, 29 de agosto de 2014

Dios no se burla de nosotros

DIOS NO SE BURLA DE NOSOTROS

“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos; ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lu. 11:11-13).

            Según el artículo al cual referimos ayer, en la zona dónde vivía Jesús se hacían panes redondos en forma de bollo que se parecían a una piedra. Sus oyentes estaban familiarizados con una animal que nadaba por el mar pero podía salir a deslizarse por tierra como una serpiente. Era totalmente incomestible. Y cuando este “escorpión” se enrollaba, adquiría forma redonda de huevo, pero seguía siendo igualmente venenoso. Lo que Jesús está diciendo es que Dios no nos engaña dándonos algo parecido a lo que pedimos pero dañino para nosotros. Dios no es cruel. No se burla de nosotros. Nos acordamos de la historia de la sunamita. Dios, por medio del profeta, le prometió un hijo y ella dijo: “No señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva” (2 Reyes 4:16). Cuando el niño murió lo devolvió al profeta diciendo: “¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mi?” (v. 28). Darle la alegría de tener un hijo y luego quitárselo en recompensa por la hospitalidad que ella había brindado a los profetas sería una burla cruel. Dios no nos trata de esta manera. No es un Padre cruel.

            Dios solo nos da lo que es bueno para nosotros, servible, lo que nos conviene, y nos satisface. “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:16, 17). Por ser el Padre de la luces, no hay una parte oscura, mala, en Dios para que nos dé cosas malas. Solo da dones perfectos. Cuando oramos, Dios pasa nuestras peticiones por su filtro y solo nos concede lo que en su sabiduría y su bondad sabe que va a ser para nuestro provecho.

            Jesús dice que cuando un hijo pide pan, su padre le da pan, y cuando nosotros pedimos el Espíritu Santo, Dios nos da el Espíritu Santo, no una imitación. Hay cosas que se parecen, pero no lo son. Hay dones que parecen proceder de Él, pero son falsas imitaciones. Todo lo que sinceramente pedimos del Espíritu Santo, sus frutos y sus dones, Dios nos concede, dándonos lo verdadero, no una imitación falsa. Del Espíritu de Dios solo procede lo genuino, lo auténtico, lo bueno, lo constructivo. Las imitaciones falsas no proceden de Dios.

            En conclusión, pidamos a nuestro Padre con confianza sabiendo que “todo aquel que pide; recibe” (v. 10), y pidamos con fe en su bondad, sabiendo que Dios solo da “buenas dádivas”, lo autentico, a sus amados hijos.

Por David Burt