SIÉNTATE Y OBSERVA
Ezequiel fue un gran profeta que se movió poderosamente en el Espíritu. En
Ezequiel 37, Dios le dio una visión que creo tiene un mensaje actual de
despertar espiritual para la iglesia seca de hoy.
Al igual que la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, Ezequiel servía al rey de Israel. A menudo, esto significaba viajar con el ejército del rey y ser testigo de los horrores de la guerra. Ezequiel vio una gran cantidad de matanzas que ninguna persona debería tener que ver. Sin embargo, él vio una visión que superó todo lo que había visto antes. Esta visión era del Espíritu Santo y Ezequiel testificó: “La mano de Jehová vino sobre mí” (Ezequiel 37:1).
En esta vida, vamos a presenciar un montón de cosas difíciles. Hace varias semanas oré con una madre cuyo hijo de 22 años de edad había muerto repentinamente, un hombre joven al que yo había conocido desde que tenía dos años. Año tras año veo matrimonios se desmoronan. Observo a la drogadicción destruyendo las vidas de personas en la flor de su juventud. Mientras conduzco a mi oficina cada día, pienso en el 80 por ciento de la población de nuestra ciudad que no conocen a Jesús.
Cuando Dios creó a la humanidad, no era su intención que experimentemos las
cosas pecaminosas que nos acontecen. Sin embargo, incluso al ser testigos de
tragedia, nos apoyamos en la mano de Dios como lo hizo Ezequiel y la Biblia
dice ningún poder nos puede arrebatar de allí. Esta verdad debe ser
establecida en nuestros corazones. Si vamos a hacer batalla contra las fuerzas
oscuras que vienen en contra de nuestras familias, nuestros jóvenes y nuestras
comunidades, tenemos que saber que estamos constantemente protegidos y
vigilados.
Dios le dijo a Ezequiel: “Siéntate y observa lo que quiero mostrarte. Estoy
a punto de realizar una obra increíble, sin embargo, no serás capaz de
comprenderlo con tu entendimiento humano. Necesitas que Mi Espíritu te revele
lo que voy a hacer.”
La palabra hebrea para “siéntate” en Ezequiel 37 es la misma palabra que
se encuentra en Lucas 24:49, cuando Jesús instruyó a sus discípulos:
“Quedaos [siéntense] vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto”. El significado en ambos casos es:
“Bajen sus planes y estrategias. Luego, esperen en Mí, que los llene con Mi
poder”.
Estoy convencido de que la iglesia de hoy necesita desesperadamente oír esta
palabra. Cuántas veces tenemos planeado seminarios, conciertos y conferencias;
eventos que no harán una diferencia a menos que Cristo les de vida a ellos. Sólo cuando el Espíritu Santo nos llene tendremos algo real para dar.