viernes, 11 de marzo de 2016

El beso

El beso
Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo. Lucas 22:47
El camino a la cruz del Calvario incluyó un beso. Probablemente no haya sido el único beso del camino. Los discípulos a menudo saludaban a su Maestro con un beso. Era una muestra de profundo respeto. Pero esta vez no era un beso de reverencia, sino de traición. Debía parecer como un simple gesto de respeto, pero en realidad era parte de un plan diabólico.
En realidad el beso no había sido necesario, pues Jesús ya se había identificado. Judas ya podía cobrar sus 30 monedas de plata. Todos los soldados armados y los representantes de los jefes de los sacerdotes y los ancianos sabían quién era Jesús. Muchas veces había estado enseñando en el templo. ¿Por qué no lo arrestaron una de esas veces? El Evangelio de Juan dice que, cuando Jesús se identificó a sí mismo, ellos “dieron un paso atrás y se desplomaron” (Juan 18:6).

La imagen de ese beso–la mayor traición–en la memoria de los discípulos, debe haber sido una de profundo disgusto. ¿Cómo era posible que uno que había sido elegido por Jesús para estar entre los doce, hiciera algo así? Judas, el tesorero del grupo, había visto los milagros y las enseñanzas de Jesús. ¿Cómo había podido valerse de un beso para entregarlo a sus enemigos?
En la mente de los enemigos de Jesús, el beso debe haber parecido apropiado–una burla a la lealtad de alguien que había estado a su lado.
Que nuestra lealtad y confianza no incluya ninguna hipocresía, en especial con respecto a nuestro Señor y Salvador.
ORACIÓN: Bendice las expresiones de nuestro amor y confianza en ti, Señor. Amén.
LHM