Al principio de mi caminar cristiano, Dios puso un amor irresistible por los
perdidos en mi corazón. Es verdad, hubo momentos en que enfrenté oposición e
incluso fui amenazado, sin embargo, simplemente no podía permanecer en
silencio, porque tenía una preocupación genuina por la gente que me obligaba
a hablar de Jesucristo. Los hombres y mujeres que me rodeaban estaban muriendo
en sus pecados, y alguien con la compasión de Dios tenía que hablar con
ellos. Este es el llamado que tiene cada uno de nosotros.
Pablo lo dijo con estas palabras: “…del cual yo fui constituido predicador,
apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto” (2
Timoteo 1:11-12). Pablo dijo: “Yo sufro, y soy un llamado, he sido
elegido”. De la misma manera, cada uno de nosotros ha sido elegido por Dios
para ser un testigo franco de la verdad. No hemos sido llamados a estar en
silencio en esta hora. Hemos sido llamados a defender aquello en lo que
creemos; para dar testimonio de cómo Dios nos ha transformado y continúa
trabajando en nuestras vidas. Hemos sido llamados a defender sin avergonzarnos
en lugar de ser acobardados por las burlas de la humanidad caída, y Dios ha
abierto un camino para que lo hagamos.
Previo a estos versos, Pablo dijo a Timoteo: “sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó
con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito
suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los
siglos” (2 Timoteo 1:8-9). ¡Es según el propósito y la gracia Suyos! Es
como si Dios estuviera diciendo: “Te vi venir, y preparé un camino para ti.
Hice posible que te liberes de la necesidad de alabanza y aprobación humana.
Preparé el camino para que puedas cumplir con Mi santo llamado en tu vida, no
sólo en parte, sino en plena medida. Hice posible que ames a las personas con
un amor sobrenatural. Estoy dispuesto a llenarte con Mi Espíritu Santo, que te
dará valor para ser una voz para el reino de Dios. ¡No con tu capacidad, sino
con Mi Espíritu!”
Por Carter Conlon