martes, 6 de diciembre de 2022

Larga vida al Rey

 Salmo 72:1-15


¡Concédele juzgar a tu pueblo con justicia, y con buen juicio a los afligidos de tu pueblo! (Sal 72:2)


Dos mujeres presentan su caso ante el rey. Ambas dicen ser la madre del bebé que una de ellas trae en brazos. El rey pide una espada. ¡Partamos el niño en dos y le damos la mitad a cada una! No, si esta es la solución, prefiero que lo tenga la otra, dice una de ellas. Sí, que lo parta, y que el niño no sea ni para mí ni para ella, dice la otra. El caso queda resuelto. Se hizo justicia; sí, justicia. Cuántos claman por ella. ¿Quién puede vivir sin ella?


El rey, para ser rey, tenía que ser justo. Muchos contaban con él como último -o único- recurso. El pueblo ora por su rey, espera que sea un lugarteniente de Dios. Varios Salmos se refieren a él. Si había esperanzas en alguien, era en el rey. Cuanto más oprimidos y menesterosos había, más se necesitaba del rey y más se imploraba por un rey justo.


Israel veía una y otra vez que sus reyes no estaban a la altura de sus expectativas. De pronto, las oraciones y salmos se transformaron en profecía y se aplicaron al rey que Dios iba a enviar, al cual esas palabras no le quedarían grandes.


El Adviento nos prepara para la venida de ese rey que dirá: «vengan a mí todos los trabajados y cargados, que yo les daré descanso», y «mi paz les dejo, mi paz les doy». Su muerte y resurrección serán la fuente inagotable de justicia que desciende de lo alto. Nuestro principal problema, el pecado, encuentra remedio en Él. Bienvenidas la justicia y la paz. ¡Larga vida al rey!


Por CPTLN