“Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.
(Lu. 10:42).
María tuvo que escoger entre ayudar en la cocina y estar con el Señor: difícil elección, porque o bien quedaba mal con su hermana, o bien quedaba mal con Jesús. Hizo su elección, sufrió las consecuencias con el enfado de su hermana, pero consiguió la aprobación del Señor. A veces los más cercanos no entienden si optamos por Jesús. Si tú decides ser misionera, ¿cómo reaccionarán tus padres? Si decides no casarte con tu novio porque no es creyente, causarás daño a personas que quieres. Muchas veces no te van a comprender.
En la vida tenemos que hacer muchas elecciones. A veces las dos opciones son buenas, y tenemos que elegir entre lo bueno y lo mejor. Otras veces lo que debemos elegir es obvio, pero difícil, porque implica sacrificar algo que nos gusta. Por ejemplo:
· La televisión o tiempo con el Señor.
· Dormir un poco más por la mañana, o levantarnos pronto para tener un tiempo devocional antes de empezar el día.
· Una carrera (o un trabajo) en la cual se puede ganar mucho dinero, pero que deja poco tiempo para el Señor, u otra que nos deja más libre para cosas espirituales.
· Trabajar todo el día o solo unas horas y disponer de tiempo para las cosas del Señor.· Trabajar el domingo o perder el trabajo.
· Casarte con un creyente mundano o quedarte soltera.
· Quedarte en casa cocinando para los invitados o ir al culto.
· Comprar un piso caro que te dejaría ahogado o vivir más humildemente y estar más libre.
· Dedicar el domingo a viajar para ver a la familia o ir a la iglesia.
Una amiga decidió estudiar menos, sacar notas no tan altas, y dedicar tiempo a la evangelización. Otra decidió no ir a una fiesta en un retiro de iglesia para dedicar tiempo a la oración. Cada decisión es algo que hacemos delante de Dios en oración pidiendo sabiduría, dispuestos a sacrificar lo que preferimos para hacer lo que discernimos es su voluntad.
La cuestión es si Jesús va a ser la primera prioridad en tu vida o si va a ser tu marido, la familia, el trabajo, la iglesia, tu ministerio, el descanso, las diversiones, o tú misma. Jesús lo tuvo claro a los doce años: lo prioritario tenía que ser los negocios de su Padre. Aun en los años de trabajo en la carpintería, su primera prioridad fue la relación con el Padre, y nunca varió todos los días de su vida. Siempre ordenaba su vida para tener tiempo para orar y meditar en la Palabra y llevar a cabo lo que Dios le iba revelando durante aquellos tiempos que apartaba para estar a solas con Aquel al que amaba. Decisiones acertadas fueron el resultado.