jueves, 20 de marzo de 2014

Incendio

NUESTRO INCENDIO

“Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación. Selah” (Salmo 68:19).
            Pertenecer a la familia de Dios aporta bendiciones de muchas índoles. Ayer por la noche volviendo del culto de Igualada, al salir del túnel del Bruc vimos el humo de un gran incendio a lo lejos y David se dio cuenta de que venía del sentido de Vallirana, nuestro pueblo, que quedaba a unos 40 kilómetros distante. Casi enseguida un amigo llamó confirmando sus sospechas. Seguían montones de llamadas de hermanos preocupados por nosotros que habían visto las noticias por la televisión. Llamaban de todo el país asegurándonos  de sus oraciones y ofreciendo ayuda y alojamiento si hacía falta. Se formaron varias cadenas de oración ¡que extendían hasta Andalucía! Muchos llamaron a otros para no molestar y estos otros les informaban. Los que no se enteraron hasta que el peligro había pasado todavía estaban a tiempo para dar gracias a Dios por su cuidado. ¡Esta es la familia de Dios! Es muy hermosa. Nos preguntamos conmovidos, ¿qué hemos hecho para merecer tanto amor? Y confesamos que no lo merecemos; nos aman porque le amen a Él.

            Pues, cuando llegamos a casa se veían las llamas. Todo el monte al lado derecho de nuestra casa ardía. Los vecinos estaban en la calle, preocupados, mirando las llamas, cómo se iban acercando. Llegaron a estar a un kilometro de nuestra casa, pero, gracias a Dios, el viento soplaba en dirección contraria. Cayó la noche y los helicópteros que echaban agua y los bomberos tuvieron que retirarse hasta la mañana. Pero Dios no se retiró. Mandó una tormenta que apagó el fuego. Todo el día de hoy se oían los helicópteros volar por encima de casa vigilando y echando agua para asegurar que el fuego esté bien apagado.

            Como creyentes siempre reflexionamos cuando pasan estas cosas. Cuando tienes que desalojar tu casa es una experiencia muy solemne. ¿Qué vas a llevar contigo? Casi nada: el contenido de una maleta pequeña con lo necesario para pasar la noche, nada más. No estamos atados a lo material. En experiencias así lo vivimos. Y también vivimos la paz sobrenatural de Dios. Cierras tu casa, te metes en tu coche y dejas atrás todo cuanto tienes en manos de Dios, y eso, con mucha paz. Tenemos un Dios que controla vientos y lluvia para llevar a cabo su voluntad. ¡Los vecinos de Vallirana no saben lo afortunados que fueron al tener tantos cristianos orando por ellos, ni cuánto les deben! ¡El Señor ha contestado las oraciones de muchos y ellos se han beneficiado de sus oraciones! El Señor protegió todo el pueblo y no hubo daños personales. Ojalá todos aprendan la lección, que la vida es muy frágil; todo puede cambiar en un momento; lo único que podremos llevar con nosotros en aquel Gran Día, cuando toda la tierra sea incendiada, es lo que tenemos en el corazón.

Por Ptor David Burt