viernes, 22 de diciembre de 2023

Necesitas un Salvador

 “Y había pastores en aquella región posando a campo abierto, guardando por turnos la vigilia de la noche sobre sus rebaños. Y un ángel del Señor se presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: ¡No temáis! Pues he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: ¡Hoy os nació en la cuidad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor!” (Lu. 2:8-11).

            Lo que se celebra a Navidad es la llegada del Salvador. ¿Esta es una buena noticia para ti? ¿Tú necesitas un salvador? Puede ser que nunca te hayas planteado la pregunta. Si eres como la mayor parte de la gente, celebras la Navidad porque sí, porque siempre lo has hecho, y crees que es una buena costumbre. No te viene mal tener unos días de fiesta con la familia, y a todo el mundo le gusta recibir regalos. Las luces son bonitas y los árboles de Navidad decoran mucho. Esto se comprende, pero, volviendo a mi pregunta de si necesitas un salvador, una cosa es evidente: Dios pensaba que sí. Por eso envió Uno, no solamente para el pueblo de Israel, sino para todos los pueblos del mundo. ¿En qué se basa Dios para sacar esta conclusión?

            Dios conoce al hombre. Sabe cómo es, y su diagnóstico de la humanidad y de cada individuo es el siguiente: “No hay justo, ni aun uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios, todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo buen, ni siguiera uno; sepulcro abierto es su garganta, con sus lenguas engañaron, veneno de áspides hay bajo sus labios, su boca está llena de maldición, y de amargura; veloces son sus pies para derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos, no conocieron camino de paz, y no hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:10-18).  Nos acusa a todos los seres humanos de ser injustos, sin entendimiento, impíos, desviados, incapaces de hacer el bien, mal hablados, personas que hacemos daño con la boca, y de no llevarnos bien los unos con los otros. Hacemos guerra, matamos, y no sabemos vivir en paz, ni como naciones, ni como individuos. Dice que no tenemos temor de Dios, es decir que creemos que no va a haber consecuencias a nuestros malos actos, que al final no habrá un ajuste de cuentas, porque creemos que Dios no existe. Este es el diagnóstico de Dios de la raza humana, incluyéndote a ti. ¿Estás de acuerdo con lo que dice Dios de ti?  

            Igual tú dices que para ti la Navidad consiste en luces y árboles, y que no quieres hablar del envío de un Salvador, y menos de tu necesidad de uno. Pero esto es lo que el Bebé en Belén pretendía ser. Una cosa tiene que llamarte la atención. Si Dios tiene una opinión tan negativa del ser humano, ¿por qué no optó por olvidarse de nosotros en lugar de enviarnos un Salvador? ¿Qué motivó su decisión? Su justicia. Es un Ser absolutamente justo. Siendo justo, no podría desentenderse del ser humano; o bien tendría que destruirnos o bien salvarnos. La destrucción es lo que su diagnóstico exige, pero Dios prefiere salvar que destruir: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Estas son las dos opciones: salvación o perdición. Ya sabemos lo que Dios ha escogido: quiere salvarte. Pero no sin tu consentimiento. Ahora te toca a ti hacer tu elección.    


Enviado por el Hno. Mario Caballero