miércoles, 20 de diciembre de 2023

La soberanía de Dios y la oración

 “Bendito sea el nombre de ‘Eloha (Dios) por los siglos de los siglos, suya es la sabiduría y el poder. Él muda los tiempos y las edades. Él quita los reyes y establece los reyes. Él da la sabiduría a los sabios y ciencia a los inteligentes. Revela los secretos más profundos, conoce lo que ocultan las tinieblas, y la luz habita con Él” (Daniel 2:20-22).


            En su oración Daniel reconoce la sabiduría y el poder de Dios, su soberanía en la historia humana y sobre los gobiernos de este mundo. En su soberanía Dios había llevado a los jóvenes más prometedores de Israel a Babilonia ¡para preservar la flor y la nata de la nación! Estos son los caminos de Dios. Allí iban a recibir una educación en la universidad de Babilonia para complementar la que ya habían recibido en las escuelas rabínicas de Israel; iban a estar “preparados para toda buena obra”, como diría el apóstol Pablo. Dios usaría su formación para el bien del país que los había llevado cautivo, y también para el bien de Israel. Él había hecho caer a Israel, Él había dado el imperio a Babilonia. Él era la Fuente de toda ciencia, inteligencia y sabiduría. No solo era potente, también era sabio. Y era bueno. No hay sombra de oscuridad con Él, Él habita en luz, pero no desconoce las cosas ocultas, tanto las buenas como las malas. Dios es Soberano, Omnipotente, Sabio y Bueno.

            Daniel sin duda fue influenciado por una carta que Jeremías envió o los exiliados poco tiempo después de que se les deportara en cautividad: “Así dice Yahweh Sebaot, Dios de Israel, a todo los cautivos que Yo hice deportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. Tomad mujeres,  engendrad hijos e hijas, tomad mujeres para vuestros hijos, y dad vuestras hijas a maridos, para que críen hijos e hijas; multiplicaos allí, y no os dejéis disminuir. Procurad la paz de la cuidad a la cual os hice transportar y rogad por ella a Yahweh, porque en la paz de ella tendréis vosotros paz” (Jer. 29:5-7). Entre otras cosas les dicen que han de orar por la paz y el bienestar de Babilonia.

Dios en su soberanía es el que “quita los reyes y establece los reyes”. Cambia gobiernos. En nuestros tiempos hemos visto la apertura del telón de hierro en Alemania, la caída de la unión Soviética, y el cambio en España de dictadura a democracia. Ahora Turquía está en crisis y hemos de orar. Alguno diría, “Si Dios es soberano, ¿por qué hemos de orar?”. ¡Precisamente por este motivo! Porque Él determina lo que pasa en los gobiernos de este mundo. ¿Pero no lo tiene predeterminado ya? Sí, pero teniendo en cuenta nuestras oraciones. Esto es lo que la Biblia siempre ha enseñado, la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. Los autores del Nuevo Testamento escriben: “Exhorto pues, ante todo, que se hagan peticiones, oraciones, súplicas, acciones de gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todo los que están en eminencia, a fin de que podamos vivir quieta y sosegadamente, con toda piedad y dignidad” (1 Tim. 2:1, 2). La oración y la soberanía de Dios se complementan. Oramos, y Él quita y pone reyes. Él quita y pone reyes, y oramos por ellos. Así es. Que Dios nos dé sabiduría al orar por nuestros gobernantes hoy, y por los de otros países, para que nuestros hermanos puedan vivir en paz, con toda piedad y dignidad.  

Enviado por el Hno. Mario Caballero