lunes, 4 de diciembre de 2023

La conversión y el pasado

 “Pero si el impío se aparta de todos sus pecados que hizo, y guarda todos mis estatutos y hace según el derecho y la justicia, ciertamente vivirá. No morirá. Ninguna de las transgresiones cometidas será recordada contra él. En su justicia que hizo vivirá” (Ez. 18: 21).

            ¡El arrepentimiento auténtico borra el pasado! Obviamente, la persona todavía recuerda su vida anterior, y le da vergüenza: “Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis, y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis” (Ez. 20:43). Dios es el que no se acuerda en el sentido de que no dará castigo ni retribución. Se retiran los cargos contra el pecador perdonado. La deuda es cancelada. El enemigo hurga en el fango del pasado y acusa. Nos quiere entristecer con el recuerdo, pero le recordamos que todo ha sido cubierto con la sangre de Cristo y que Dios lo ha borrado de su memoria.

            “Pero si el justo se aparta de su justicia, y comete iniquidad, y hace conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿ha de vivir? Ninguna de las justicias que hizo le será tenida en cuenta. Por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá” (v. 24). Si el justo empieza a cometer las abominaciones del impío, si va con la mujer del prójimo, si oprime a los pobres, si roba, si extorsiona, su vida anterior no le salvará (vs. 11, 13). La gente reaccionó a estas declaraciones con protestas en contra de la justicia de Dios, algunos por el perdón del que antes había sido malo, y otros por la condenación del que antes había sido justo: “Y decís: ¡No es recto el camino de Adonay! Oíd ahora, oh casa de Israel: ¿Es mi camino el que no es recto? ¿No son vuestros caminos los que son torcidos?” (v. 25).

            Seguramente muchos en nuestros días protestarían también, porque esto no encaja con su teología. No es lo que han sido enseñados. Más bien han sido enseñados que hay una seguridad de salvación para todo aquel que ha profesado fe y aceptado a Cristo como su Salvador. Ojo: Solo Dios sabe si su arrepentimiento ha sido genuino. Si vuelve a una vida de pecado, ¿de qué ha sido salvo? ¿Dónde está su salvación? Aunque haya sido anciano de una iglesia, si se aparta del Señor, no tenemos ninguna seguridad de que una vez realmente fuera salvo. Si un joven ha sido formado en un hogar evangélico, bautizado, ha estudiado en un instituto bíblico, ha servido en la iglesia, y luego se va al mundo y vive como los del mundo, a menudo los padres todavía le creen salvo, por su vida anterior. Creen que se salvará “como si por fuego”, pero la Biblia no da esta seguridad. La gente le clasifica como “apartado, pero salvo”, pero aquí Dios dice todo lo contrario, y Dios no ha cambiado desde el Antiguo Testamento. Es el mismo ayer, hoy, y para siempre. Mejor si estos padres oren para que su hijo sea salvo.

            El evangelio ofende en ambos sentidos. Cuando Jesús predicaba que el que se arrepiente recibe perdón instantáneo, ofendía a los que se veían justos en sí mismos. Cuando Pablo predicaba que somos justificados por gracia, por medio de la fe (Ef. 2:8, 9), le acusaban de dar licencia para pecar. La gente quiere salvarse por sus propias obras y se ofende con la oferta de una salvación regalada por la gracia de Dios, sin mérito propio. En cambio, otros se ofenden cuando cuestionamos la salvación de una persona que ha estado viviendo una vida respetada y luego se aparta. Unos no quieren una salvación por gracia, y otros no quieren una gracia que exige responsabilidad humana. Aquí Dios explica lo que hay.

Enviado por el Hno. Mario Caballero