viernes, 10 de noviembre de 2023

El Señor sabe

 “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:9).


El Señor sabe muchas cosas. En este texto el apóstol Pedro está hablando de dos cosas en concreto que sabe hacer. Sabe sacar a los buenos de un sitio malo, para que no se hagan daño, es decir, sabe protegerlos, como sacó a Lot de Sodoma y Gomorra antes de que fuesen destruidas. Y el inverso es también cierto. Sabe meter a los malos en un sitio donde ya no pueden hacer más daño. El ejemplo que pone el apóstol de este último es lo que Dios hizo con los ángeles que causaron tantos problemas casándose con mujeres humanos en tiempos de Noé (Gen. 6:1, 2). Hicieron mucho daño. Para que no hiciesen más, Dios “los arrojo al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (v. 4). Los quitó de en medio. Dios sabe quitar a la gente mala de en medio. También sabe sacar la gente buena de un sitio malo. Mueve a las personas. En este caso, fue a pesar suyo. Lot no estaba muy dispuesto a moverse. Los ángeles le cogieron por la mano, uno a un lado, y otro al otro, y le sacaron de la ciudad que iba a ser destruida, y esto, a pesar suyo. Lo mismo es cierto en el caso de los ángeles. Tampoco querían moverse. No querían ser arrojados al infierno, o mejor dicho, al Tártaro, porque el infierno no recibe gente hasta el juicio final. El Tártaro es el lugar de los malvados muertos, donde tienen que esperar hasta el día del juicio, sin poder tentar ni dañar a nadie más.


Pedro está dando estas palabras de consuelo a gente que está siendo muy zarandeada por falsos maestros. Éstos son difíciles de identificar de entrada. Suelen ser personas encantadoras con picos de oro que saben manipular y convencer y salirse con la suya. Son muy peligrosos. Engañan a muchos. Se quedan con su dinero. Los dejan emocionalmente dañados. Se les identifica porque suelen tener un testimonio turbio por caer en pecados sexuales y suelen tener mucho interés en conseguir dinero de la gente: “Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (v. 2, 3).


Los lectores de la epístola de Pedro necesitaban este consuelo, porque ellos eran piadosos y estaban siendo tentados a creer las mentiras de los falsos maestros. Estaban siendo las victimas del engaño. Pues, Pedro les dice que Dios sabe protegerles de estos falsos maestros, o falsos pastores, o líderes de sectas, o de movimientos que pretenden ser cristianos, pero no lo son. La persona es inocente; crédula quizás, y presa de esos falsos maestros que usan la Palabra de Dios para su propio provecho. Pues Dios sabe protegerlos. Esto es un consuelo muy grande. Puede ser que tú ya hayas visto la luz. Has salido, pero otros hermanos tuyos todavía no. Estás preocupado por ellos. No sabes cómo sacarlos de allí. Pero Dios sabe. Sabe sacarlos. Sabe protegerlos de la tentación. Sabe abrir sus ojos y guardarlos. Y sabe qué hacer con los falsos maestros. Parece que ellos se quedarán allí para siempre, enriqueciéndose de los inocentes, cometiendo pecados de todas clases, incluyendo los más vergonzosos. Parece que no hay nada que hacer para quitarles de en medio, pero Dios sí que sabe cómo hacerlo. Si pudo quitar a los ángeles malos y meterlos en prisiones de donde no podían escapar para seguir haciendo estragos, sabe quitar a falsos maestros del púlpito y guardarlos en un lugar donde no pueden hacer más daño hasta el día del juicio cuando recibirán lo que sus acciones merecen.


Así que, consuélate con lo que dice Pedro en medio de una situación muy complicada para la cual no hay solución humana previsible. Pero está la divina. Dios sabe quitar a la gente mala de en medio y sabe proteger a los piadosos. Y esto es lo que hará en tu situación. Alabado sea.


Enviador por el Hno. Mario Caballero