La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Lucas 12:15
No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo.
Mateo 6:19-20
“El dinero sirve para todo” (Eclesiastés 10:19), pero ganar más no garantiza la felicidad. Muchos economistas de renombre formularon esta pregunta: «¿Sería usted más feliz si fuese más rico?». El análisis de las respuestas es muy claro: para la gente rica el consumo de bienes materiales no aumenta la sensación de bienestar, sino todo lo contrario; sus actividades de diversión generan más bien tensiones y estrés.
Una conclusión así puede parecer sorprendente. En realidad el hombre es víctima de una ilusión: se alegra al pensar que tiene más dinero, pero éste no le da la felicidad. Hace mucho tiempo la Biblia dio este diagnóstico mediante la pluma de un rey sumamente rico: “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo…”. Pero, ¿qué balance hizo? “Todo era vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:10-11).
Entonces, ¿hacia dónde dirigirse? Hacia las verdaderas riquezas: la salvación del alma, la paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, la vida eterna, el amor de Dios. ¿Cómo adquirirlas? Dios las ofrece en la Biblia: “Me regocijo en tu palabra como el que haya muchos despojos” (Salmo 119:162).
Y con respecto a la vida presente, Jesús dijo a sus discípulos: “Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:32-33).
Enviado por el Hno. Mario Caballero