No me deseches cuando llegue a la vejez; no me desampares cuando mis fuerzas se acaben.
Salmos 71:9
Cada vez que pasamos por una tienda de mascotas, mi esposa y yo tenemos que entrar, aún en contra de mi voluntad, ya que ella encuentra absolutamente irresistibles las travesuras de los pequeños cachorros y gatitos. Y aunque no apruebo la forma en que negocian con los animales, y me asusta que terminemos con uno de ellos, también disfruto de la visita.
La razón por la que comparto todo esto es que, la última vez que estuvimos en uno de esos negocios, había un cartel que decía: «Amor garantizado para siempre.»
No tengo dudas que las mascotas que venden allí van a amar a sus dueños. Pero tengo problemas con la palabra ‘siempre’, pues me parece que es exagerar un poco.
¿Acaso hay algún lugar donde el amor pueda ser garantizado para siempre? Por causa del pecado y la muerte, hasta el más fiel de los cónyuges finalmente tendrá que despedirse de este mundo.
Por lo que, si estamos buscando amor realmente duradero, un amor que perdurará para siempre, solamente lo podremos encontrar en Aquél que siempre estará con nosotros. Verdaderamente, sólo el Señor eterno y omnipresente tiene la habilidad de darnos un amor garantizado para todos nuestros mañanas. Sólo el Dios trino puede hacer un compromiso de amor eterno.
El salmista debería haber estado seguro: el Señor no rechaza al viejo, y nos dará fuerzas cuando nos sintamos débiles y cansados.
Por CPTLN