lunes, 18 de septiembre de 2023

Sus heridas, nuestra salud

 Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. Isaías 53:5

¡Cuánto nos ama Dios el Padre, que envió a su propio Hijo a morir por nuestros pecados!

La crucifixión de Jesucristo a manos de las autoridades romanas que gobernaban en Palestina en el primer siglo, fue el resultado de una morbosa conspiración. Siglos antes, el profeta Isaías ya la había predicho, describiendo con detalles exactos la misión del Mesías y mostrando, así, la ceguera de quienes instigaron y finalmente lograron cometer semejante acto. El crimen que cometieron contra el Hijo de Dios, era parte del propósito con que el Padre había enviado a su Hijo a nacer en Belén.

«Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.» (Isaías 53:4-5).

Durante su pasión, Cristo ofreció su misericordia incluso a quienes estaban en su contra. En vez de reprenderlos por estar pecando contra Dios, les dijo palabras llenas de gracia y esperanza: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34ª).

El Cordero de Dios enviado por el Padre vino a quitar los pecados del mundo. ¡Demos gracias a Dios por su don inefable! (2 Corintios 9:15).


Por CPTLN