martes, 26 de septiembre de 2023

La Palabra de Dios

 Zacarías le preguntó al ángel: «¿Y cómo voy a saber que esto será así? ¡Yo estoy ya muy viejo, y mi esposa es de edad avanzada!» El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, y estoy en presencia de Dios. He sido enviado a hablar contigo para comunicarte estas buenas noticias. Pero como no has creído mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, ahora vas a quedarte mudo, y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda». (Lucas 1:18-20)


Zacarías me da lástima. ¡Estar mudo durante nueve meses no es un castigo ligero para un sacerdote! Habrá tenido que llevar a cabo sus tareas en el templo en Jerusalén sin poder orar, cantar, enseñar y bendecir a las personas. Y cuando regresaba a su casa, tenía que contarle a Elisabet todo lo que había hecho, sin poder hablar. Debe haber sido interesante. Zacarías se negó a creer las palabras del ángel y por ello Dios le quitó sus palabras.


Pero luego que Juan nació, en el día de su circuncisión, Dios tuvo misericordia de Zacarías y le restauró el habla. ¡Esta vez Zacarías sí supo qué hacer! Inmediatamente utilizó sus palabras para glorificar a Dios, pero no por haberle restaurado el habla o por haberle dado el hijo que tanto había deseado. No, lo alabó por algo que nadie se daba cuenta estaba sucediendo en ese momento… Dios estaba enviando a Jesús al mundo:


«Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha venido a redimir a su pueblo.

Nos ha levantado un poderoso Salvador

en la casa de David, su siervo,

tal y como lo anunció en el pasado

por medio de sus santos profetas…» (Lucas 1:68-70)


Dios estaba enviando a su propio Hijo, su propia Palabra, al mundo para ser nuestro Salvador. Jesús es la Palabra de Dios porque él nos da a conocer a Dios, él es Dios con nosotros, entre nosotros, actuando para salvarnos. ¿Cómo sabemos lo que otra persona piensa? A través de sus palabras. ¿Cómo sabemos lo que Dios piensa? A través de Jesús, su Palabra.


Como Jesús es verdadero hombre, podemos comprenderlo. Y como es verdadero Dios, podemos conocer el corazón de Dios.


Por CPTLN