No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí. Juan 14:1
Cuando trabajaba con la Liga Bíblica en Cambodia conocí a un hombre llamado Dan que se dedicaba a juntar basura. No tenía vivienda, así que dormía en la calle. Sus padres eran muy pobres y tenían otros cinco hijos para criar. Toda vez que recibía un pago lo enviaba a su casa para ayudar a su familia. Su vida era muy solitaria, ya que no tenía ni amigos ni esperanza.
Cuando recién lo conocí se veía miserable. Le pregunté acerca de su pasado y de cómo había llegado a estar en la situación en que estaba, y luego compartí con él algunos pasajes de la Biblia y le dije que Dios lo amaba mucho. Le conté que Jesús había venido al mundo para perdonarle sus pecados y para poner esperanza, alegría y amor en su vida. También compartí con él las palabras de Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna».
Continué alentando a Dan a confiar en Dios, y un día buscamos un lugar tranquilo y oramos juntos. Después de hablar con Dios, Dan se sintió muy contento. Entonces le leí el texto de 1 Pedro 1:8-9, que dice: «Ustedes aman a Jesucristo sin haberlo visto, y creen en él aunque ahora no lo ven, y se alegran con gozo inefable y glorioso, 9 porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación».
Ahora Dan tiene esperanza y alegría en su vida, y Dios está sanando su corazón con el poder de su Palabra.
Por CPTLN
