“Desde el cabo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmayare, llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio” (Salmo 61:2, 3).
Lectura: Salmo 61:1-8.
David probablemente escribió este salmo cuando estaba huyendo de Absalón. Todo había cambiado. Nada estaba estable. No había nada seguro.
En esta situación tan angustiante David busca su seguridad en Dios. Empieza su oración diciendo: “Oye, oh Dios mi clamor; a mi oración atiende” (61:1). Muchas veces hemos leído frases similares en los salmos, pero ¿alguna vez hemos orado así? Pide al Señor que lo conduzca a Uno más competente que él. En él no hay los recursos que hacen falta para afrontar esta situación: “Llévame a la roca que es más alta que yo”. Necesita la protección de Dios: “porque tú has sido mi refugio”. “Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas”. Las alas de un ave no están hechas de hierro. ¿Cómo pueden sus plumas protegerte de las flechas del enemigo? Lo que David está buscando es amor. Quiere sentirse cerca de Dios, acurrucado entre sus plumas, caliente, cerca de su corazón, donde pueda sentir su latido. Si Dios lo ama, todo está solucionado. No hay enemigo que valga.
David quiere la presencia de Dios. Cuando todo alrededor es inestable y parece que la tierra se mueve bajo nuestros pies, Dios todavía está. Nada ha cambiado con Él. “Dios está en su santo templo”, en el eternal, el celestial, donde nada puede tocarlo, porque habita la eternidad. David busca esta presencia. Su anhelo es: “Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre”. Lo único que David quiere es estar donde Dios vive, junto a Él.
En este salmo se ve a Dios de muchas maneras. Él es una roca más alta que nosotros, es nuestro refugio, es una torre fuerte delante del enemigo, es un tabernáculo donde podemos vivir y es un ave cuyas alas proveen protección, y cariño.
David termina el salmo con la convicción de que Dios ha escuchado su oración, que va a prolongar su vida, que va a permitir que David esté siempre delante de Él, que lo suplirá de misericordia y verdad para que lo conserven. Por lo tanto, David cantará al Nombre de Dios para siempre y pagará sus votos cada día, hará de forma sistemática y cumplidamente todo lo que ha prometido al Señor cuando estaba abatido.
Enviado por el Hno. Mario Caballero