martes, 20 de junio de 2023

A dónde va el mundo

 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Lectura: Juan 2.13-17.

Transiciones y cambios sociales del último siglo:

La voz de Dios está callada. En el Salmo 19 vemos que las dos maneras principales que Dios tiene para comunicarse al mundo son: por medio de la naturaleza (19:1-6) y por medio de las Escrituras (19:7-11). Pero, en cuanto a la naturaleza, vivimos mayormente en ciudades deshumanizadas y “desnaturalizadas” en las que no vemos las estrellas ni tenemos contacto con la fauna y la flora. Además, el ser humano está destrozando la naturaleza. La voz de la naturaleza no nos llega. En cuanto a las Escrituras, hay un desconocimiento prácticamente total de la Palabra de Dios; esta voz está callada. ¡Qué importante, pues, que los creyentes seamos voz de Dios en el mundo!  

Vivimos en un mundo virtual. La comunicación entre la gente es mucho menor. Las pantallas y las redes sociales nunca pueden sustituir el contacto real. La gente siente mucha soledad.  

Acusamos la perdida de la influencia de la Iglesia Católica que defendía la mentalidad y los valores cristianos en la sociedad. La ética actual está en un estado de crisis. Lo que antes se veía bien ahora se ve mal, y viceversa.   

La imposición de la ideología de género ha revolucionado la identidad de los individuos causando tremenda confusión entre los jóvenes; perturba la mente de los más pequeños; pone en peligro la supervivencia de la familia, tal como la ha hemos conocido desde el principio de la historia; y quita la libertad de expresión, marginando a los que piensan de otra manera.  

Se observa un aumento de intolerancia hacia los que no acoplan sus ideas a las que son políticamente correctas. La sociedad no fomenta el debate entre ideologías, sino que impone las suyas. No deja a las personas libres para pensar como quieran.  

Este cuadro resulta en un deterioro moral desde el punto de vista cristiano, pero, desde el punto de vista secular representa la liberación de “las absurdas restricciones” de la moralidad cristiana. Un ejemplo de este cambio en la manera de pensar lo tenemos en la familia real británica. Eduardo VIII tuvo que abdicar al trono al casarse con una divorciada, pero Carlos III, un siglo más tarde, no ha tenido ninguna dificultad para ser el nuevo monarca, aunque está divorciado y ha vuelto a casarse con una divorciada. Esto indica cuánto ha cambiado la opinión pública en poco tiempo.  

Matrimonio y familia. Los roles bíblicos casi han desaparecido, aun en familias cristianas. La disciplina de los niños no se parece en nada a la que era hace una sola generación. Los niños mandan. La madre busca su realización en su trabajo secular y no en el hogar. Se procura tener menos niños, o no tener ninguno.  

Nuestra reacción frente a estos cambios puede ser un gran desconcierto, porque parece que todo se tambalea. Podemos sentir miedo porque somos cada vez más atacados, y en peligro de persecución. Pero quizás debiéramos reaccionar con alivio, porque ahora las alternativas se presentan con mayor claridad. Como en el siglo I, la vida cristiana se presenta ahora como una alternativa al caos moral de la sociedad secular. Cuanta más oscuridad hay en el mundo, tanto más brilla el testimonio cristiano.  

Enviado por el Hno. Mario Caballero