miércoles, 31 de mayo de 2023

No estamos condenados

 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

Lectura: Romanos 8:1-9.

No estamos condenados:

Porque hemos sido librados de la muerte: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (v. 2). Ya fuimos condenados en la persona de nuestro sustituto, Cristo, hemos muerto y hemos resucitado, y ahora vivimos en el Espíritu.

Porque Cristo ya ha sufrido nuestra condena: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuando era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (v. 3). ¡Dios no va a castigar la misma ofensa dos veces!

Porque en Cristo somos justos: “…para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros” (v. 4). La ley no me podía hacer justo, al contrario, me condenó, pero Cristo sí, ha cumplido la ley por mí y me ha dado su propia justicia y ¡en Él soy tan justa como Él!

Porque no hay condena para los que andan conforme al Espíritu: “… para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (v. 4).

Porque ya somos del Espíritu, y la evidencia es que pensamos en las cosas del Espíritu: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu” (v. 5).

La condenación consiste en ser de la carne. Está caracterizado por:


Pensar en las cosas de la carne: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”  (v. 5). Son de la carne, piensan en lo de la carne, hacen lo de la carne.

Ocuparse de las cosas de la carne: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (v. 6).

Estar en enemistad con Dios: “Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios” (v. 7)

No sujetarse a la ley de Dios: “Porque no se sujeta a la ley de Dios, tampoco puede” (v. 7). La ley les condena.

No agradar a Dios: “. Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (v. 8).

Conclusión:

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (v. 9). O bien uno vive según la carne, o bien vive según el Espíritu. Estas son las dos opciones. El que vive según el Espíritu es salvo y el que vive según la carne es condenado.