martes, 30 de mayo de 2023

El eterno amor de Dios

 «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio del aquel que nos amó… Estoy seguro que ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:37-39).

Los principales privilegios del creyente:

Paz con Dios (5:1-11).

Unión con Cristo (5:12-6:23).

Libertad en relación con la ley (7:1-25).

La vida en el Espíritu (8:1-27).

Seguridad en el amor Divino (8:28-39).

De este último nos vamos a ocupar ahora. Como hemos dicho, estos últimos versículos de Romanos 8 son un gran repaso de la acción de Dios a favor del creyente desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Todo movimiento suyo siempre ha sido informado por su amor inexplicable hacia nosotros los que somos sus atesorados hijos (v. 29 a 30). Ahora vamos a entrar con un poco más de detalle en las cinco etapas del mover de Dios en nuestra salvación que son: conocimiento previo, predestinación, llamamiento, justificación y glorificación.

El texto habla de “los que antes conoció” (8:29). Puesto que es un tema un poco complicado, vamos a mirar lo que dice el comentarista John Stott acerca de este punto. La referencia es a los que Dios conoció de antemano. Los hay que creen que Dios ve con antelación aquellos que van a creer, y que este conocimiento previo es la base de su predestinación. Este comentarista no opina así “porque entonces la base de su salvación se encuentra en sí mismas y sus méritos, en lugar de concentrarse en Dios y su misericordia, mientras que todo el énfasis de Pablo recae sobre la libre iniciativa de la gracia de Dios”. Sigue explicando que el verbo “conocer” significa una relación personal de cuidado y afecto, como, por ejemplo, cuando Dios “conoció” a los hijos de Israel en el desierto, se ocupó de ellos (Oseas 13:5). Israel fue el único pueblo de la tierra que Dios “conoció”, es decir, amó y eligió, y con el cual concertó un pacto: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (Amos 3:2). (Ver Rom. 11:2). “El conocimiento previo es el amor que distingue” (Murray). (Ver Deut. 7:7s; Ef. 1:4s). Stott dice: “la única fuente de la elección y la predestinación divinas es el amor divino”. 

      A los que Dios conoció de antemano, o amó de antemano, que es lo mismo, “también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo” (v. 29). Predestinar significa decidir de antemano, como en Hechos 4:28. “En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijo suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Ef. 1:5). “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:11). Lo que sí está muy claro es que el amor de Dios está detrás de su conocimiento previo y de la predestinación nuestra, de nosotros los que somos hijos de Dios.     

Enviado por el Hno. Mario Caballero