miércoles, 10 de mayo de 2023

Cómo podemos llegar a ser justos

 “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por la obra de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:19, 20).

Lectura: Romanos 3:10-24

No llegamos a ser justos por cumplir la ley.

No. El apóstol ya ha descartado esta posibilidad. Justificar nunca fue el propósito de la ley, sino más bien mostrar el pecado. La ley sirve para hacer constar lo que está bien y lo que está mal. Nos dice lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. Hemos de amar a Dios, no tener ídolos, guardar el sábado, honrar a nuestros padres, no matar, robar, mentir, codiciar, ni quitar del otro su esposo o sus bienes. Nadie ama a Dios como es debido, ni al prójimo como a sí mismo, por lo tanto, nadie ha cumplido la ley. Todos están igual y justamente condenados.



Pablo lo demuestra citando textos del Antiguo Testamento (v.10-18) sacados de los salmos y los profetas. Los versículos 10-12 proceden del Salmo 14:1-3: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido: no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”.  El versículo 13 viene del Salmo 5:9 y del Salmo 40:3: “Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas”. “Aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios”. El versículo 14 es del Salmo 10:7: “Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude”. Y los versículos 15-17 citan Isaías 59:7, 8: “Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ella fuere, no conocerá paz”. Así entiende el Antiguo Testamento el estado del hombre. La ley no salvó a nadie. Condena a todos.



Llegamos a ser justos por la fe.

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas” (v. 21). No es una nueva religión que el apóstol Pablo ha inventado. El cristianismo no arranca de cero, sino continúa el camino del Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento atestigua la perdición del hombre; el Nuevo Testamento presenta la solución. Juntos diagnostican el estado del hombre y recetan la curación. La salvación viene únicamente por la fe en Cristo: “La justicia de Dios (es) por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 22-24). Todos son culpables por la ley y todos son salvos por la gracia como don de Dios por medio de la redención de Cristo. Su sangre expía el pecado. Así que Dios es justo y justifica al que cree en Cristo. 


Enviado por el Hno. Mario Caballero