«Y ustedes también, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepte por medio de Jesucristo. Por eso dice la Escritura: ‘¡Miren! Yo pongo en Sión la principal piedra angular, escogida y preciosa; y el que crea en ella no será avergonzado.'» 1 Pedro 2:5-6
Los diamantes son considerados piedras preciosas, pero no son eternos. Y, a pesar de su belleza, también pueden ser llamados «de sangre» cuando son obtenidos en zonas de guerra o mediante el uso de personas sometidas a esclavitud, generando desigualdad e injusticia en muchos países. También son usados como símbolos de poder, por lo que hay quienes gastan fortunas para poseer un diamante o regalarlo.
Pero nada de eso se compara con la piedra que Dios te ha regalado. Por el contrario, esta es una piedra que termina con los conflictos y, a través de la sangre de Jesús, nos ha liberado de la muerte y permanece para siempre. «Por eso dice la Escritura: ¡Miren! Yo pongo en Sión la principal piedra angular, escogida y preciosa; y el que crea en ella no será avergonzado» (1 Pedro 2:6). Esa piedra es Jesús. ¿Deseas algo eterno? No te ilusiones con brillos pasajeros, sino confía en Jesús.
Por CPTLN