(Juan 8:51-59)
De cierto, de cierto les digo que, el que obedece mi palabra, nunca verá la muerte. Juan 8:51
«Usted no se va a morir.» Pagaríamos todo lo que tenemos porque el médico nos diera una noticia así. Porque, ¿a quién le gusta morir? Si no nos gusta la muerte de los demás, ¿por qué habría de gustarnos nuestra propia muerte? Es por ello que una noticia que indique que no vamos a morirnos todavía, es siempre una buena noticia.
Jesús les hace a los judíos una afirmación que ellos nunca habían escuchado antes: «El que obedece mi palabra, nunca verá la muerte» (v 51). ¡Ésa sí que es una gran noticia! Pero, como sucede muchas veces, cuando Dios habla nosotros no lo entendemos, no estamos en sintonía con su Palabra.
Para comprender las palabras de Jesús, nos ayuda pensar en la muerte como una separación. La muerte temporal, ésa que vemos todos los días a nuestro alrededor, es una separación sin posibilidad de reencuentro. En esa muerte pensaban los judíos, mientras que Jesús pensaba en algo más profundo y de consecuencias eternas. Los que recibimos el don de la fe, y guardamos su Palabra, no estaremos nunca separados de Dios.
La muerte, temporal y eterna, es la consecuencia de nuestro pecado. De la muerte temporal no hay escapatoria: Dios se cobra nuestra desobediencia. La buena noticia de Jesús es que, gracias a su muerte y resurrección, no estaremos separados eternamente de Dios. En definitiva, la segunda muerte es infinitamente -literalmente- peor que la primera. Entonces, confiar en que la vida y obra de Jesús nos salvó de la segunda muerte, nos ayuda a enfrentar la muerte temporal.
Padre todopoderoso, tú tienes poder para matar y para dar vida. Por tu Espíritu Santo, ayúdanos a permanecer fieles a tu Palabra de vida. Amén.
Por CPTLN