jueves, 16 de marzo de 2023

Sin palabras

«De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.» Romanos 8:26


Me considero un ciclista ávido. En una semana típica ando en bicicleta de cuatro a cinco veces y generalmente aprovecho ese tiempo para orar y conversar con Dios. Una de esas mañanas me puse a conversar y orar como siempre, pero de pronto me quedé sin palabras. Me sentí invadido por un torrente de emociones y pensamientos tal, que no supe qué más decir. Era como que los pensamientos se me habían amontonado y no lograba decir nada coherente.


Hay veces en que las cosas que nos pasan en la vida nos pesan o nos emocionan tanto, que sentimos como que nos superan. En esos momentos hasta orar nos resulta difícil y hasta parece que las palabras no alcanzan para expresar lo que sentimos. Por ejemplo, ante el nacimiento de un niño, la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad incurable, o la culpa por pecados del pasado.


San Pablo nos recuerda que en nuestros momentos de mayor debilidad, cuando ni siquiera sabemos qué decir o qué pedir, tenemos a alguien que sabe lo que necesitamos e intercede por nosotros. Ese alguien es el Espíritu Santo–enviado por Cristo–que «intercede por nosotros con gemidos indecibles». Él se hace cargo de llevar a nuestro Padre celestial los pensamientos y deseos que nosotros no podemos expresar, y, por el sacrificio de Cristo en la cruz, su victoria sobre la muerte y su resurrección, el Padre atiende a nuestras necesidades, aún cuando nos quedamos sin palabras.


Querido Padre celestial, gracias por enviar a Jesucristo, tu único hijo, a tomar nuestro lugar en la cruz y por enviar, a través de él, a tu Espíritu Santo para interceder por nosotros. Tú conoces nuestras necesidades, por lo que te pedimos que, por medio de él, escuches nuestras oraciones. En su nombre. Amén.


Pastor Russ Troester


Por CPTLN