(Juan 7:40-53)
¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén, de donde era David? Juan 7:42
«No soy de aquí, ni soy de allá…», cantaba un popular juglar latinoamericano. Su canción estaba basada en el llamado de Abrahán, quien dejó su tierra y parentela y viajó años hasta radicarse en un lugar totalmente nuevo.
Ser de alguna parte significa tener un origen, pertenecer a algún lugar, proceder de algún lugar. ¿De dónde vendrá el Mesías? Algunos sabían que las Escrituras atestiguaban que «el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén, de donde era David (v 42).
Los fariseos, a pesar de su estudio de las Escrituras y del análisis sociológico que hacían, no lograban conectar a Jesús con Belén. «¿Y éste de dónde salió?», se preguntaban respecto a Jesús, negando la evidencia histórica de que Jesús había nacido exactamente donde estaba profetizado: en Belén de Judea.
Jesús no discutió su lugar de origen terrenal, pero dejó claramente establecido que él venía de la eternidad, enviado por el Padre celestial (v 29). Jesús conoció la humildad del pesebre de Belén, pero conoció también la gloria inmaculada del cielo eterno. Por eso él es el Mesías salvador… porque conoce humildad y gloria, humillación y exaltación, crucifixión y muerte y resurrección, origen terrenal y destino eterno.
Jesús comparte su existencia con nosotros, la terrenal -su crucifixión y resurrección redentora- y la celestial, en la bienaventuranza eterna junto al Padre.
Tú, ¿de dónde saliste? Eso no tiene tanta importancia como saber a dónde irás. Gracias a la obra de Cristo puedes cantar: «No soy de aquí, soy de allá, del lugar que el Señor me preparó.»
Gracias, Jesús, porque tu origen marca mi destino. Del cielo viniste, al cielo voy. Amén.
Por CPTLN