Lea: Oseas 10.12
Como cristianos, todos pasamos algún tiempo buscando al Señor; pero, para tener realmente éxito en esto, tenemos que aprender a ajustar nuestro enfoque. Esto es importante porque llegamos a ser lo que miramos. Si fijamos nuestra atención en lo sensual y materialista, no pasará mucho tiempo sin que comencemos a inclinarnos en esa dirección. Trate de renunciar a la televisión durante un par de semanas, y vea cómo afecta esto su mente. Aunque es posible que no note su influencia, en realidad la televisión tiene un efecto sutil pero absorbente en usted, y altera su manera de pensar.
En cambio, si usted centra su amor y su atención en Dios, llegará a ser más como Él. Es casi como la ósmosis: absorbemos las características del Señor cuando se vierte en nosotros. Podemos fijar nuestra mente en Jesucristo cuando oramos, estudiamos la Biblia y meditamos en las verdades de Dios.
Debemos profundizar más, hasta el punto de escuchar y expresar al Señor lo que haya en nuestros corazones. Si somos francos y transparentes, nos hablará y nos llenará de Él.
Si aprendemos a recibirlo de esta manera, descubriremos que el hambre y la sed de todo lo demás comenzarán a disminuir. No es que nuestros deseos desaparecerán, sino que serán redireccionados.
Usted descubrirá que tiene un hambre cada vez mayor por el Señor, y un anhelo de conocerle de una manera cálida y personal. Notará un gozo burbujeante y desbordante en su vida, que no puede ser impedido o sofocado. ¿Por qué razón? Porque una vez que haya comenzado a buscar al Señor, le reconocerá como su todo en todo.
Por Min. En Contacto