¿Qué tipo de cosas son importantes en una iglesia como la del libro de Hechos? La oración de los apóstoles nos da uno de los puntos de referencia claros: “Concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” (Hechos 4:29).
No existe tal cosa como “denuedo enseñado”. El denuedo o valentía puede ser impartido sólo por el Espíritu Santo, no se puede obtener a través de un seminario. Segunda de Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Los predicadores del Nuevo Testamento eran audazmente confrontacionales y confiaban en que el Espíritu Santo produciría la convicción necesaria para la conversión. Ellos no tenían miedo.
Escucha a Pedro en el día de Pentecostés: “prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23). Esto era lo último que la multitud quería escuchar. En la actualidad, si existiese una lista de las diez cosas que no deberías decir frente a una audiencia judía, la número uno sería “Sabes, con tus propias manos acabas de matar al Mesías, el que Israel había estado esperando durante siglos.”
Pero la audacia de Pedro no alejó a la gente. En lugar de eso, apuñaló a sus conciencias. Al final del día, un grupo enorme se había arrepentido de sus pecados y se había convertido.
En el siguiente capítulo, Pedro fue asi de directo con la multitud que se reunió después de la curación del paralítico: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida…arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3, 14-15, 19).
Cuando Pablo predicó en Éfeso algunos años más tarde, su enfrentamiento con la idolatría pagana era tan directa que estalló un motín. “Se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! Y la ciudad se llenó de confusión” (Hechos 19: 28-29). Esto no me suena a algo muy “sensible al mercado” o “amistoso al usuario”.
No obstante, una iglesia fuerte se estableció. Los apóstoles se dieron cuenta de que sin una actitud audaz y agresiva en la proclamación de la Palabra de Dios, ellos no podían construir la iglesia que Jesús pretendía. Cualquier iglesia en cualquier ciudad del mundo tiene que llegar a la misma conclusión.
Por Jim Cymbala
Enviado por el Hno. Mario Caballero