1 Tesalonicenses 1.1-10
¿Ha asistido alguna vez a un evento deportivo de nivel profesional? ¡Es una experiencia surrealista! Uno está junto a decenas de miles de personas que animan y gritan lo más alto que pueden, como si sus gritos sirvieran para llevar a sus equipos a lograr la victoria.
¿Cuántos cristianos conoce que tengan una fe tan intensa o tan apasionada? ¿Con qué frecuencia proclama usted la fe salvadora de Jesucristo de la manera tan ruidosa que proclaman los fanáticos del fútbol su fervor? En su carta a la iglesia en Tesalónica, Pablo se regocija por la pasión de la joven congregación por hablarle a todo el mundo de Cristo. Por ser una activa ciudad portuaria, el apóstol sabía que la iglesia podía hacerse escuchar desde allí por todo el mundo. Los viajeros podían escuchar el evangelio y luego llevarlo a sus comunidades.
Al decir que la palabra del Señor se había “divulgado” desde la iglesia, Pablo ofrece una imagen excelente ( 1 Ts 1.8). Mucho antes de que hubiera micrófonos y altoparlantes, se utilizaba un instrumento largo y curvado para amplificar la voz de los oradores públicos. ¡Pablo estaba alabando a los tesalonicenses por ser megáfonos vivientes que proclamaban a Cristo!
Si usted es un “fanático” de Jesús, tiene entonces la responsabilidad de compartir con el mundo lo que Él es y lo que ha hecho. ¡Grítelo desde las azoteas! ¡Llene la totalidad de los estadios con el estruendo de su alabanza! Asegúrese de que todos los que le rodean sepan quién es su Salvador.
Por Min. En Cristo