Gálatas 2.20
Cada lunes por la mañana comienzo el día entusiasmado por el sermón del domingo siguiente, porque puedo compartir lo que Dios me va a enseñar esa semana. Ahora bien, es posible que usted no sea pastor, pero tiene el mismo privilegio de compartir con otra persona lo que el Señor le ha estado enseñando.
La pasión por proclamar a Jesucristo nace de la experiencia de conversión del cristiano, pero el entusiasmo puede esfumarse a menos que sigamos aprendiendo y creciendo en la fe. Si conocemos poco a Dios, ¿por qué querríamos hablar de Él? Pero si, por el contrario, crecemos de manera continua en lo que sabemos de su naturaleza, obras y caminos, desearemos compartir con otros lo que hemos aprendido. En medio de los males y dificultades del mundo, los cristianos tenemos el tesoro más valioso: ¡Jesucristo!
El mensaje que proclamamos no solo ofrece libertad de la condena por el pecado, sino que también da el poder para vivir en rectitud. Cuando Cristo murió en la cruz, cada creyente fue crucificado con Él, y el atractivo y el poder del pecado fueron anulados. Esto significa que los seguidores de Cristo podemos decirle no a los pecados, y vivir en victoria y obediencia a Dios.
La mayoría de las personas del mundo están buscando una vida mejor, más feliz y con más sentido. Pero los cristianos tenemos el secreto de la vida en Cristo, quien nos ofrece descanso para nuestras almas (Mt 11.29). Este es un mensaje que no podemos reservarnos solo para nosotros. Al abrir su Biblia y orar hoy, pídale a Dios que le muestre una verdad que pueda compartir, y a la persona a quien Él quiere que usted se la diga.
Por Min. En Contacto