Salmo 33.20-22
La Biblia enseña claramente que nuestro Padre Celestial escucha y responde la oración. Sin embargo, todos tenemos momentos en los que, aunque le pedimos a Dios que actúe de inmediato, no lo hace. ¿Cuáles son algunas de las razones?
A veces, el Señor ve que nuestra atención está mal dirigida. Nuestra relación con Él debe tener prioridad sobre cualquier asunto terrenal (Mr 12.30). Pero la mente y la oración pueden estar tan concentradas en la necesidad, que nuestra mirada se aparta del Señor. Dios puede demorar su respuesta hasta que nos reenfoquemos en Él. En otras situaciones, Dios se tarda porque el momento no es el adecuado para concedernos nuestra petición.
También hay tiempos en los que el Señor quiere ensanchar y desarrollar nuestra fe. Una de las maneras de lograrlo es hacernos estar a la expectativa de su respuesta. El Espíritu Santo obrará en esos tiempos de espera para madurarnos y producir el fruto de la santidad (Gá 5.22, 23).
Otras razones son la motivación equivocada al pedir (Stg 4.3), y la práctica de un pecado habitual. Ninguno de nosotros da la talla cuando se trata del patrón de santidad de Dios, pero hay quienes persisten en un estilo de vida de desobediencia. El Señor puede demorar su respuesta para poder impulsarlos a confesar sus pecados y volverse a Él.
Esperar en el Señor no resulta fácil, pues la fe y la confianza son necesarias (He 11.1). Si la respuesta de Dios a su petición tarda, verifique que 1) su enfoque esté puesto en Él, 2) su motivación para pedir honre a Dios, y 3) no esté practicando un pecado de manera habitual.
Por Min. En Contacto