En esa misma región había pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus rebaños.
Lucas 2.8
El viaje de María y José de Nazaret a Belén está por llegar a su fin. Sólo les quedan unas pocas millas para llegar a Belén. El camino los lleva por el pozo de Raquel, y les hace recordar cuando Jacob y su familia pasaron por allí, cientos de años antes.
También los lleva por los campos de los pastores, donde las ovejas seguramente estaban alimentándose mansamente bajo el cuidado de sus pastores. María y José no tenían idea que pronto se encontrarían cara a cara con esos pastores. No tenían idea que esos pastores serían los primeros en comprender que el Salvador había nacido. No tenían idea que un coro de ángeles les habría de cantar: «¡Gloria a Dios en las alturas!» (Lucas 2.14).
Tampoco tenían idea que, años después, su hijo se llamaría a sí mismo el «buen pastor». Él sería el Buen Pastor que habría de dar su vida por sus ovejas (Juan 10.11). Y esas ovejas somos usted, yo, y el mundo entero.
Por CPTLN