Como José era descendiente de David y vivía en Nazaret, que era una ciudad de Galilea, tuvo que ir a Belén, a la ciudad de David, que estaba en Judea. Lucas 2.4
Muy poco queda ya para que María y José lleguen a su destino. El camino que comenzó en Nazaret con un esposo cuidando con cariño a su esposa embarazada – el camino que los llevó de una aldea a la otra – está llegando a su fin. Han pasado por lugares llenos con la historia de su pueblo, y se han cruzado con personas cuyas vidas habrían de ser impactadas en gran forma por su hijo. Su camino está por terminar. Están llegando a Belén.
Pero no eran muchos los que estaban prontos para recibirlos en Belén. Los habitantes no estaban prontos. Las personas de la posada no estaban prontas. Los líderes religiosos de Jerusalén no estaban prontos. La promesa ya hacía mucho tiempo que se había hecho. Sólo María y José sabían que pronto, muy pronto, el Salvador prometido iba a nacer en el mundo.
Las aldeas de donde nosotros venimos y los lugares en donde vamos a celebrar su venida pueden ser insignificantes. Pero lo que vamos a hacer será muy significativo. Es fácil encontrar excusas por las que los habitantes y visitantes de Belén no estaban preparados para recibir al Salvador del mundo. Pero nosotros no tenemos excusas. Aún cuando todo lo demás no esté pronto- los regalos, las decoraciones, la comida- nosotros podemos estar preparados para celebrar la encarnación del Cristo, el Dios hecho carne que ha venido a nuestro mundo, nuestras vidas, y las vidas de nuestros seres queridos.
Preparados o no, el Cristo está viniendo.
Por CPTLN