lunes, 29 de noviembre de 2021

Cuida tu alma

 “Y por ellos yo me santifico a mí mismo” (Juan 17:19).


            En cuanto al cultivo de la santidad, el Señor Jesús es nuestro ejemplo. Él no se santificaba por amor a sí mismo, para sentir el gozo y la paz de Dios para su propio disfrute, sino por amor a sus hermanos, para ser de bendición para otros. Si yo me decaigo espiritualmente, no solamente no edifico a mis hermanos, les hago daño por mi mal ejemplo. La espiritualidad se ha de cuidar, hasta en mis actitudes, mis humores, mi estado emocional.  

            Había tantas cosas en la vida de Jesús que le podrían haber puesto en un estado de nervios, pero no lo permitió nunca. Podría haberse molestando con los escribas y fariseos de manera que habría ido a por ellos en la carne para ponerlos en su lugar, podría haberlos criticado y dejado en ridículo para su satisfacción personal, pero no lo hizo. Nunca permitió que nada, ni la dureza del corazón de la gente, ni el estado de la religión en Israel, ni la injusticia política y social, ni el sufrimiento de la gente, interrumpiese su comunión con el Padre. Nosotros, sí, a veces dejamos que cosas externas interfieran con nuestra relación con Dios. Descuidamos nuestra salvación y santificación (Heb. 2:3), no hasta el punto de apartarnos del Señor, pero sí hasta el punto de ir por nuestra bola y perder la comunión íntima con Dios. Cuando nos damos cuenta de que hay una grieta y “un escape espiritual”, lo tenemos que reparar enseguida. Debemos mantenernos en forma espiritual por amor a nuestros hermanos.

            Hay algunas indicaciones para alertarnos de que tenemos una grieta. Cuando notamos que estamos funcionando mecánicamente, por inercia, sin el gozo del Señor, es hora de dejar lo que estamos haciendo y buscar a Dios. Si veo que funciono con mi poder en lugar del poder de Dios, he de volver a la Fuente. Si estamos demasiado ocupados, tenemos que eliminar algo. ¿Voy por la vida alabando a Dios, o criticando a otros? ¿Noto en mí dureza de corazón, o amor y compasión para los demás? Si estoy molesta con la gente, y no brota un cántico de alabanza a Dios en mi corazón, necesito apartar tiempo para buscar a Dios. Escribiendo a un compañero en el ministerio, R. M. McCheyne decía: “Sobre todas las cosas cultiva tu propio espíritu. Tu propia vida debería ser el principal motivo de todos tus cuidados y desvelos. Más que los grandes talentos, Dios bendice a aquellos que reflejan la semejanza de Jesús en sus vidas. Un ministro santo es una arma terrible en las manos de Dios”.

            Jesús dijo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Esto es cierto y lo sabemos. Pero significa que sin la plenitud del Espíritu Santo en nuestras vidas, toda nuestra actividad espiritual, nuestras prisas y nuestros numerosos compromisos, no van a producir ningún fruto duradero. Es absolutamente esencial que detectemos las grietas en nuestro “depósito del Espíritu Santo” y que las reparemos cuanto antes para que nos podamos ir llenando de la vida de Dios sin que haya ningún escape, y esto por amor a nuestros hermanos, para que ellos puedan beneficiarse de todo lo que vamos recibiendo de parte del Señor.

Oremos los unos por los otros en este sentido. Amén.


Enviado por el Hno. Mario Caballero