miércoles, 1 de septiembre de 2021

Un tiempo para regocijarse

 Adán y Eva trajeron engaño a su matrimonio y luego agravaron su rebelión al

ocultarse de la presencia de Dios. Dios nunca se esconde, sólo el hombre lo

hace. Dios estaba totalmente involucrado con ese primer matrimonio entre el

primer hombre y la primera mujer y Él está igual de preocupado por todo

matrimonio cristiano de hoy.

Pocos matrimonios pueden lograrlo si ambos se esconden de Dios. Muéstrame un

matrimonio sin un cónyuge que esté cerca de Jesús y yo te mostraré un

matrimonio con pocas posibilidades de sobrevivir. Al menos uno debe estar

consultando diariamente al Señor. Lo mejor es que ambos cónyuges estén

hablando con Él, pero si uno de ellos está huyendo de Dios, es de vital

importancia que el otro sea capaz de correr al lugar secreto de oración para

pedir ayuda y dirección. Una esposa que ora, a menudo puede salvar su

matrimonio, al igual que un marido que ora.

El amor por sí solo no es suficiente para mantener un matrimonio sólido,

sólo el poder de Dios puede hacer eso. Ese poder está obrando ahora mismo,

sanando y guardando matrimonios. Donde Jesús reina, el matrimonio puede

lograrlo.

“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin

mancha delante de su gloria con gran alegría…sea gloria y majestad, imperio

y potencia…” (Judas 24-25).

Sabemos que el gozo del Señor es nuestra fortaleza (ver Nehemías 8:10), así

que, los matrimonios fuertes deben abundar en gozo. Cuando un matrimonio pierde

su gozo, se vuelve débil y vulnerable.

Sí, todos los matrimonios enfrentarán desafíos. Es posible que haya

enfermedad, problemas económicos, malos entendidos o dolor, pero la vida

continúa. Dios está en el trono y tiene todo bajo control. Agradezco a Dios

por una pareja que me quiere y planeo disfrutar de cada momento de mi vida y

mantener el gozo fluyendo. Hay un tiempo para llorar, pero también hay un

tiempo para regocijarse. ¡Lo bueno supera lo malo, así que levanta tus ojos y

vive para EL SEÑOR !

Por David Wilkerson

Enviado por el Hno. Mario Caballero