Leer | Hebreos 4.14, 15
Las personas tratamos, muchas veces, de consolar a quienes atraviesan situaciones difíciles en la vida. Pero, a veces, las expresiones de consuelo generan más dolor. Por ejemplo, las bienintencionadas palabras de “te entiendo”, suenan vacías si quien las dice nunca ha experimentado la misma situación.
Sin embargo, todos deseamos ser comprendidos. El pasaje de hoy nos asegura que Jesús nos entiende de verdad, porque Él experimentó luchas como las nuestras.
El escritor de Hebreos se refiere a Jesús como nuestro sumo sacerdote. Cada año, el hombre que ocupaba ese cargo ofrecía un sacrificio por el pecado (Lv 6). El sumo sacerdote era el puente que tenía el pueblo hebreo para acercarse a Dios. Cristo no solo tomó para sí este papel, sino que también se convirtió en el sacrificio cuando murió en la cruz. Él está ahora sentado a la diestra del Padre en el cielo, e intercede por nosotros.
Esto es inmensamente consolador, pero además nos recuerda que Cristo comprende realmente nuestro dolor y nuestras debilidades. Él enfrentó las mismas tentaciones, necesidades y aflicciones que nosotros experimentamos. Por ejemplo, una persona que ha sido abandonada puede tener la seguridad de que Cristo también supo lo que era la traición (cuando Judas se volvió contra Él), la soledad (cuando Pedro negó conocerle), y la depresión (cuando enfrentó la separación de su Padre celestial).
Si usted está pasando por algún tipo de aflicción, recuerde las pruebas, sufrimientos y tentaciones de Jesús, y hallará consuelo sabiendo que Él le entiende.
Por Min. En Contacto