“Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.” Salmo 46:1
A veces la vida nos toma por sorpresa. Cada día trae consigo la posibilidad de algo bueno o algo malo, algo desagradable o algo agradable. Nos guste o no, así es la vida: impredecible. En los momentos difíciles quizás nuestros corazones buscan fuerza, consuelo, y aliento.
A veces nos olvidamos que Dios nos ama y nos cuida. Él se hace cargo de nuestra seguridad. El Rey David recordó esto en su propia vida, y puso su confianza en la providencia de Dios. El texto de nuestra devoción captura maravillosamente los pensamientos de David. Dios es nuestro amparo. Él nos protege de todos nuestros enemigos.
Martín Lutero, el famoso reformador de la iglesia del siglo quince, escribió un hermoso himno titulado “Castillo fuerte es nuestro Dios”. Lutero y sus amigos se apoyaron mucho en el Salmo 46. Cada vez que se encontraban con desafíos, cantaban este himno para recordarse a sí mismos del poder que Dios provee para enfrentar y conquistar esos desafíos.
En este siglo 21 hay muchas cosas que nos pueden amenazar y perturbar–desempleo, cargas financieras, crisis familiares y matrimoniales, problemas por abuso de drogas, enfermedades–por nombrar algunas. Aún nuestras relaciones más cercanas pueden volverse problemáticas y desanimarnos.
Sin embargo, hay una cosa en este mundo con la cual podemos contar siempre, y es el amor de Dios dado a través de Jesucristo. Nuestro Salvador nos amó tanto, que dio su propia vida para salvarnos del poder del pecado, de Satanás, y de la muerte eterna. Él es nuestro refugio, nuestro amparo, y nuestra fortaleza.
Por CPTLN