Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve y reconcíliate primero con tu hermano, y después de eso vuelve y presenta tu ofrenda. Mateo 5:23-24
Muchas veces en la vida se nos aparece alguien que nos incomoda y nos irrita. En algunas ocasiones esa irritación es tanta, que llegamos al punto de tomarle rabia a esa persona y, en casos extremos, podemos hasta llegar a desearle el mal. ¿Imagínate si Dios fuera así? Imagina si Dios deseara nuestro mal cada vez que lo irritamos o incomodamos, o cada vez que lo desagradamos con nuestras actitudes y pensamientos.
Felizmente, Dios no es como nosotros. Él no sólo nos ama así como somos, sino que además hizo algo para solucionar el problema de nuestro pecado: envió a su único hijo Jesucristo para morir sacrificar su propia vida por nosotros y vencer al pecado y la muerte en nuestro lugar. Gracias a ello, nuestra relación con Dios, que estaba quebrantada, ha sido restaurada. Cuando estés lidiando con una persona que no te agrada mucho, recuerda todo esto y podrás cambiar de actitud.
Por CPTLN